Para recobrar lo recobrado

Si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado

Para recobrar - Francisco Luis Bernárdez

Más allá del sí y del no, de las razones por las cuales ha salido victorioso uno -sorprendente- por encima del otro, más allá del bien y del mal, más allá de toda injusticia y justicia, más allá del regusto a rencor por saberse perdedor, este proceso infructuoso ha dejado conquistas.

El proceso plebiscitario ha sido uno de los fenómenos civiles más atractivos que he visto en estas veinticinco primaveras y aunque el resultado no ha sido el esperado, por parte de los ganadores, ni el querido por los "siístas", no es posible retornar a la semilla tan fácilmente.

Durante los últimos meses las redes sociales dejaron un poco de lado los memes anodinos y los chistes insustanciales por estados más comprometidos -equivocados o no- alrededor de una cuestión tan maniquea como querer o no la paz; dichas posturas derivaron en lecturas sobre el proceso, en información para argumentaciones y, sobre todo, debates; debates que algunos casos lograron trascender la barrera facilista de la ofensa para confrontarse con datos, manoseados o no, que proveyeron a debatientes de armas para defender sus respectivos adverbios: Sí o No.

Y por si fuera poco, por primera vez en quizá cuatro o seis años un tema político logró ser atractivo para los sectores jóvenes de este país vapuleado por la ignominia, porque fueron ellos quienes más bebieron de las fuentes de la esperanza y provocación, y se pronunciaron, tuvieron posiciones y tomaron parte en el asunto. Este ambiente incluso permeó los colegios y se suscitó como tema en el aula. Los promotores del plebiscito no saben el número de almas que lograron arrebatarle al reguetón durante semanas.

Sumado a lo anterior, las lecturas que fui construyendo a medida que la votación se acercaba, a pesar que se iba polarizando más la población, también dejaba aflorar reflexiones sobre el perdón. Por valiosas semanas, escasas, pero valiosas, Colombia escuchó a víctimas directas del conflicto diciéndole sí al acuerdo; por cansancio, por temeridad, por fino y absoluto pragmatismo, los campesinos, el eje central de estas votaciones, me dieron una lección valiosa: se negocia con el enemigo y el perdón también duele en el otro. Se dejó en manos de los propios victimarios el castigo y el peso completo de la culpa, quedó bajo su responsabilidad el juicio y la pena de ser monstruos. Gran parte de las víctimas se lavaron las manos y optaron por seguir adelante. El día de ayer finalmente lo comprobé.

Más de seis millones de personas dijeron no y fueron mayoría -ojalá no vayan a ser legión también-. Quiero pensar que no fue por argumentos errados o precisamente la falta de ellos lo que los motivó, como tampoco quiero pensar que se dejaran mover por las pasiones mezquinas en lugar de la esperanza vana de querer ver algo diferente en el panorama bélico. Parte de esos seis millones le dijo "no" a un gobierno mentiroso y sus instituciones nefastas, le dijo "no" a la falta de garantías, "no" a las triquiñuelas históricas a las que nos tienen acostumbrado, dijeron "no" como venganza al peso de la opresión y la manipulación de las mancornas Estado-Medios y ese "no" debe ser aplaudido.

Personalmente tuve la oportunidad de escuchar a víctimas directas, gente que los ha visto a los ojos y han tenido que bajarlos por temor y a la fuerza. La mayoría hablaron de sus experiencias con la voz llana de quien tiene por "corazón, coraza" y lamentablemente con kilos de duda sobre lo que yo les exponía, pero siempre sin odio, siempre con un ojalá. Dejando inocentemente en manos de ese dios milenario una decisión que debió pertenecerle a ellos y solo a ellos. El perdón no puede ser color rosa porque está marinado por el tiempo y éste se mira en sepia.

Finalmente, más allá de lo obtenido, queda claro que el país se mueve de manera tan rápida, pero tan repetitiva, como los burritos de los parques, que no me queda duda hoy de lo que siempre he pensado: Colombia es un juego de niños, pero de niños problema. Las Farc están hoy sin piso, sin pausa y sin prisa porque los dejaron con los corotos dentro del camión y con la casa vendida. El estado es víctima de su propia inutilidad y corrupción; y la oposición, quería ver el tigre muerto, pero esperaban que siguiera vivo. El que tenga alguna idea no dude comentársela al gobierno, pues Santos debe estar como Ricardo III, cambiando su "reino por un caballo" que lo saque del barrial en que se encuentra.

Para los de sí, para los que creyeron en la esperanza, los que se conmovieron leyendo y escuchando, para los que perdonaron, para los que confiaron y dieron el salto en el vacío, para los que fueron mejores personas; no retornen, no miren atrás intentando "recobrar lo recobrado", las ganas mil veces marchitas de vivir en la desazón, sigan adelante con el corazón, la mente y la boca limpia. Bien lo dice Francisco Luis Bernárdez en el mismo poema arriba citado: Porque después de todo he comprendido por lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado.

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