La deportación secreta de los uigures en Tailandia: un conflicto entre derechos humanos y política internacional

El destino incierto de los detenidos y el papel de Tailandia en la persecución china de los uigures

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Un traslado en la oscuridad

La madrugada del jueves fue testigo de un operativo misterioso en un centro de detención tailandés. Camiones con ventanillas cubiertas salieron del recinto, levantando sospechas sobre la deportación de un grupo de uigures detenidos en Tailandia durante más de una década. Horas más tarde, China confirmó la repatriación de 40 ciudadanos chinos, aunque evitando mencionar su origen étnico.

¿Por qué estaban los uigures en Tailandia?

Los uigures, una minoría musulmana de la región china de Xinjiang, han sido objeto de persecución sistemática por parte del gobierno de Beijing durante años. Organizaciones de derechos humanos y gobiernos occidentales han acusado a China de cometer un “genocidio cultural” contra ellos, forzándolos a campos de reeducación, restringiendo su libertad religiosa y suprimiendo su identidad étnica.

En 2014, más de 300 uigures huyeron de China y fueron detenidos en Tailandia mientras intentaban llegar a Turquía, un destino común para aquellos que buscan asilo. Desde entonces, Tailandia ha estado en una encrucijada diplomática entre China, su mayor socio comercial, y el mundo occidental, que ha presionado para que no los devuelvan a un país donde podrían enfrentar graves violaciones a los derechos humanos.

Un patrón preocupante: deportaciones previas

En 2015, Tailandia ya había deportado a 109 de estos uigures a China, lo que provocó una reacción internacional severa. Organizaciones como Naciones Unidas y Human Rights Watch condenaron la medida, y esta vez no ha sido diferente. El posible traslado de este nuevo grupo ocurre en un contexto de creciente escrutinio sobre el trato que Tailandia ha dado a estos refugiados a lo largo de los años.

Desde la detención original en 2014, 5 han muerto bajo custodia, incluidos dos niños. Los reportes indican que los sobrevivientes han estado en condiciones inhumanas, sin acceso a familiares, abogados ni organismos internacionales.

Las reacciones globales

  • Defensores de derechos humanos: Activistas uigures han levantado la voz señalando que los deportados enfrentan prisión, tortura e incluso la muerte en China. Organizaciones internacionales han acusado a Tailandia de violar leyes humanitarias al no garantizar la seguridad de estas personas.
  • Estados Unidos y la Unión Europea: Representantes de Occidente habían presionado para evitar estas deportaciones. Legisladores estadounidenses, como Jim Risch y Jeanne Shaheen, advirtieron que devolverlos a China equivaldría a emitir una sentencia de muerte.
  • Reacciones en Tailandia: Algunos parlamentarios tailandeses, como Kannavee Suebsang y Romadon Panjor, han criticado abiertamente la acción, exigiendo explicaciones al gobierno.

¿Un plan secreto entre Tailandia y China?

Desde diciembre de 2023, altos funcionarios tailandeses habrían estado negociando discretamente con Beijing sobre el destino de estos refugiados. Tras la visita de la primera ministra tailandesa Paetongtarn Shinawatra a China, los reportes indican que las discusiones sobre la deportación se reanudaron.

El silencio de los gobiernos envueltos en esta controversia es ensordecedor. Ni Tailandia ni China han respondido formalmente a los cuestionamientos de la comunidad internacional. Lo que sí es claro es que, una vez más, los uigures se encuentran atrapados en un conflicto geopolítico donde sus derechos son la moneda de cambio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press