Muchas veces nos hemos enfrentado a situaciones, a personas o a lugares que a veces nos producen mucha ansiedad, al punto de que nos paralizamos y no sabemos cómo actuar, o queremos salir corriendo lo más rápido posible para no enfrentar la situación que nos lleva a sentirnos ansiosos y angustiados. Y en otras ocasiones solo queremos resolver lo antes posible dicha situación, tener una respuesta, tener la solución a lo que nos aqueja lo antes posible; no queremos esperar porque esta espera nos trae demasiada ansiedad, temor, angustia, y solo queremos poder tener en nuestras manos lo más rápido posible la solución, lo cual nos lleva a actuar de forma precipitada y a veces errónea.
Seguramente te has encontrado en dichas situaciones más de alguna vez en tu vida, en que en una de ellas solo quieres huir y en la otra solo quieres enfrentarlo sin tener que esperar por más tiempo por una respuesta. Todo esto seguramente no ha sido nada fácil, porque a veces esta ansiedad nos llega a enfermar, nos hace doler la cabeza, nos trae tensión muscular e insomnio, entre otras cosas.
La ansiedad no es más que la respuesta fisiológica de nuestro cuerpo ante situaciones difíciles que nos hacen sentir inquietos y ansiosos, que nos llevan a entrar en este estado de alerta frente a aquello que nos produce gran estrés o una cierta amenaza que nos trae angustia y temor.
Efectivamente, la ansiedad es normal en el ser humano y siempre estará presente. Ahora, el problema es cuando esta ansiedad no nos deja vivir de manera sana, nos paraliza, no nos deja avanzar, nos controla de tal manera que pasa a ser un estado de enfermedad.
Cuando esta ansiedad te paraliza de tal manera que no te permite enfrentar situaciones, ya que, por ejemplo, te limita a relacionarte con las personas a tu alrededor, te limita a ir a ciertos lugares, a sociabilizar o a realizar ciertas acciones, postergándolas lo más posible, porque es tanto el temor que te da realizar aquello, y esto se da de forma reiterada en el tiempo, ahí sí estamos hablando de la ansiedad como enfermedad; que a la larga te llevará a tener consecuencias dañinas en tu cuerpo, como generar un estado de estrés constante.
Identificar la ansiedad enfermiza versus la ansiedad normal que tendremos frente a situaciones difíciles es la clave de todo. Una situación inusual sería, por ejemplo, el miedo social: no salir a ningún lugar por temor a tener que hablar en público, socializar con las personas, compartir tus pensamientos o ideas, dar opiniones, etc.; no hacerlo porque te da pánico y te produce una ansiedad desmedida, ya sería motivo para pensar que estamos frente a un estado de ansiedad anormal. No realizar algo por temor y vivir postergándolo porque tienes un temor tan grande a lo que pueda pasar, también podría decirse que es un tipo de ansiedad ya enfermiza. Otro ejemplo sería no ir a un lugar determinado o evitar una situación determinada, como por ejemplo no puedo entrar a una habitación oscura o a lugares con poca luz, porque esto me produce pánico, temor desmedido; me siento ahogado, me paralizo. Ya esta situación se podría tratar como un tipo de ansiedad producido por una fobia.
Cada vez que nuestro cuerpo actúa paralizándose, huyendo o postergando algo de manera desmedida, son síntomas de la famosa ansiedad vista y estudiada por los expertos como una enfermedad. Pero, si yo tengo temor o estrés por una situación complicada, lo cual me produce mucha ansiedad, sin embargo, la enfrento aún con el temor que me produce dicha situación, no podría verse como una enfermedad, ya que la he manejado y enfrentado, por lo que solo sería la respuesta fisiológica de mi cuerpo y nada más.
Entonces, entendiendo ya las diferencias de la ansiedad como enfermedad y como una respuesta normal de nuestro cuerpo que se pone en alerta cada vez que nos vemos enfrentados a lo incierto o algo difícil, sería bueno entender también cómo nosotros podemos trabajar de mejor manera esta ansiedad para que no nos afecte en nuestra salud y nuestra vida cotidiana.
La mejor forma de enfrentar la ansiedad es manejando nuestros pensamientos catastróficos, porque muchas veces, frente a un conflicto, nos ponemos en los peores escenarios, recordamos sucesos pasados y creemos que volverá a ocurrir lo mismo, o nos desesperamos y actuamos de forma precipitada por no esperar la respuesta o la solución, porque es tal la ansiedad que tenemos, que creemos equivocadamente que debemos actuar rápidamente, aunque esto muchas veces complique aún más la situación. Nuestro cuerpo actúa en piloto automático, quieras o no, no nos vamos ni a dar cuenta cómo es que se pone en alerta, y nos lleva a actuar o, al revés, a no actuar por temor, por miedo o simplemente nos lleva a realizar algo de lo cual después seguro nos vamos a arrepentir.
La ansiedad no se maneja distrayéndonos, cambiando el enfoque o evitando el suceso que nos produce dicho estado, sino que enfrentándola, pero con las herramientas necesarias.
Por ejemplo, debemos cambiar nuestros pensamientos limitantes y catastróficos por ideas o pensamientos útiles, positivos y objetivos, ya que por lo general vemos la amenaza o aquello que nos aqueja de manera exagerada, todo esto por pensamientos erróneos que a veces vienen de nuestras experiencias negativas pasadas. Lo importante es saber que no siempre va a suceder lo mismo; es más, lo más probable es que todo se solucione, que todo se resuelva, y muchas veces empezamos a sobrepensar tanto las cosas que terminamos envueltos en un estado ansioso que nos daña la salud y nos aparta de la verdadera realidad de la situación, ya que, sea como sea, siempre vamos a salir de una situación complicada si la abordamos con calma, con pensamientos objetivos y bien situados que seguro nos harán encontrar una respuesta o una solución para nuestro problema.
Es así como aquello catastrófico o el peor escenario posible que imaginamos nunca sucede o, por lo general, nunca sucede como lo imaginamos y sufrimos de más pensando lo peor de lo peor.
Aceptar la situación es otra forma de enfrentar el problema. Entre menos te demoras en aceptarlo, menos tiempo demorarás en buscar soluciones. Huir del problema, del conflicto o de un lugar no hará que la dificultad desaparezca; solo aumentará tu ansiedad. Por tanto, enfrentar la situación y aceptándola es primordial para evitar la ansiedad.
Debemos abrazar este estado de ansiedad, aceptar nuestra humanidad, evitando pensar en lo peor, si no al revés, pensando en que todo tiene solución. Manejar la situación y enfrentarla nos llevará a superar nuestros temores, inseguridades y limitaciones, creciendo como personas.
Por último, cuando la ansiedad se haga reiterada y vivas siempre en estado alerta ante cualquier situación, por pequeña que esta sea, que te esté impidiendo hacer tu vida de forma normal, que te haga sentir enferma, con migraña frecuente, insomnio, dolores musculares, etc., significará que debes buscar ayuda profesional, porque la ansiedad es manejable, es solo la respuesta de alerta de nuestro cuerpo y no puede hacer que tu vida se vea paralizada o postergada ante tales situaciones ansiosas. ¿Tú qué piensas?