Con la 'nueva normalidad' a cuestas, el uso del cubrebocas o mascarilla se ha vuelto parte de nuestro día a día. Podemos debatir la eficacia médica de las mascarillas como un elemento disuasivo eficaz para la propagación del coronavirus, pero desde un enfoque social, una cosa es segura: las mascarillas cambiarán la forma en que nos comunicamos al ocultar muchas de nuestras interacciones no verbales.

Los investigadores estiman que entre el 65% y el 93% del significado emocional de los mensajes (dependiendo del contexto y el historial entre quienes interactúan) se comunica de manera no verbal, a través de características vocales como ritmo, tono, volumen, postura, gestos y expresiones faciales. También sabemos que hay siete emociones, reconocidas en todas las culturas, que se comunican principalmente por nuestros rostros: miedo, sorpresa, tristeza, felicidad, ira, desprecio y disgusto. Tomando en consideración lo anterior, se han realizado diversos estudios que evalúan directamente los efectos de las mascarillas sobre las percepciones interpersonales. La mayoría de estos estudios se han realizado en Asia, donde han utilizado mascarillas durante varios años (debido al smog y al SARS).

Uno de los hallazgos consistentes es que las percepciones de empatía están ocultas por la presencia de los cubrebocas. Un estudio comparó a médicos con y sin mascarillas y las percepciones de sus pacientes de su satisfacción con la visita, el cumplimiento de las directivas médicas y la muestra de empatía de los médicos. Si bien las mascarillas no influyeron en la satisfacción de los pacientes con la cita o su cumplimiento con las recomendaciones, sí influyeron en las percepciones de los pacientes sobre la empatía mostrada por sus médicos.

La disminución de la empatía percibida debido a los cubrebocas, es decir, que se les niegue las señales faciales para juzgar cómo otro nos responde emocionalmente, es consistente con otro cuerpo de investigación que también atañe a otro aspecto de nuestra sociedad actual. Hay un número creciente de estudios que parecen indicar que la juventud hoy en día es menos empática como resultado de llevar a cabo gran parte de sus interacciones interpersonales a través de mensajes de texto y las distintas redes sociales. No obstante, es precisamente este medio de comunicación digital el que durante la pandemia nos ha permitido permanecer en contacto, acercando familias, amigos y enamorados.

Es así que tanto las mascarillas como los dispositivos electrónicos y redes sociales, pese a su infame reputación de distanciar, debilitar las interacciones sociales y mitigar el significado emocional de los mensajes en nuestra comunicación, son vitales para sobrevivir durante esta pandemia. No es que el uso de máscaras sea algo nuevo para la humanidad, muchos caminan en su día a día con máscaras invisibles para restringir y ocultar sus emociones y dolencias más profundas.

En torno a este tema, Richard Slatcher, profesor distinguido de psicología de Gail M. Williamson en la Universidad de Georgia, está trabajando en determinar los efectos psicológicos de la ya mencionada disminución en la comunicación cara a cara con su proyecto titulado "Amor en el tiempo de COVID".  El nombre del proyecto, como algunos ya lo habrán identificado, se tomó respetuosamente de la novela clásica "Amor en el tiempo del cólera" de Gabriel García Márquez.

El brote de COVID-19 está afectando profundamente nuestras relaciones sociales, es un hecho innegable, por lo cual Slatcher presentó las siguientes interrogantes: ¿Las personas se sienten más o menos conectadas con los demás? ¿Cómo se sienten las parejas al trabajar juntas desde casa? ¿Cuáles son los efectos de las personas que trabajan a tiempo completo desde su hogar y al mismo tiempo cuidan a sus hijos a tiempo completo? ¿Cuáles son los efectos de vivir solo en este momento? Es por ello que su investigación se centra en cómo las relaciones de las personas con los demás pueden afectar su bienestar y salud. "Esta experiencia nos impactará en formas que aún no entendemos completamente".

Los investigadores están recopilando datos a través de una encuesta, con la esperanza de conectarse con la mayor cantidad de personas posible de todo el mundo y escuchar historias sobre cómo la pandemia está alterando sus relaciones y su bienestar. Si deseas participar, puedes acceder a la encuesta aquí: https://ugeorgia.ca1.qualtrics.com/jfe/form/SV_9zBaBunoLSBmIvj

En el estudio Giulia Zoppolat, estudiante de doctorado en Vrije Universiteit en Amsterdam y colega de Slatcher estableció que "La forma en que las personas se conectan durante este tiempo es increíblemente conmovedora, y no a pesar de la pandemia, sino por ella. Somos seres inherentemente sociales, y este profundo impulso por la conexión se vuelve bella y dolorosamente evidente en momentos como estos"

Jugando con la idea de la carga emocional en ocasiones oculta en nuestros mensajes, tras las mascarillas y aún más tras la pantalla, cierro este artículo con un poema que enmarca el amor en tiempos de COVID.

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Demasía

A ti
pasión empírea de piel y huesos
Mi
gloria distante a luz fría pixelada
Amor
en ecos de un crujir de la carne

Te amo, así

Intermitente
y en soledad de tibia transparencia
Donde
remolinos cristalinos se desbordan y
Las
telas teñidas de húmeda tempestad claman
Voces
de olas agitadas que se alzan a su encuentro
Susurran
desilusión disimulada en un clímax esquivo de

La imposibilidad de lo nuestro

Entre
muros de papel  se aprisiona la bestia con
Mensajes
de una adoración ubicua y desenfrenos
Ocultos
los antojos, las ansias...los anhelos

 

Callando lo que en demasía te padezco, sin tiempo ni espacio

Hasta que el hilo se reviente y los labios se quiebren


Te amé desde siempre,
aún antes de que mis ojos y los tuyos tropezaran
Te amo ahora en silencio quebrantado,

con nudos y grilletes

Te amaré aún entre las sombras,

 desde los confines de la nada y la inexistencia hasta la eternidad

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