Fallece Ben Ferencz; fiscal en los juicios de Núremberg

Fallece Ben Ferencz; fiscal en los juicios de Núremberg
ARCHIVO - El abogado rumano-estadounidense Benjamin Ferencz, exsoldado en la Segunda Guerra Mundial y uno de los fiscales para los juicios de Núremberg contra los nazis, emite unas palabras durante la inauguración de una muestra con motivo de los juicios de Núremberg, en Núremberg, Alemania, el domingo 21 de noviembre de 2010. (Armin Weigel/Foto compartida vía AP, Archivo)

Ben Ferencz, el último fiscal vivo de los juicios de Nuremberg, en los que se procesó a nazis por sus crímenes de guerra genocida y fue uno de los primeros testigos externos en documentar las atrocidades de los campos de trabajo y concentración nazis, ha fallecido. Había cumplido 103 años apenas en marzo.

Ferencz falleció el viernes en la noche en Boynton Beach, Florida, dijo el profesor de Derecho de la Universidad St. John, John Barret, que dirige un blog sobre los juicios de Núremberg. El deceso también lo confirmó el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos en Washington.

“Hoy el mundo perdió a un líder en la búsqueda de justicia para las víctimas de genocidio y crímenes relacionados", tuiteó el museo.

Ferencz, que nació en Transilvania en 1920, llegó a Nueva York de niño con sus padres inmigrantes que huían de ola generalizada de antisemitismo. Después de graduarse en la Escuela de Derecho de Harvard, Ferencz se enroló a tiempo en el Ejército de Estados Unidos para participar en la invasión a Normandía en la Segunda Guerra Mundial.

Debido a su bagaje jurídico, Ferencz se convirtió en investigador de crímenes de guerra perpetrados por nazis contra soldados estadounidenses, como parte de una nueva Sección de Crímenes de Guerra de la Oficina del Abogado Juez.

Cuando los informes de la inteligencia estadounidense describían a soldados que encontraban numerosas personas casi muertas de inanición en los campos nazis vigilados por guardias de las SS, Ferencz visitó primero el campo de trabajo de Ohrdruf en Alemania y después el famoso campo de concentración de Buchenwald.

En esos campos y después en otros, Ferencz encontró cadáveres “amontonados como pilas de leña” y a personas que eran “esqueletos indefensos con diarrea, disentería, tifo, tuberculosis, neumonía y otras enfermedades, que sufrían náuseas en sus literas llenas de piojos o en el piso y cuyas miradas patéticas suplicaban ayuda”, escribió Ferencz en un relato sobre su vida.

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