Cuento con instrucciones

Hemos leído en algún momento tantas historias que se vuelven monótonas; como las escaleras que nos llevan siempre al mismo lugar y las palabras de auxilio que escupen los protagonistas. Tantas redacciones carentes de espíritu y todas las historias que no se han plasmado aún.

Los cuentos se transcriben ya sea en hojas o utilizando la computadora, a veces, además se implementa piel ajena en donde crear odas sin destinatario, meramente por placer. El amor no está permitido.

Se busca generar un golpe, de esos que nos da la vida en diversas ocasiones. Como a mí, que me arrebató la felicidad llevándosela a ella, mi querida dama con ojos color Dios.
En esta ocasión se reabrirán heridas, hablando de dolores que vienen cada que el cielo rompe en llanto, empapando las viejas sábanas que cubren tantos cuerpos vestidos de colores y máscaras, opacando así las estrellas del firmamento, apagando las historias de los enamorados.

Se usarán lienzos rotos sobre ideas genuinas y torcidas, se hablará de desenlaces y principios absurdos. Venderemos historias que se maquillarán con algún brillo, usando sinónimos para no aburrir al lector.
Los párrafos serán cortos, sólo con unas cuantas líneas fáciles de entender; entraremos en detalles cuando lo amerite. Nunca antes, nunca después.

Habrán muchas historias con las que jugaremos, comenzando con la pregunta que deseamos transmitir. La mayoría de las veces creeríamos que es basura, pero siempre habrá alguien dispuesto a apreciar la belleza en un trozo viejo de sedimento.

Al tener nuestra historia se comienza la redacción, ordenando ideas, eligiendo escenarios, sintiendo corazones, dejando todas las ilusiones de lado. Se podrían crear millones de cuentos, con distintos lienzos, en distinta piel, con tantos sinónimos y adjetivos calificativos, en plural o singular. Con ella o sin ella.

Muchos querrán abarcar el amor, sin darse cuenta la complejidad del asunto. Acabará el personaje principal tomando algún objeto para acabar con su calvario, y en la mayoría de los manuscritos, un arma de fuego. 
Llorará mares antes de hacerlo, dando así un vistazo de lo que pudo ser y hoy se combina entre el grado etílico y la sal proveniente de sus cuencas; pensará en su amor quien se fue dando portazos, lavándose las manos en el camino y fumándose un cigarrillo en otra cama; así que su dolor será tan pulverizador que con imaginarlo le llevará a su deceso temprano.

Colocará el arma en sus sienes mientras sus ojos toman la última fotografía del entorno, visualizando así la silueta desnuda de quien partió dejando tan solo el lecho y  tan gris su panorama. La habitación estará cubierta de un gélido nubarrón que decorará las esquinas con el oscuro manto que trae la parca. Su mirada se perderá en el infinito, mientras su dedo índice presiona el gatillo hasta hacerle desaparecer la idea latiente de que ella volverá. Fin de la historia.

Dejará un desastre que se limpiará en las próximas hojas, en otras historias, con otras tintas y en demás pieles. Ahí volveremos a las escaleras, continuando la búsqueda de un escalón, ya sea para empezar o para terminar.