La incertidumbre sobre USAID y los efectos globales de un congelamiento humanitario

Una mirada al impacto de las decisiones recientes en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) bajo la administración de Trump.

La historia de USAID: un legado de asistencia internacional

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fue creada en 1961 por el presidente John F. Kennedy como parte de la batalla geopolítica durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética. A través de la aprobación del Foreign Assistance Act, Kennedy estableció una agencia independiente cuyo propósito sería impulsar la asistencia extranjera estadounidense para promover la estabilidad global y contrarrestar la influencia soviética.

Desde entonces, USAID se ha convertido en una piedra angular de la diplomacia estadounidense, proporcionando ayuda humanitaria en regiones azotadas por desastres naturales, conflictos y crisis económicas. Aunque la Unión Soviética colapsó en 1991, la controversia sobre el papel de USAID continúa dividiendo opiniones entre republicanos y demócratas. Mientras que algunos destacan su capacidad para contrarrestar la creciente influencia de potencias como China, otros cuestionan el costo y la efectividad de sus programas.

El impacto del congelamiento bajo la administración de Trump

Desde su primer día en el cargo, el presidente Donald Trump implementó una congelación de 90 días en la asistencia extranjera, marcando el inicio de significativos cambios en USAID. Esto incluyó la suspensión de miles de programas, despidos masivos de contratistas, y la puesta en licencia de decenas de altos funcionarios. La medida causó una parálisis en las operaciones de muchas ONG y agencias que dependen de USAID para entregar ayuda vital.

Uno de los movimientos más controvertidos ocurrió cuando Peter Marocco, un designado político, aplicó una interpretación más estricta de la congelación, deteniendo una amplia gama de programas en todo el mundo. Esto obligó a clínicas que ofrecían tratamiento contra el VIH en África, refugios para migrantes en México y oficinas que brindaban apoyo mental a jóvenes LGBTQ+ en América Latina a cerrar sus puertas.

Según los datos del Congressional Research Service, Estados Unidos gastó cerca de $40 mil millones en asistencia extranjera durante el año fiscal 2023, con gran parte de esos fondos dirigidos a programas humanitarios. A pesar de representar menos del 1% del presupuesto nacional, las consecuencias del congelamiento son de gran escala, especialmente en regiones como África subsahariana, que recibió más de $6,5 mil millones en asistencia humanitaria solo el año pasado.

Reacciones y tensiones políticas

Las críticas hacia USAID y la asistencia financiera internacional han sido recurrentes entre los republicanos, quienes argumentan que estos programas son costosos y, en algunos casos, promueven una agenda liberal. Por otro lado, los demócratas defienden la autonomía de USAID y su importancia en mantener la influencia de Estados Unidos en el panorama global.

El secretario de Estado Marco Rubio justificó la pausa como una oportunidad para revisar cuáles programas realmente hacen a “América más segura, fuerte o próspera.” No obstante, la falta de claridad sobre qué programas están exentos del congelamiento ha generado miedo e incertidumbre en los países receptores.

El contexto de competencia global

USAID ha sido considerada una herramienta estratégica para competir con iniciativas similares de China, como la Franja y Ruta, en países politicamente clave. Sin embargo, la reconfiguración y reducción de sus operaciones debilitó su capacidad para mantener alianzas estratégicas, abriendo espacio a potencias rivales.

La confiabilidad de Estados Unidos como socio internacional está siendo cuestionada no solo por líderes nacionales, sino también por comunidades locales que dependen de estos fondos para programas esenciales.

Casos críticos: África y América Latina

África subsahariana se enfrenta a consecuencias desproporcionadas debido al congelamiento. En esta región, clínicas que antes trataban a pacientes con VIH dejaron de operar, poniendo en riesgo una década de progreso contra la epidemia del SIDA. Además, muchos países latinoamericanos, como México y Colombia, enfrentaron el cierre de servicios cruciales como refugios para migrantes y programas de integración.

En palabras de un representante anónimo de una ONG: “El costo humano de esta crisis es devastador. No solo estamos perdiendo vidas, sino también confianza en que USAID pueda volver a ser el socio imprescindible que solía ser.”

¿Cuáles son las perspectivas?

A pesar de las controversias, los expertos en política internacional señalan que es improbable que un presidente pueda disolver USAID unilateralmente debido a las limitaciones constitucionales. Sin embargo, tácticas como congelamientos presupuestarios y represiones administrativas pueden tener efectos duraderos en su funcionalidad.

El futuro de USAID bajo administraciones posteriores dependerá en gran medida de la orientación política y las prioridades domésticas e internacionales. En un mundo cada vez más interconectado, la pregunta clave es si Estados Unidos continuará abrazando el papel de líder humanitario global o seguirá desvinculándose de su legado en este ámbito.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press