Estudio de Arthur Miller en Connecticut aguarda en medio de un estacionamiento

Estudio de Arthur Miller en Connecticut aguarda en medio de un estacionamiento
ARCHIVO - El dramaturgo Arthur Miller posa frente a su casa de campo, donde vive con su esposa actriz, en Roxbury, Connecticut, el 7 de agosto de 1958. El estudio de Miller, originalmente construido junto a su antigua casa de Roxbury, es donde escribió y revisó varias obras de teatro, su autobiografía "Timebends" y los guiones para las películas "The Misfits" y "The Crucible". La junta de Arthur Miller Writing Studio, junto con la hija de Miller, Rebecca Miller, esperan recaudar 1 millón de dólares para restaurar la modesta estructura del estudio, reubicarla en una biblioteca local cercana y crear programación que inspire a otros escritores. (Foto AP, archivo)

ROXBURY, Connecticut, EE.UU. (AP) — Cada mañana, después del desayuno, el renombrado dramaturgo Arthur Miller subía una pendiente cubierta de hierba hasta su santuario creativo, un modesto estudio de 300 pies cuadrados (27.8 metros cuadrados) con una pequeña terraza con vistas a un arroyo y bosques en su amada propiedad de Connecticut.

Desde 1958 hasta su muerte en 2005 a los 89 años, ahí fue donde el escritor ganador del Premio Pulitzer elaboró y revisó numerosas obras de teatro, comentarios sociales, diarios personales, su autobiografía y otros materiales, incluidos los guiones de las películas “The Misfits” (“Vidas rebeldes”) de 1961 y “The Crucible” (“El crisol”) de 1996. Considerado uno de los mejores dramaturgos de la nación, Miller era conocido por sus dramas con un gran peso moral y personal que a menudo ponía al descubierto las fallas del sueño americano.

Hoy, la vista desde el estudio es menos inspiradora.

Sin el conocimiento de muchos lugareños, durante los últimos cinco años, la estructura de tejas de madera de una habitación ha estado escondida detrás del ayuntamiento de Roxbury, Connecticut, junto a un contenedor de basura oxidado y quitanieves en un estacionamiento común y corriente, esperando un próximo acto incierto.

“Es una parte de la historia de Roxbury. Y no podemos dejar que desaparezca”, dijo Marc Olivieri, exvecino de Miller y constructor que trasladó el estudio a su ubicación actual que, se supone, sería temporal.

Un grupo que trabaja con la hija de Miller, la escritora y cineasta Rebecca Miller, ha tratado de recaudar 1 millón de dólares para renovar la estructura y trasladarla a los terrenos de una biblioteca pública local.

También esperan ofrecer programación relacionada, que Olivieri, miembro de la junta de la organización sin fines de lucro Arthur Miller Writing Studio, insiste que es la parte más importante del proyecto.

“Las ideas y los ideales son esenciales para mantener la dirección moral de este país”, escribió Olivieri en un correo electrónico. “Escritores como Miller brindan las historias que colorean estas ideas”.

Roxbury es una comunidad tranquila y bucólica de 2.200 habitantes que se encuentra a unas 87 millas (140 km) al noreste de la ciudad de Nueva York, y durante mucho tiempo ha sido hogar de escritores, artistas e intérpretes famosos, incluido el difunto letrista y compositor de Broadway Stephen Sondheim, los fallecidos autores Frank McCourt y William Styron y el difunto escultor Alexander Calder.

A fines de la década de 1950, la leyenda de Hollywood Marilyn Monroe, la segunda esposa de Miller, también vivió allí.

“Mucha de esta gente va allí porque no es Nueva York. Está fuera del camino. Es tranquilo y la gente no se preocupa por ellos”, dijo Sarah Griswold, presidenta de la junta de Arthur Miller Writing Studio. “No hay una conmemoración o reconocimiento real de la creatividad que vive en estas colinas”.

El grupo, que se está asociando con otras organizaciones de Arthur Miller, espera que los futuros visitantes del estudio aprendan sobre el trabajo y el activismo del dramaturgo, además de asistir a talleres sobre escritura, teatro y temas que le interesaban, como el encarcelamiento masivo. Hay planes para eventualmente albergar residencias de escritores y un repositorio en línea.

Pero hasta ahora el grupo ha recaudado menos de 20.000 dólares a través de su sitio en GoFundMe y ahora está bajo presión para intensificar los esfuerzos de recaudación de fondos debido a las mejoras planificadas para el estacionamiento del departamento de carreteras.

El estudio, que Miller ayudó a diseñar y que todavía tiene las baldosas de linóleo que él mismo colocó, fue el segundo lugar de escritura del dramaturgo en Roxbury. En una cabaña que construyó en una casa anterior escribió “Death of a Salesman” (“Muerte de un viajante”) de 1949.

El estudio más nuevo terminó en su lugar actual después de que Rebecca Miller vendiera la segunda propiedad de su padre. Pensando que los nuevos propietarios podrían derribar el pequeño edificio anexo, recurrió a la ciudad en busca de ayuda y pagó para que lo apuntalaran y lo trasladaran temporalmente.

Rebecca Miller, quien dijo que apartó las ganancias de la venta de la casa para contribuir a la meta de 1 millón de dólares, donará el estudio a la ciudad.

“Podría ir a todo tipo de lugares, pero realmente quería que perteneciera a Roxbury porque Roxbury fue realmente su hogar durante mucho tiempo”, dijo. “Entonces pensé que era hermoso que perteneciera a la ciudad en última instancia.”

Pero la recaudación de fondos ha sido un desafío.

“Puedes tener una idea poética, pero hacer que esto suceda es otra cosa completamente diferente”, dijo.

“Siento que hay dinero en la comunidad”, dijo. “Una vez que la gente se dé cuenta de que otros están dando, creo que habrá más sentido de generosidad. Y creo que está empezando a haber una oleada de apoyo”.

Rebecca Miller rescató los muebles modestos del estudio, incluido un diván, una estufa de leña y una vieja silla de oficina de metal que su padre, un experto en todos los oficios, insistió en arreglar en lugar de reemplazar. Una vez reformado el edificio, los elementos se dispondrán tal y como los dejó el dramaturgo.

Fotografías en blanco y negro tomadas por la fotógrafa de Magnum Inge Morath, madre de Rebecca Miller y la tercera esposa de Arthur Miller, documentan el trabajo del dramaturgo durante décadas en el estudio. Esas imágenes se utilizarán como guía.

Arthur Miller pasó de trabajar en un escritorio que hizo con una puerta de madera a, finalmente, un tercer escritorio que él mismo construyó con madera contrachapada pesada para su primera computadora y una impresora.

Con sus característicos anteojos de montura oscura, se le ve en una foto de 1997 sentado y leyendo un manuscrito, rodeado de paneles de madera oscura. Cerca hay un diccionario abierto y una máquina de escribir. Una radio y libros de referencia se encuentran en algunos estantes.

En otra foto, tomada 25 años antes, Miller posa con aspecto serio, con las piernas cruzadas y una pipa en la boca. Una foto de 1963 lo muestra reuniéndose en el estudio con el director Elia Kazan y el productor Robert Whitehead, quienes trabajaron juntos en la obra “After the Fall” (“Después de la caída”), que se presentó en Broadway con 208 funciones.

La asistente literaria del escritor en la última década de su vida, Julia Bolus, también directora de Arthur Miller Trust y miembro de la junta de Writing Studio, recuerda bien el estudio. Dijo que trabajaban allí juntos por las tardes después de que Miller terminaba de escribir.

“Durante casi medio siglo, fue su espacio central y su único espacio privado”, dijo Bolus, quien trabaja en un proyecto para publicar los diarios de Miller. “La puerta siempre estuvo abierta para su familia, pero la gente le dio... ese tiempo de la mañana para sí mismo”.

Mary Tyrrell, farmacéutica y propietaria de la histórica Canfield Corner Pharmacy en las cercanías de Woodbury, recuerda cómo Miller iba por su periódico y conversaba en la fuente de sodas con su difunta madre, Vera Elsenboss, expropietaria del establecimiento. Tyrrell describió al escritor como modesto, alguien que podría estar un poco avergonzado por la atención pública actual a su refugio literario sin lujos, pero que en última instancia apreciaría que se conservara.

Un día, dijo Tyrrell, su madre le exigió al escritor que se quitara su suéter favorito y le permitiera reparar los codos desgastados con parches de cuero nuevos. Miller lamentó que no fuera igual.

“Ella dice: ‘Tienes razón, Arthur, pero esto es lo que te mereces’”, dijo Tyrrell. “Las personas que lo amaban lo reverenciaban más de lo que él pensaba de sí mismo a veces, lo cual es algo bueno para la comunidad”.

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