Siria entre la esperanza y la desesperación: un país en busca de estabilidad

Mientras un nuevo acuerdo entre el gobierno y los kurdos genera esperanza, la violencia sectaria amenaza con sumir al país en más caos

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Un resquicio de esperanza en el noreste

Las calles de Qamishli, en el noreste de Siria, fueron testigos de una inusual celebración. Miles de personas salieron a cantar y bailar tras el anuncio de un acuerdo entre el gobierno central de Damasco y las autoridades kurdas. "Uno, uno, uno — el pueblo sirio es uno", coreaban los manifestantes mientras los autos tocaban bocinas en señal de júbilo.

El acuerdo, que contempla un cese al fuego y la incorporación de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) al ejército nacional, ha sido visto como un gran paso hacia la reunificación del país, fragmentado por años de conflicto.

Violencia sectaria: un ciclo interminable

Sin embargo, la alegría del noreste contrastaba con la devastación y el miedo en la costa siria. La semana pasada, enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y militantes armados leales al depuesto presidente Bashar Al-Assad dejaron cientos de víctimas civiles, muchas de ellas pertenecientes a la minoría alauita.

Organizaciones de monitoreo han informado de matanzas a manos de grupos extremistas, en un trágico eco de las represalias que marcaron los primeros años de la guerra civil. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, casi 1,000 civiles han sido asesinados, aunque el número no ha sido verificado de manera independiente.

Éxodo hacia el Líbano

Ante esta nueva ola de violencia, miles de sirios han huido a Líbano. Naciones Unidas estima que al menos 7,616 personas han cruzado la frontera en busca de refugio, sumándose al ya abrumador número de desplazados en territorio libanés. Oficialmente, el país alberga a más de 755,000 refugiados sirios registrados; sin embargo, se estima que la cifra real es mucho mayor.

Los intentos de repatriación de refugiados iniciados el año pasado ahora están en peligro de revertirse. Desde noviembre, unos 260,000 sirios habían regresado voluntariamente, pero la reciente violencia podría frenar ese proceso.

¿Un futuro con estabilidad?

Para muchos, la esperanza de paz sigue viva. El acuerdo con los kurdos marca una oportunidad única para la unificación y el fin del conflicto en el norte. Malak Ibrahim, un kurdo desplazado de Afrin en 2018, confiesa que espera que "la injusticia termine, para que todos podamos regresar a nuestros hogares".

Mientras tanto, en las comunidades árabes de la región, la expectativa es similar. "Queremos el fin del derramamiento de sangre", dice Majdal Hamza, residente de la zona rural de Qamishli. "Somos hermanos en una sola nación".

Este artículo fue redactado con información de Associated Press