Países bálticos se preguntan: ¿nosotros somos los próximos?

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Países bálticos se preguntan: ¿nosotros somos los próximos?
Manifestantes queman un pasaporte ruso durante una protesta contra el ataque ruso a Ucrania frente a la embajada rusa en Vilna, Lituania, el jueves 24 de febrero de 2022. (AP Foto/Mindaugas Kulbis)

VILNA, Lituania (AP) — Vistos desde París, Londres y Washington, los acontecimientos que se desarrollan en Ucrania pueden parecer una nueva Guerra Fría que se está gestando en Europa, pero desde los países bálticos se ven mucho peor.

La hostilidad de Rusia hacia Ucrania tiene muy preocupados a muchos estonios, letones y lituanos — sobre todo a los que tienen la edad suficiente para haber vivido bajo el control soviético — por la posibilidad de ser los próximos objetivos del Kremlin. Las crecientes tensiones que precedieron al ataque del jueves les trajeron recuerdos de las deportaciones masivas y la opresión.

“A mis abuelos los enviaron a Siberia. Mi padre fue perseguido por la KGB. Ahora vivo en un país democrático libre, pero parece que no se puede dar nada por sentado”, lamentó Jaunius Kazlauskas, un maestro de 50 años que reside en Vilna, la capital de Lituania.

El ataque ruso a Ucrania envió ondas de choque a través de los países bálticos. El presidente de Lituania declaró el estado de emergencia, y Letonia suspendió las licencias de transmisión de varias estaciones de televisión rusas acusadas de difundir desinformación y propaganda.

Los tres países bálticos fueron ocupados y anexados por Josef Stalin durante la Segunda Guerra Mundial, y sólo recuperaron su independencia con la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Ingresaron a la OTAN en 2004, poniéndose bajo la protección militar de Estados Unidos y sus aliados occidentales. Ucrania no forma parte de la OTAN.

Junto con Polonia, otro miembro de la OTAN, los pequeños países bálticos han estado entre los defensores más ruidosos de que se apliquen sanciones más severas contra Moscú y de que la OTAN refuerce el flanco oriental de la alianza.

En las últimas semanas, los líderes de los gobiernos bálticos viajaron a las capitales europeas, donde exhortaron a Occidente a hacer que el presidente ruso Vladimir Putin pague por atacar a Ucrania, o de lo contrario sus tanques seguirán avanzando hacia otras partes del antiguo imperio soviético.

“La batalla por Ucrania es una batalla por Europa. Si Putin no es detenido allí, irá más lejos”, advirtió la semana pasada el ministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, durante una conferencia de prensa conjunta con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin.

Dos días antes del ataque, el presidente estadounidense Joe Biden anunció que algunas tropas de ese país desplegadas en Europa, incluyendo 800 soldados de infantería, aviones caza F-35 y helicópteros Apache, serían trasladados a los tres países bálticos, en un paso que dijo era puramente defensivo.

La noticia fue recibida con entusiasmo en las capitales bálticas. Aunque el tratado de la OTAN compromete a todos los aliados a defender a cualquier miembro que sea atacado, los países bálticos dicen que es necesario que la alianza muestre su determinación no solamente con palabras, sino también con tropas en tierra.

“Rusia siempre mide el poderío militar, pero también la voluntad de los países para luchar”, dijo Janis Garisons, secretario de Estado en el Ministerio de Defensa de Letonia. “Una vez que ven una debilidad, la explotan”.

Aunque Putin no ha expresado públicamente ninguna ambición de reafirmar el control ruso sobre los países bálticos, muchos estonios, letones y lituanos temen que quiera recuperar influencia en todas las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, cuyo colapso describió alguna vez como una tragedia para el pueblo ruso.

En un discurso esta semana antes de la intervención militar rusa, Putin dijo que Ucrania “no es sólo un país vecino para nosotros. Es una parte inalienable de nuestra propia historia, cultura y espacio espiritual”.

“Cuando escuchamos a Putin humillando a Ucrania, llamándola un estado artificial sin historia, eso nos recuerda las mismas cosas que han estado repitiendo de todas las exrepúblicas soviéticas durante muchos años”, dijo Nerijus Maliukevicius, un analista político en la Universidad de Vilna. La “maquinaria de propaganda estatal (rusa) está trabajando ahora a niveles sin precedentes de intensidad y el mensaje no es sólo sobre Ucrania”, añadió.

Lituania tiene fronteras con Kaliningrado, una región rusa donde está la base de la flota rusa del Báltico, y Bielorrusia, la exrepública soviética en la que están desplegados decenas de miles de soldados rusos para ejercicios conjuntos. Recientemente, el gobierno bielorruso anunció que las maniobras proseguirían debido a las tensiones en el este de Ucrania.

“Parece que no se van a ir”, dijo el ministro de Defensa de Lituania, Arvydas Anusauskas, antes del ataque ruso a Ucrania. “Pero debemos entender que los números no lo dicen todo. Hay tropas muy avanzadas técnicamente en nuestro lado de la frontera. Su tarea principal es disuasión... y defensa, si es necesario”.

Los países bálticos han expresado un fuerte respaldo a Ucrania. Los gobernantes de esas naciones han viajado a Kiev recientemente para mostrar su solidaridad y han enviado armamento y ayuda humanitaria.

Estonia, que celebra su independencia el jueves, está adoptando una posición firme en el conflicto, pero no porque tema por su seguridad, dijo la expresidenta Kersti Kaljulaid, primera mujer en ocupar el puesto.

“Lo hacemos porque pensamos que es nuestra obligación moral”, dijo. “Sentimos muy fuertemente que… cada nación debe tener el derecho a decidir su futuro”.

Aunque los países bálticos son vecinos directos de Rusia, Kaljulaid dice que otros países europeos deberían estar igualmente preocupados por la crisis en Ucrania.

“Francamente, no pienso que sea un asunto de mayor relevancia para los bálticos”, dijo. “Si lo miras desde Kiev, es la misma distancia a Berlín que a Tallin”.

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Ritter reportó desde Estocolmo. Jari Tanner en Helsinki contribuyó a este despacho

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