Del poder absoluto al abismo: la turbulenta historia presidencial de Corea del Sur

Entre golpes de Estado, escándalos de corrupción y caídas dramáticas, la presidencia surcoreana ha sido un campo minado para sus líderes

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Corea del Sur es hoy vista como una de las democracias más sólidas y tecnológicamente avanzadas del mundo. Sin embargo, detrás de esa fachada moderna se esconde un historial político turbulento, donde la oficina más alta del país –la Presidencia– ha sido testigo de escándalos, derrocamientos y hasta tragedias personales.

La reciente destitución de Yoon Suk Yeol por el Tribunal Constitucional, tras su intento de instaurar la ley marcial en diciembre de 2024, no solo es un acontecimiento histórico, sino también parte de una larga lista de episodios dramáticos que parecen repetirse con cada mandatario surcoreano.

Syngman Rhee: El pionero autoritario (1948-1960)

Syngman Rhee fue el primer presidente de Corea del Sur, tomando el poder apenas tres años después de la liberación del yugo japonés en 1945. Educado en Estados Unidos y ferviente cristiano, su mandato comenzó con el respaldo de Washington. Sin embargo, lo que pudo ser una historia de establecimiento democrático terminó convirtiéndose en una pesadilla autoritaria.

Después de la Guerra de Corea (1950-1953), Rhee endureció su régimen. En 1960, tras amañar las elecciones para consolidar un cuarto mandato, estallaron protestas estudiantiles masivas, obligándolo a exiliarse en Hawái, donde murió en 1965.

Park Chung-hee: El dictador desarrollista (1961-1979)

El vacío de poder fue aprovechado por Park Chung-hee, un general del Ejército que tomó el poder mediante un golpe de Estado en 1961. Bajo su liderazgo, Corea del Sur experimentó un desarrollo económico sin precedentes gracias a una política estatal de industrialización rápida.

No obstante, Park gobernó con puño de hierro: encarceló y torturó a disidentes, controló los medios y restringió drásticamente las libertades civiles. Su presidencia terminó de forma trágica cuando, en 1979, fue asesinado por su propio jefe de inteligencia durante una cena.

Chun Doo-hwan: Golpes, represión y redención judicial (1980-1988)

El caos posterior fue aprovechado por otro general, Chun Doo-hwan, quien también llegó al poder por medio de un golpe en 1979. Su mandato estuvo marcado por la represión brutal, especialmente durante la Masacre de Gwangju, donde cientos de manifestantes pro-democracia fueron asesinados en 1980.

Presionado por las manifestaciones masivas, aceptó reformas democráticas en 1987. Tras su salida del poder, fue juzgado junto a su sucesor Roh Tae-woo por corrupción, rebelión y traición. Aunque fue condenado a muerte, su sentencia fue conmutada y más tarde recibió el perdón presidencial. Murió en 2021.

Roh Tae-woo: Democracia a medias (1988-1993)

Aliado de Chun, Roh fue elegido en las primeras elecciones democráticas de Corea del Sur, aunque beneficiado por la división en el bloque progresista. Continuó con reformas económicas y políticas, pero también fue arrestado años después por su participación en el golpe de 1979 y por aceptar sobornos multimillonarios. Al igual que su predecesor, fue perdonado en 1997.

Kim Young-sam: Reformas y crisis (1993-1998)

Primero como acérrimo opositor al autoritarismo militar, Kim Young-sam asumió la presidencia con promesas de limpieza institucional. Su administración promovió la justicia al procesar a Chun y Roh, pero su popularidad se desplomó con la crisis financiera asiática de 1997. Su hijo fue arrestado por corrupción, empañando su legado. Murió en 2015.

Kim Dae-jung: Paz con el Norte, sombras en casa (1998-2003)

Premio Nobel de la Paz 2000 por su cumbre con Kim Jong Il, Kim Dae-jung fue símbolo de esperanza democrática y reconciliación intercoreana. Sin embargo, su gestión se vio sacudida por ventas ilegales de tecnologías al Norte y casos de corrupción entre sus familiares. Falleció en 2009.

Roh Moo-hyun: Esperanza frustrada (2003-2008)

El carismático abogado sin formación universitaria fue querido por la juventud progresista. Pero Roh Moo-hyun enfrentó una constante obstrucción legislativa y fue incluso destituido brevemente en 2004, aunque luego fue restituido por el Constitucional. Tras su mandato, acusado de corrupción, murió por suicidio en 2009. La tragedia golpeó duramente al país.

Lee Myung-bak: El empresario caído (2008-2013)

Ex CEO de Hyundai, registró enormes expectativas. Pero pronto fue acusado de autoritarismo mediático, represión a manifestaciones y delitos financieros. Fue encarcelado en 2018 por aceptar millones en sobornos, malversar fondos y evadir impuestos. En 2020, su sentencia fue elevada a 17 años. Fue indultado por Yoon en 2022.

Park Geun-hye: De princesa a presa (2013-2017)

Hija de Park Chung-hee, Park Geun-hye logró el cargo en 2012 como primera mujer presidenta del país. Sin embargo, el escándalo de la “presidenta en la sombra” –su amiga Choi Soon-sil manipulando decisiones clave y extorsionando a grandes conglomerados– precipitó su derribo. Fue destituida en 2017 y condenada a 22 años de prisión, aunque fue indultada por Moon Jae-in en 2021.

Yoon Suk Yeol: El final más abrupto (2022-2025)

De fiscal a presidente, Yoon llegó con promesas de restaurar el orden y la honestidad tras años de tensión con Corea del Norte y un futuro económico incierto. Pero su lucha constante con una Asamblea opositora y su decisión de declarar ley marcial en diciembre de 2024 fue el detonante de su caída.

La Asamblea Nacional, bloqueada por tropas, logró autoconvocarse y anular su decreto. Posteriormente, Yoon fue destituido e investigado penalmente por sedición, siendo el segundo presidente coreano tras Park Geun-hye en ser removido por juicio político.

Un patrón de poder efímero

De los últimos 12 presidentes de Corea del Sur, al menos 8 han sido procesados, destituidos o envueltos en escándalos graves. Es difícil encontrar una democracia consolidada con una historia presidencial tan plagada de tropiezos.

Según la encuesta Gallup Korea (2023), el 54% de los ciudadanos cree que la corrupción política está “fuertemente enraizada” en el aparato estatal. Algunos expertos aseguran que el sistema presidencialista surcoreano concentra excesivo poder en una sola figura, siendo terreno fértil para excesos.

¿Un nuevo modelo de gobierno?

Numerosas voces proponen reformar el sistema hacia un modelo parlamentario o semipresidencialista, como ocurre en países europeos. El ex primer ministro Kim Jong-pil ya lo sugería en 2000: “De otra forma, nuestros presidentes terminarán en prisión o en desgracia”.

“Este fenómeno no es solo político, es cultural”, argumenta el politólogo Lee Chong-whan. “Los surcoreanos tienen expectativas casi mesiánicas sobre sus líderes. Cuando esas expectativas no se cumplen, el castigo es inmediato y feroz”.

¿Podrá Corea del Sur romper el maleficio presidencial?

Con elecciones anticipadas a la vista, se abre una nueva etapa. La ciudadanía observa con prudencia el escenario, consciente de que cualquier nuevo presidente enfrentará no solo desafíos geopolíticos complejos, sino también una silla presidencial que parece estar maldita por la historia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press