“The Electric State”: Un Viaje Nostálgico que se Queda sin Chispa
La ambiciosa película de los Hermanos Russo en Netflix carece del alma necesaria para convertirse en un clásico
Netflix nos trae “The Electric State”, una superproducción de ciencia ficción dirigida por los célebres hermanos Joe y Anthony Russo. Con un impresionante reparto que incluye a Millie Bobby Brown, Chris Pratt, Stanley Tucci, Giancarlo Esposito y Ke Huy Quan, la película promete una aventura distópica al estilo Amblin, pero que, lamentablemente, se queda a medias. A pesar de su elevado presupuesto, estimado en más de 300 millones de dólares, y su ambiciosa historia inspirada en la novela ilustrada de Simon Stålenhag, el filme no logra encender la emocionalidad ni la tensión necesarias para destacar en el género.
Un mundo distópico con más reciclaje que innovación
La historia se sitúa en una versión alternativa de los años 90, donde los robots han conseguido conciencia propia, reclamando derechos e independencia. Esta rebelión da lugar a una guerra de cuatro años que concluye con el exilio de los robots a un desierto abandonado. Sin embargo, lejos de explorar en profundidad las implicaciones de este conflicto, la película apenas lo menciona en un montaje rápido al inicio.
El villain de turno, interpretado por Stanley Tucci, es un genio de la tecnología que introduce al mundo los "Neurocasters", dispositivos que sumergen a las personas en una realidad virtual, dejando atrás su existencia en el mundo real. Este concepto bebe de obras como “Ready Player One” y “WALL-E”, pero sin ofrecer una propuesta fresca o significativa.
Millie Bobby Brown y Chris Pratt: química sin explosión
El corazón de la historia recae en Michelle (Millie Bobby Brown), una adolescente huérfana que, tras perder a su familia en un accidente automovilístico, emprende un viaje a través del país en busca de su hermano desaparecido. Acompañándola está Keats (Chris Pratt), un veterano de guerra convertido en traficante con una personalidad cínica y tendencia a soltar frases ingeniosas.
Aunque ambos actores tienen experiencia en este tipo de papeles, su dinámica nunca llega a explotar del todo. Brown, quien ha demostrado ser una actriz talentosa en “Stranger Things” y “Enola Holmes”, parece que simplemente está repitiendo un rol sin mucha novedad. Pratt, por su parte, interpreta a un personaje que se siente reciclado de otras películas de acción en las que ha participado.
Diseño y efectos visuales impresionantes, pero sin impacto emocional
Uno de los puntos más destacados de la película es su diseño de producción. Los robots, con una estética inspirada en la obra de Stålenhag, son visualmente imponentes y evocan una sensación de asombro. La manera en la que estos autómatas en ruinas decoran el paisaje es una de las cosas más memorables del filme.
A nivel visual, los Hermanos Russo entregan una película técnicamente impecable, pero esto no basta para compensar una historia que nunca termina de despegar. La acción se vuelve repetitiva hacia el último tramo del metraje, y la atmósfera general carece de la chispa única que hizo memorables a las películas que busca homenajear.
Demasiado predecible para trascender
A lo largo de “The Electric State”, es evidente la intención de los directores de capturar la magia de las aventuras de los 80 y 90, y conseguir una fusión entre Spielberg y la ciencia ficción moderna. Sin embargo, en su afán por rendir homenaje a tantas influencias, nunca logra forjar una identidad propia.
Esta falta de originalidad, sumada a su ritmo irregular y personajes poco desarrollados, hace que la película se sienta más como un algoritmo cinematográfico que como una obra genuina. Se ve espectacular en la pantalla, pero no logra conectar emocionalmente con la audiencia.
En resumen, “The Electric State” es una ambiciosa aventura de ciencia ficción que, a pesar de contar con todos los ingredientes para triunfar, se queda sin alma en el camino. Un recordatorio de que todo el presupuesto del mundo no puede comprar el corazón narrativo que hace que una historia realmente perdure.
