El conflicto fronterizo en Líbano: Entre la retirada israelí y la lucha por el control territorial
Analizamos la prolongada tensión en el sur del Líbano, las acusaciones mutuas entre Israel y Hezbollah, y el impacto para los desplazados libaneses.
Una retirada militar sin final claro
El sur del Líbano continúa siendo un escenario convulso de tensiones políticas y militares. Según el reciente acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbollah, ambas partes tenían un plazo de 60 días para retirarse, durante el cual el ejército libanés, respaldado por cascos azules de la UNIFIL (Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano), debía tomar el control de las áreas disputadas. No obstante, esta fase se ha visto retrasada, provocando nuevas fricciones.
En un comunicado, el ejército israelí justificó el retraso debido al supuesto incumplimiento de sus obligaciones por parte de Hezbollah y el ejército libanés. En respuesta, la contraparte libanesa acusó a Israel de obstaculizar su reemplazo en las líneas de control, poniendo en duda la viabilidad del acuerdo. La extensión del conflicto forma parte de una lucha de décadas que ha desplazado a miles de civiles y dejado atrás pueblos enteros destruidos.
Destrucción masiva y resistencia de los residentes
En localidades como Mays al-Jabal y Blida, los efectos de la incursión israelí son evidentes. Casas en ruinas, carreteras bloqueadas y desolación son el común denominador. Más de 112,000 libaneses aún permanecen desplazados tras el conflicto.
Un residente de la zona, que prefirió mantener su anonimato, comentó a medios locales: “Nos enfrentamos al desafío de reconstruir no solo nuestros hogares, sino también nuestras vidas. Todo aquí ha sido reducido a escombros.”
Israel ha defendido estas acciones bajo el argumento de estar desmantelando infraestructuras de Hezbollah, incluida una red de túneles utilizada por el grupo militante. Por su parte, el presidente libanés Joseph Aoun calificó la destrucción de infraestructura civil como un intento de impedir el retorno de los residentes a sus pueblos de origen.
El papel crucial de UNIFIL
Los cascos azules de UNIFIL están jugando un rol mediador mientras intentan garantizar que los términos del acuerdo sean respetados por ambas partes. Sin embargo, su labor también enfrenta dificultades. En diversas ocasiones, su acceso ha sido bloqueado por barricadas y explosivos, como lo informó el mayor Dinesh Bhandari del batallón nepalí destacado en Mays al-Jabal.
Además, durante patrullajes recientes, fuerzas de UNIFIL descubrieron arsenales de armamento pertenecientes a Hezbollah. Esto plantea preguntas sobre el alcance y la efectividad del desarme acordado previamente en los términos del alto el fuego.
Un conflicto con múltiples aristas
El conflicto en el sur del Líbano no es solo una pugna territorial; es una batalla multifacética que involucra actores políticos internacionales clave. Francia y Estados Unidos, garantes del acuerdo, han mantenido diálogos con las partes implicadas para extender las negociaciones y evitar un colapso total del acuerdo de alto el fuego.
Washington respalda una prórroga en la fase de retiro, buscando evitar un vacío de poder que fortalezca aún más las tensiones entre las fuerzas libanesas e israelíes. Mientras tanto, Hezbollah, con su influencia militar y política en el sur del Líbano, sigue siendo un factor central en esta ecuación geopolítica.
¿Qué sigue para el sur del Líbano?
El futuro de esta región sigue siendo incierto. La reconstrucción apenas comienza, y muchos temen que las tensiones puedan resurgir a mayor escala si las partes no cumplen sus compromisos. Además, los desplazados enfrentan barreras enormes para regresar a sus hogares, incluyendo infraestructura devastada, minas terrestres y cismas políticos que dificultan la gobernanza.
El proceso de pacificación requiere la colaboración de múltiples actores, tanto locales como internacionales. Sin este balance, es probable que esta región siga atrapada en un ciclo de conflicto y desplazamiento interminables.
