Falta de recursos poéticos

¡Una bohemia, y para la bella señorita lo mismo que este tomando!. Ella sonrió, el tabernero asintió y puso las dos bebidas. Aproveché su sonrisa para presentarme. -¡Hola hermosa!, me llamo Nicolás, Nico para los amigos y tuyo para ti-. Ella me dijo: -Hola soy Carolina- y volvió a sonreír.

Ya le había arrebatado dos sonrisas, y todo ufano seguí con mi ligue. Con mis palabras toqué las puertas de su corazón, con sus sonrisas me invitó a pasar. (Aquí debo hacer un paréntesis y tomen nota muy bien), cuando a una damisela le invitas una bebida y le dices frases para romper el hielo, y esta no sonríe, mejor retírate, con esa no te acostarás. No trates de averiguar porque, simplemente no hubo el "click", ese "click" que abrirá el archivo de sus piernas.

Por eso seguí mi conquista, la presa estaba a mi merced, esperando mi mordida a su sabrosa yugular. Y estaba a punto de saltar cuando llega un hombre, y se sienta del otro lado de ella, y le dice al tabernero: -Una bohemia para mí, otra margarita para la señorita, y para el caballero otra bohemia, porque es digno de todos mis respetos. Ya que al invitarle una bebida a tan preciosa dama, se ve el buen gusto que tiene por las mujeres. Ella sonrió largo y tendido, aun mas que cuando ataqué yo. Y pensé: ¿Qué se ha creído este pendejo?, ¿Con esas frases cree que me va ganar el mandado?, está muy equivocado.

Ahí empezó la batalla campal, claro no épica, sino poética. Era como una pelea de box, él lanzaba una frase para ella, luego yo; él invitaba una ronda, luego yo; estábamos al tú por tú, round por round, por un escote como campeonato. Ni las peleas de Micky Ward vs Arturo Gatti, o Ali vs Frazier, se podían comparar en intensidad.

Pero al final el muy cabrón me noqueó con su última frase, no la pude contestar, quedé tirado en la lona cual rival de Tyson. Hasta yo me hubiera quitado el sombrero si trajera, cuando de improvisto le dijo: -Vámonos de aquí, una reina como tú merece mas que palabras al oído, merece que la desnuden con la mirada, que la lleven al cielo con caricias, y la hagan venir con tiernos besos. Y yo seré tu súbdito mas leal, y mi departamento será mi palacio a tus pies.

Derrotado, ofendido, cabizbajo, salí de ese bar. Al llegar a mi carro me di cuenta que mi mala suerte continuaba, unos ratas me habían quebrado un cristal del coche. Me había quedado sin stereo y con unas ganas de coger.

Al otro día me levanté con una cruda de la chingada, con un insoportable dolor de cabeza, todavía sufriendo estragos de la batalla. No quería recordar los dos robos que me habían hecho a despoblado la noche anterior. Para distraerme agarré el periódico que había traído mi primo, pero craso error, ahí vi la terrible noticia, habían perdido mis pinches Dodgers.

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