Varios estadios rusos se convertirían en elefantes blancos

Varios estadios rusos se convertirían en elefantes blancos
En esta foto del 8 de mayo de 2018, se aprecia el estadio mundialista en Volgogrado, Rusia (AP Foto/Dmitriy Rogulin)

VOLGOGRADO, Rusia (AP) Seguramente, los estadios rusos lucirán repletos y esplendorosos durante la próxima Copa del Mundo. ¿Qué pasará después?

Varios de los 12 estadios parecen condenados a quedar vacíos una vez que las selecciones participantes se marchen de Rusia y que el Mundial concluya.

Se trata de una situación potencialmente problemática para Rusia, _cuya erogación de 10.800 millones de dólares para organizar el Mundial podría abultarse aún más por el déficit que representen los estadios. El fenómeno tampoco es muy alentador para la FIFA, que históricamente ha llevado a que los países anfitriones de la Copa del Mundo se queden sopesando durante años qué hacer con estadios subutilizados, verdaderos elefantes blancos.

El club Rotor de Volgogrado ocupará un nuevo estadio mundialista de 45.000 butacas en esa ciudad, pese a que el promedio de asistencia a sus partidos como local fue de apenas 3.800 aficionados en esta campaña. El Baltika de Kaliningrado heredará una arena para 35.000 espectadores, pero suele reunir apenas a 6.100 para sus cotejos.

Y Sochi, con un estadio para 48.000 personas, no tiene siquiera un equipo profesional de fútbol.

Los aficionados con edad suficiente en Volgogrado recuerdan la gesta del Rotor, que eliminó al Manchester United de la Copa de la UEFA en 1995. Sin embargo, el club no milita en la primera división desde 2004 y enfrenta viejos problemas financieros.

De hecho, enfrenta el riesgo de descender a la Segunda División Sur, la más baja categoría profesional en Rusia.

El alcalde de Volgogrado, Andrei Kosolapov, busca un patrocinador para el Rotor. En el fútbol ruso, ello suele significar que el gobierno regional o una empresa estatal absorban cuantiosas pérdidas.

Los magnates rusos prefieren invertir en clubes glamorosos del extranjero, como Chelsea, Arsenal o Mónaco.

Espero que resolvamos algunos asuntos con los inversionistas en el futuro próximo, dijo recientemente Kosolapov.

De igual forma, los rusos están ansiosos por ver los partidos del Mundial, y son líderes del mundo en la compra de entradas para este suceso. Pero rara vez acuden a los encuentros de los clubes locales.

En un país de 144 millones de habitantes, el promedio de asistencia a los partidos de la liga principal de Rusia en la temporada fue de 13.971, el mayor en dos décadas, pero todavía muy lejos de lo observado en otros países europeos.

Los organizadores del Mundial esperan que los nuevos estadios atraigan a los hinchas ahuyentados por las ruinosas instalaciones del pasado. Los partidos de ensayo en los nuevos inmuebles han atraído a grandes multitudes, aunque en muchas ocasiones la entrada ha sido gratuita.

Un nuevo estadio atrae instantáneamente a más personas para ver el fútbol, dijo Alexei Sorokin, director general del comité organizador de la Copa del Mundo, en declaraciones a la AP.

Sin embargo, admitió que el gobierno tendría que subsidiar al menos temporalmente los estadios subutilizados.

Varios estadios mundialistas implicarán un costo anual de entre 200 y 400 millones de rublos (de 3,2 a 6,4 millones de dólares) por concepto de mantenimiento, según estimados de funcionarios regionales.

Además, el entusiasmo por los nuevos estadios no es eterno.

La asistencia a los partidos del Rubin aumentó en 2014, cuando el club se mudó a la Arena Kazán, un estadio mundialista. Pero ha caído desde entonces. Este año, en promedio, el estadio estuvo vacío en más de tres cuartas partes.

Sudáfrica y Brasil siguen padeciendo para administrar estadios utilizados en los mundiales de 2010 y 2014.

Cuatro ciudades brasileñas tienen estadios subutilizados, como el Mane Garrincha de Brasilia, que costó 550 millones de dólares y que recientemente fue sede de un partido para 400 espectadores. El gobierno estatal de Río de janeiro, los administradores y los clubes locales se han enfrascado en una disputa sobre quién debe pagar el mantenimiento del Maracaná, donde se realizó la final en 2014.

Sudáfrica gastó 1.100 millones de dólares en sus sedes mundialistas de 2010, algunas de las cuales estarían perdiendo dinero.

Ante la posibilidad de que surjan más elefantes blancos en Catar 2022, la FIFA ha elogiado la candidatura para 2026, presentada conjuntamente por Estados Unidos, Canadá y México, que utilizaría sedes ya existentes y que suelen atraer ya bastante público.

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Contribuyeron con este despacho Francesca Ebel en Saransk, Rusia; Mauricio Savarese en Sao Paulo y Gerald Imray en Ciudad del Cabo.

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