¿Es bueno NO perdonar?

¿Es bueno NO perdonar?

A todos nos han traicionado, difamado, herido, calumniado, mentido o simplemente, ignorado. En definitiva, nos han herido o hecho sentir muy mal. Y si a eso le sumamos la presión de perdonar, ya sea por la sociedad, nuestra fe, la familia, los amigos o hasta nuestra conciencia, la cosa se pone difícil. Además, si sumamos que el dolor que podemos sentir, es directamente proporcional al cariño o la cercanía que tengamos con quien lo haya hecho, esta situación se complica aún más.

Perdonar en definitiva, trae múltiples beneficios: encontrar nuestra tan apreciada paz mental o espiritual, seguir adelante, no perder más nuestro valioso tiempo o darle la importancia que el hecho realmente tiene, entre otros. Pero a veces, hacerlo no siempre es la mejor opción.

Cuando perdonamos, le damos la justa dimensión que el problema tiene, sanamos, es un beneficio para nosotros mismos y hasta capitalizamos la lección que este episodio nos ha dejado. Nos vuelve más selectivos para depositar nuestra confianza, nos enseña a no entregar tan fácil el corazón, en especial, a quien no se lo ha ganado, nos ayuda a equilibrar el nivel de interés, a no caer en "relaciones tóxicas", ver el beneficio de aclarar la situación o distinguir cuándo vale la pena o no hacerlo, para conservar la relación. En definitiva y como dice una amiga muy sabia, nos ayuda a ubicar a la gente en el cajón que realmente le corresponde y no en el que lo hemos colocado, en nuestra cajonera de las relaciones.

Pero a veces, al no hacerlo, nos mantiene fieles a nosotros, sin importar lo que los demás nos insistan o nos presionen. Y lo más irónico es que puede ser una buena decisión. Hay algunos pasos que podemos dar, para decidir si queremos o no, perdonar:

1.- Analizar la situación.- Tenemos que desmenuzar lo que nos han hecho, para aclarar muy bien qué tanto nos afectó y lo que sentiremos a futuro, pues las cosas, la mayoría de las veces, cambian.

2.- Curación.- Se trata de saber si necesitamos perdonar para sanar o no y aunque hay varias alternativas, siempre hay que escoger las que nos den nuestra paz.

3.- Momento adecuado.- Hay que tomarnos nuestro tiempo, para recuperarnos, empoderarnos y tomar la mejor decisión, cuando la calma ya ha llegado y ha dejado de dolernos. Pero lo más importante es saber que no hay un plazo fijo, pues es diferente para cada quien.

4.- Respeto propio.- Al tener la autoestima en buen lugar, nos respetarnos más, marcamos nuestros límites y sobre todo, sabemos qué no vamos a tolerar, para nuestro propio beneficio. Si perdonamos con mucha facilidad, estamos diciéndole a los demás, lo que somos capaces de permitirles, cómo pueden tratarnos y por tanto, cada vez que se repita, nos faltamos al respeto a nosotros mismos y pueden volver a lastimarnos.

5.- Soltar la ira.- Es una emoción muy difícil de manejar y si se guarda, puede derivar en resentimientos, depresión y hasta problemas de salud fuertes. Hay que reconocerla y expresarla, pero de manera sana.

6.- Redescubrimiento personal.- Cuando nos hieren, hay un antes y un después, pues las cosas no vuelven a ser iguales, como también, tomamos conciencia de que cómo esa situación nos ha cambiado.

7.- No necesitamos hacerlo para sanarnos.- Si al perdonar, no sanamos, no hay que hacerlo. Pero tampoco nos convierte en malas personas.

8.- Aislamiento.- Cuando creemos perdonar sin sentirlo, puede ser contraproducente, ya que nos aísla, porque lo hacemos más por tener miedo de ser juzgados y no porque lo sintamos de corazón.

9.- Imposible perdonar.- A veces la ofensa nos sobrepasa y si no se da, no pasa nada.

 

¿Pero, si deseamos perdonar, se puede hacer? Por supuesto. Hay varias alternativas para conseguirlo.

1.- Autocompasión.- Al recriminarnos, nos puede dejar en una situación aún más dolorosa. Lo importante es dejar ir la situación que tuvimos y el sentimiento que nos dejó.

2.- Empatía.- Si somos conscientes de que quién nos lastimó, también tiene malos momentos, presiones, defectos y tristezas, nos vuelve más empáticos y entendemos que tal vez esas son las razones de habernos lastimado, a veces sin proponérselo.

3.- Oportunidad de curarnos.- Hay que reconocer nuestras emociones podemos sanarlas, pero sin presiones. Tendremos buenos y malos días, que se irán equilibrando conforme pase el tiempo y que nos darán la mentalidad correcta, para hacerlo.

4.- Mantenernos activos.- Entre más ocupados estemos, menos pensaremos en ese episodio y en sus aspectos negativos, lo veremos más claramente y podremos ser objetivos.

5.- Reconocer nuestros límites.- Hay que mantenernos a salvo emocional o físicamente, porque al hacerlo, sabremos si podemos perdonar a quien los cruzó.

6.- Ubicación.- Tenemos que reconocer lo que sucedió, si la persona se disculpo o se siente arrepentida, si es algo grave o simplemente un mal entendido, no dejar que los demás intervengan, pues pueden tergiversar la situación y determinar si es la primera vez que nos lastiman o se ha vuelto una conducta recurrente

Una vez que se ha sopesado los pros y contras de esta situación, hay que valorar qué se quiere hacer al respecto, como puede ser dar otra oportunidad, hablarlo, o simplemente dejarlo pasar. Al final de cuentas, perdonar o no perdonar, he ahí la cuestión. Y es muy personal. Pero sin sentirnos mal, claro que podemos curarnos, sin perdonar.

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