Crisis en Medio Oriente: Luchas de Poder en Líbano y el Futuro de Siria
La incertidumbre política en Líbano y la caída del gobierno sirio marcan un punto de inflexión en la región
El futuro incierto del gobierno libanés
Líbano ha estado envuelto en una crisis política prolongada que parece no tener fin. La reciente visita de Morgan Ortagus, enviada especial de Estados Unidos para la paz en Medio Oriente, dejó claro que Washington no permitirá que el grupo militante Hezbollah vuelva a tener participación en el gobierno. "Hemos trazado líneas rojas claras desde Estados Unidos para evitar que Hezbollah continúe aterrorizando al pueblo libanés", declaró Ortagus tras reunirse con el presidente Joseph Aoun.
El nombramiento de Nawaf Salam como primer ministro designado había generado esperanzas de formar un gobierno estable. Sin embargo, la estructura política sectaria de Líbano ha ralentizado los avances. Los bloques dominantes —Hezbollah y el Movimiento Amal por parte de los chiíes, y las Fuerzas Libanesas por parte de los cristianos— insisten en mantener influencia en el nuevo gabinete. En este contexto, Estados Unidos mantiene su presión para erradicar la corrupción y consolidar una administración sin la intervención de Hezbollah.
El alto el fuego en el sur de Líbano, bajo presión
El conflicto con Israel sigue siendo un foco de inestabilidad. Aunque se estableció un alto el fuego entre Israel y Hezbollah, las tensiones persisten. Como parte del acuerdo, Hezbollah debía retirarse al norte del río Litani, mientras que las tropas israelíes debían abandonar el sur del país. Sin embargo, Israel ha acusado a Líbano de no desplegar sus tropas adecuadamente, mientras que el gobierno libanés señala retrasos por parte de Israel en su retirada.
Para complicar más las cosas, un reciente bombardeo israelí impactó la provincia de Sidón, una zona que se encuentra más allá del área pactada dentro del alto el fuego. Este incidente pone en entredicho el cumplimiento del acuerdo y la capacidad del mecanismo de monitoreo internacional para garantizar su aplicación.
El colapso del gobierno sirio y sus repercusiones
Mientras que Líbano enfrenta obstáculos políticos internos, Siria vive un completo reordenamiento tras la caída del gobierno de Bashar al-Assad. Su huida a Rusia en diciembre marcó el fin de una era que duró 54 años, contando su mandato y el de su padre, Hafez al-Assad. Ahora el país se encuentra en una encrucijada, sin un liderazgo estable y con múltiples facciones compitiendo por el poder.
Uno de los mayores temores es qué pasará con los aproximadamente 9,000 miembros sospechosos del Estado Islámico que se encuentran en centros de detención en el noreste del país. Aunque el Estado Islámico perdió el control territorial que alguna vez tuvo, continúa siendo una amenaza latente. De hecho, ha aprovechado el caos y la falta de gobierno para recuperar fuerza y armamento de bases militares abandonadas.
Preocupaciones sobre un gobierno transitorio islamista
El nuevo gobierno provisional bajo el liderazgo de Ahmad al-Sharaa, un excomandante rebelde, genera incertidumbre, en especial en la región kurda del noreste sirio. Aunque al-Sharaa rompió lazos con Al-Qaeda, su pasado como líder islamista pone en alerta a varios sectores. De hecho, en algunos campos de refugiados dominados por simpatizantes del Estado Islámico, como el campamento al-Hol, se ha celebrado su ascenso al poder como una potencial señal de "liberación" por parte de grupos extremistas.
Las tensiones con Turquía y la lucha kurda
A esta complicada ecuación se suma Turquía, que ha acelerado su ofensiva contra las fuerzas kurdas del norte de Siria. El presidente Recep Tayyip Erdogan ha mantenido una postura dura contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y sus aliados en Siria, lo que ha provocado enfrentamientos regulares entre el ejército turco y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición encabezada por grupos kurdos.
Las ciudades fronterizas como Qamishli siguen siendo un punto de constante tensión. En las noches, las luces de Nusaybin, en el lado turco de la frontera, iluminan la zona, pero la división es evidente: un muro separa ambos territorios y la sensación de aislamiento es palpable.
En el mercado de Qamishli, los comerciantes y residentes especulan sobre el futuro. "Siria, Turquía, Kurdistán... nadie sabe qué pasará", dijo un vendedor a un periodista extranjero antes de alejarse.
Una región al borde de nuevas guerras
La crisis política en Líbano y el vacío de poder en Siria son solo dos síntomas más de la inestabilidad de Medio Oriente. Con Israel, Hezbollah, Turquía, el Estado Islámico y varias facciones compitiendo por influencia, las posibilidades de una escalada militar siguen siendo altas.
La comunidad internacional, por su parte, se encuentra en una encrucijada: intervenir podría avivar las tensiones, pero ignorar la situación podría permitir que nuevos conflictos se desaten. En este difícil equilibrio, cada movimiento diplomático será crucial para determinar el destino de la región en los próximos años.