Pese a buen resultado de emprendedores, Cuba guarda cautela

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Pese a buen resultado de emprendedores, Cuba guarda cautela

LA HABANA (AP) Era una vieja casa de paredes descascaradas y techos con maderas raídas. Hace décadas, antes de su abandono, fue la mansión de un prominente político. Desde hace cinco años funciona allí el elegante restaurante Atelier, que recuperó parte de su lujo y dio empleo a una veintena de trabajadores.

Ahora, aunque su propietaria podría aspirar a que el negocio siga creciendo, debido a las medidas tomadas recientemente por el gobierno de Cuba en relación a los emprendedores, no le quedará más que conformarse con el éxito obtenido hasta el momento.

Como éste, hay otros centenares de casos similares. La iniciativa de los emprendedores de la isla logró desde su despegue en 2010 una transformación dramática de las calles con proyectos de toda envergadura surgidos como hongos: cafeterías minúsculas al paso, talleres de oficios, inmobiliarias, gimnasios, academias de lengua y hostales boutique para turistas; vendedores ambulantes y pregoneros de toda laya.

Sin embargo, nuevas reglas para la iniciativa privada anunciadas hace poco --tras un año de congelación de los rubros más importantes del sector no estatal-- indican que el gobierno descartó por ahora subir un peldaño más en las reformas económicas tal como la aprobación de pequeñas y medianas empresas --dejando a los proyectos en su micro nivel actual-- y rechazando entregarles autorizaciones para trabajar como asociaciones a los empresarios ya instalados.

Tampoco se flexibilizó el estricto alcance de los permisos actuales --los que tienen un taller de computadoras no pueden imprimir documentos, por ejemplo-- y se excluyó nuevamente a los profesionales como ingenieros, arquitectos o abogados de la posibilidad de ejercer por cuenta propia.

La situación (del país) es de un bajo crecimiento, con una probable recesión, dependiente de Venezuela y los vínculos con Estados Unidos que no favorecen, explicó a The Associated Press el economista cubano e investigador de la Universidad Javeriana de Colombia, Pavel Vidal, para quien el paquete de medidas es contradictorio con la lógica financiera necesaria para salir de la crisis.

Según explicó Vidal, los controles y limitaciones de las nuevas normas obedecen más bien al sentido político de evitar el enriquecimiento personal ostensible de los particulares, un tabú para la sociedad socialista a donde el empleo mayoritario sigue siendo en el sector público.

Más del 70% de los casi 4,5 millones de cubanos en edad laboral trabajan para una dependencia o empresa estatal.

Según las nuevas regulaciones publicadas a principio de mes --y que entrarán en vigor en diciembre-- sólo se permitirá una licencia por persona cuando antes era posible tomar todas las que se quisiera y en algunos casos una única por domicilio --no se podrá tener un bar y rentar habitaciones por ejemplo--, los restaurantes contarán con un máximo de 50 sillas y se prohíbe la contratación de personal entre los profesores de idiomas o agentes inmobiliarios.

La flexibilización para ejercer fuera del Estado se produjo hace ocho años y fue una audaz medida del entonces presidente Raúl Castro para una sociedad en la que lo privado era sinónimo de capitalismo. Desde entonces se incrementó el pago de impuestos de los particulares y multiplicó la generación de empleo pasando de unos 100.000 trabajadores en esta modalidad a 600.000 actualmente.

Sin embargo, pese a los éxitos del sector, en agosto de 2017 las autoridades congelaron sin previo aviso y hasta ahora la entrega de licencias para rubros como arrendamiento de habitaciones a turistas, los restaurantes y los taxistas, y cancelaron de manera definitiva otras como vendedores ambulantes de productos agrícolas.

El objetivo de las autoridades era poner orden: el crecimiento del sector privado profundizó el mercado negro y la corrupción, entre otras ilegalidades. Asimismo generó desigualdad social entre empleados estatales --con sueldos de entre 30 y 50 dólares mensuales- y emprendedores más o menos exitosos que pueden duplicar esos montos u obtener hasta miles de dólares por sus emprendimientos.

Según expertos y emprendedores consultados por la AP, las nuevas medidas tampoco se enfocan en satisfacer demandas concretas de los empresarios como el acceso de estos a un mercado mayorista para reducir costos y se desaprovechan recursos humanos como el de los profesionales --ingenieros, arquitectos, abogados-- a quienes se les prohíbe el ejercicio independiente o como cooperativas orillándolos a la emigración.

Las autoridades insistieron en que su plan para la economía de la isla no es un crecimiento basado en estos pequeños servicios o bienes con bajo valor agregado por más exitosos que sean en la generación de empleos, sino en las producciones de la empresa estatal socialista. No obstante, cientos de éstas siguen siendo deficitarias e improductivas y el gobierno no pudo mejorar su rendimiento en décadas, al tiempo que los pequeños negocios particulares dan empleo con mejor remuneración elevando la calidad de vida de la familias.

Un congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba realizado en 2016 aprobó una serie de documentos que entre otros orientaba sobre la creación de pequeñas y medianas empresas en convivencia con la gran industria estatal socialista --llamada a ser la base del desarrollo del país-- pero los debates en curso para una reforma de la Constitución mostraron hasta qué punto hay preocupación en funcionarios y simpatizantes gubernamentales por el enriquecimiento de algunos emprendedores en el Estado socialista.

No queremos capitalismo, pero de aquí hasta allá podemos hacer muchas cosas, dijo el economista y miembro del oficialista Partido Comunista de Cuba, Esteban Morales, quien defendió la posibilidad de abrir espacios para los pequeños empresarios, movilizar dinero en manos de particulares para inversiones productivas o trazar una estrategia para retener a los jóvenes profesionales que están emigrando en masa. Todo, a fin de lograr que el país crezca en conjunto con la empresa estatal.

Asimismo, se espera que la renovada Constitución formalice la propiedad privada, pues actualmente no la reconoce --data de 1976--, paradójicamente a contramano a los cambios económicos impulsados por Castro.

Los servicios ayudan a la economía de un país, las pequeñas empresas también y así deberían vernos, como un recurso, expresó Niuris Higueras, de 43 años y dueña del restaurante Atelier, quien rescató la vieja casona y lamentó que ahora no se le permita asociarse con terceros o importar insumos.

Pese al sinsabor, algunos emprendedores aseguraron que seguirán apostando por sus iniciativas.

En este momento no aspiro tener una cadena, lamentó, Vanessa Pino, una diseñadora industrial de 31 años que hace cinco dejó un puesto en el Estado para abrir Dulces Detalles, un negocio ambulante de galletería y pastelería artesanal.

Pino tuvo tan buena aceptación de su producto que en agosto de 2017 cuando se produjo la congelación de entrega licencias estaba a punto de abrir una tienda para salir de la cocina de su casa y tener un local de venta. Ella se quedó con un proyecto de ampliación de su negocio en el cual no piensa avanzar hasta ver los alcances reales de las limitaciones de las nuevas medidas.

Estamos en un momento de tránsito, creo que va a ser lento, dijo Pino sin mostrar desesperanza en sus palabras. Tenemos que pensar que es un proceso y al final espero, vamos hacia algo mejor.

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Andrea Rodríguez está en: www.twitter.com/ARodriguezAP

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