La batalla por la influencia en Kiribati: ¿China y Occidente en un nuevo tablero geopolítico?
Las tensiones entre Kiribati y Nueva Zelanda reflejan un cambio estratégico impulsado por el creciente interés de China en el Pacífico Sur.
**Kiribati**, una pequeña nación insular en el Pacífico, está atrayendo una atención inusual en el escenario internacional. Este archipiélago, que enfrenta serias amenazas debido al cambio climático, también se encuentra en el centro de una pugna estratégica entre China y Occidente. En los últimos años, las tensiones geopolíticas han aumentado a medida que Kiribati cambia sus lealtades diplomáticas y redefine sus alianzas.
Una nación estratégica y vulnerable
Kiribati, con una población de aproximadamente 120,000 personas, tiene una importancia estratégica inesperada. Su ubicación cercana a Hawái, junto con una vasta zona económica exclusiva que se encuentra entre las más grandes del mundo, la convierte en un objetivo clave para potencias globales. Sin embargo, esta nación sigue siendo extremadamente dependiente de la ayuda internacional: en 2022, el 18% de su ingreso nacional provino de la asistencia extranjera.
La vulnerabilidad de Kiribati también se manifiesta en su dependencia económica. En el último período, Nueva Zelanda contribuyó con 102 millones de dólares neozelandeses (unos $58 millones de USD) entre 2021 y 2024. Esta asistencia extranjera no solo sostiene programas básicos sino también proyectos relacionados con el cambio climático, un tema crítico dada la amenaza existencial que enfrentan estas islas debido al aumento del nivel del mar.
China entra en juego
En 2019, Kiribati cambió su reconocimiento diplomático de Taiwán a China, uniéndose a un número creciente de países en el Pacífico que han tomado decisiones similares. Esta alineación con Pekín incluyó la firma de varios acuerdos bilaterales que incrementaron significativamente la ayuda y los préstamos chinos a este país insular. Este cambio, sin embargo, creó fricciones con Australia y Nueva Zelanda, quienes históricamente han sido aliados y principales donantes de ayuda a Kiribati.
China, por su parte, ha utilizado una estrategia conocida como *cheque diplomático*, ofreciendo financiación y desarrollo de infraestructura en países que respaldan su ambiciones geopolíticas. Esto no solo pone presión sobre las relaciones tradicionales de Kiribati con Occidente, sino que también provoca preocupaciones más amplias sobre la creciente influencia de China en todo el Pacífico Sur.
Nueva Zelanda responde al "desaire"
En enero de este año, un encuentro planeado entre el Ministro de Relaciones Exteriores neozelandés, Winston Peters, y el Presidente de Kiribati, Taneti Maamau, fue cancelado abruptamente. Esta acción, percibida como un desaire diplomático, llevó a Nueva Zelanda a reconsiderar todos sus programas de desarrollo en Kiribati. Según un comunicado de la oficina de Peters, "la falta de contacto a nivel político dificulta acordar prioridades conjuntas para nuestro programa de desarrollo".
El gobierno de Kiribati no abordó directamente las acusaciones de Nueva Zelanda, aunque un ministro local negó que la cancelación fuera intencionada. Aun así, la decisión de Nueva Zelanda marca una postura más firme hacia sus compromisos de ayuda, señalando que las relaciones diplomáticas pueden tener impactos prácticos como la limitación de visas residenciales o reducciones en esquemas laborales para ciudadanos de Kiribati.
La diferente estrategia de Australia
En contraste con Nueva Zelanda, Australia ha adoptado un enfoque más "suave". A pesar de no reunirse con el Presidente Maamau durante una reciente visita, el Ministro de Defensa australiano entregó un barco patrullero prometido previamente a Kiribati en 2023, subrayando el compromiso continuo de Canberra con la cooperación y el desarrollo en la región. Sin embargo, queda por ver si esta estrategia más conciliadora dará frutos donde la presión de Nueva Zelanda podría fracasar.
Kiribati en el centro de la competencia geopolítica
Kiribati es solo uno de varios países del Pacífico Sur donde el equilibrio de poder internacional está siendo reconfigurado. Los esfuerzos de Occidente para reforzar las relaciones tradicionales chocan con la creciente influencia china, que utiliza su considerable capacidad económica para establecer su huella en la región.
Este "juego de ajedrez" entre grandes potencias refleja cómo incluso los países más pequeños pueden convertirse en puntos focales de rivalidad global. Para Kiribati, este dilema podría significar oportunidades a corto plazo pero también riesgos considerables a medida que navega este complejo panorama diplomático.