La crisis del rial iraní: un termómetro de la inestabilidad económica y política

La moneda iraní alcanza un mínimo histórico frente al dólar en medio de sanciones, tensiones con EE.UU. e incertidumbre interna

TEHERÁN — En la emblemática plaza Ferdowsi de Teherán, epicentro del mercado cambiario iraní, el panorama es desolador. Las pantallas electrónicas de algunas casas de cambio han sido apagadas. La razón: una incertidumbre absoluta que se apodera de los comerciantes de divisas, quienes, tras el regreso del país a sus actividades habituales luego de las festividades por el Nowruz, no saben siquiera qué precio marcar. Y cómo podrían: el rial iraní ha superado por primera vez la barrera del millón de unidades por dólar estadounidense.

Con una tasa de cambio que ronda los 1.043.000 riales por dólar, la moneda nacional atraviesa su punto más bajo desde la Revolución Islámica de 1979. Esta escalada de devaluación no solo es un reflejo del deterioro económico del país, sino también de una compleja ecuación geopolítica, social e incluso ideológica.

De 32.000 a 1.043.000: una historia de colapso económico

Cuando en 2015 Irán firmó el histórico acuerdo nuclear con Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China y Alemania, el valor del rial se posicionaba cerca de los 32.000 frente al dólar. El pacto limitaba fuertemente el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones internacionales, lo cual inyectó una bocanada de oxígeno a una economía acorralada.

Sin embargo, la ilusión fue efímera. En 2018, el entonces presidente Donald Trump retiró unilateralmente a EE.UU. del acuerdo, reinstaurando un régimen de sanciones bajo su estrategia de “maximum pressure” hacia Teherán. Desde entonces, la economía iraní ha enfrentado crecientes dificultades para exportar su petróleo —fuente primordial de divisas—, incluso en mercados aliados como China.

Con la reelección de Trump en enero de 2025 y la intensificación de las sanciones, la situación se ha agravado aún más. Medios oficiales reportan una caída abrupta en las ventas de crudo y una pérdida de liquidez en moneda dura que ha ahogado al Banco Central iraní. Esto ha empujado a la ciudadanía a refugiarse en dólares, oro e incluso criptomonedas.

“Las expectativas ante la amenaza de una mayor inflación y menores exportaciones de petróleo han impulsado la demanda de monedas fuertes”, explicó el analista económico Mehdi Darabi al diario Donyá-ye Eqtesad.

Consecuencias sociales: del bolsillo al descontento

Un salario mínimo mensual en Irán hoy equivale, en pesos colombianos, a aproximadamente $430.000 COP (unos $110 USD, al tipo de cambio libre). Este poder adquisitivo es insuficiente para cubrir las necesidades básicas, especialmente en un país donde la mayoría de los productos electrónicos, medicinas y materias primas son importados y, por ende, dolarizados.

Muchos iraníes ahora privilegian invertir en bienes tangibles. Automóviles usados, monedas de oro y viviendas se han convertido en activos de refugio. Otros, especialmente los jóvenes, apuestan por criptomonedas o se lanzan a esquemas de inversión de alto riesgo que se multiplican en redes sociales ante la desesperación financiera.

El ciudadano común no solo enfrenta inflación galopante, sino también la erosión de su fe en las instituciones. Como lo expresó Zahra, una profesora en Teherán: “Ya no planificamos en riales, ni siquiera en semanas. Planeamos en dólares y día a día para sobrevivir”.

Crisis política: las grietas del reformismo

El presidente iraní Masoud Pezeshkian, considerado un reformista dentro del espectro político iraní, enfrenta presiones extremas. En marzo, su ministro de Finanzas, Abdolnasser Hemmati, fue destituido en medio del colapso cambiario. La moción para su destitución fue promovida por un Parlamento dominado por alas más conservadoras.

La gota que rebosó el vaso fue el escándalo de un viaje turístico en crucero a la Antártida, realizado por Shahram Dabiri, vicepresidente a cargo de Asuntos Parlamentarios. Aunque Dabiri alegó haber financiado el viaje con recursos propios, en un país donde millones apenas subsisten, las fotos en Instagram desataron una tormenta de indignación.

“En una situación de severas presiones económicas y con crecientes niveles de pobreza, es inaceptable que un funcionario —incluso si utiliza fondos personales— exhiba una vida de lujo”, declaró Pezeshkian al destituirlo.

Geopolítica en llamas: el “Eje de la Resistencia” bajo asedio

Otro factor que ha alimentado la desconfianza hacia la economía iraní es su complejo entramado internacional. Si bien el gobierno asegura que la resistencia contra Israel y la influencia estadounidense es la piedra angular de su política exterior, la realidad en el frente militar es desoladora.

Tras las devastadoras ofensivas israelíes contra Hamás en Gaza y la erosión del Hezbolá en Líbano, los rebeldes hutíes en Yemen —último bastión activo del llamado "Eje de la Resistencia"— han sido blanco de bombardeos intensificados por EE.UU. Este frente, sostenido por Irán con armas y financiamiento, ahora tambalea, lo que debilita su posición regional y evidencia los costos de sus alianzas estratégicas.

Mientras tanto, los intentos de Trump por abrir un canal de diálogo directo con el líder supremo Ayatolá Ali Jameneí, mediante cartas personales, han sido ignorados. La posición iraní se mantiene: sólo negociaciones indirectas, y bajo sus términos. La desconfianza es mutua.

Revueltas potenciales: gasolina al fuego

A nivel interno, el gobierno también enfrenta riesgos de agitación social. Persisten rumores sobre el aumento del precio de la gasolina subsidiada, un tema absolutamente sensible en Irán. En noviembre de 2019, una medida similar provocó protestas en 100 ciudades, con una respuesta del Estado que dejó al menos 1.500 muertos según Amnistía Internacional.

En la actualidad, con un contexto social aún más delicado, cualquier anuncio de este tipo podría encender nuevamente las calles. La presión es doble: evitar el colapso fiscal por subsidios insostenibles, pero sin encender los ánimos en un país asfixiado por la inflación y el desempleo.

Una nación atrapada entre pasado y futuro

Con un PIB que ha caído un 6,0% acumulado desde 2018 y una inflación superior al 45% anual, según estimaciones del FMI, Irán representa uno de los ejemplos más ilustrativos de cómo una mezcla tóxica de sanciones, mala gestión y aislamiento internacional puede destruir la estabilidad de una nación relativamente rica en recursos naturales.

El rial, más que una divisa, se ha convertido en un símbolo de la desconfianza colectiva, tanto hacia las estructuras estatales, como ante cualquier promesa de recuperación. La clase media, que alguna vez sustentó el experimento reformista, hoy sobrevive con lo mínimo o emigra. La juventud, altamente educada, piensa en trabajar en Dubái o Turquía. El país se vacía de sueños.

Y mientras el dólar se convierte en la medida de todas las cosas —desde una consulta médica hasta una boda—, la incertidumbre se consolida como la única moneda estable en Irán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press