Brote de sarampión en Texas: entre muertes, desinformación y una peligrosa crisis sanitaria
Dos muertes de niños sin vacunar y cientos de contagios evidencian el riesgo real del retroceso en la vacunación infantil en Estados Unidos
El sarampión regresa con consecuencias mortales en Estados Unidos
Con más de 570 personas contagiadas en solo unos meses, el brote de sarampión en Texas y otros estados del suroeste de Estados Unidos vuelve a encender las alarmas sanitarias en un país que solía considerarse libre de esta enfermedad desde hace décadas. En abril de 2025, un segundo niño en edad escolar falleció en Lubbock, Texas, víctima de esta enfermedad totalmente prevenible mediante vacunación.
Este brote ha subrayado la peligrosa combinación de bajas tasas de vacunación infantiles, desinformación, y discursos políticos que alimentan la desconfianza en la ciencia y la medicina moderna.
Murieron dos niños en Texas: ¿cómo pudo pasar esto en 2025?
El primer fallecido, también un niño sin vacunar, murió en febrero de este mismo año, convirtiéndose en la primera muerte por sarampión en Estados Unidos en una década. El segundo caso, confirmado por el UMC Health System en abril, apunta a un patrón preocupante: niños sanos que no fueron vacunados y murieron por complicaciones prevenibles.
La gravedad del asunto se agrava aún más cuando, según declaraciones de voceros hospitalarios, estos pacientes no presentaban condiciones subyacentes y estaban recibiendo tratamiento médico. Es decir, pudieron haberse salvado.
El avance del brote por el suroeste de EE.UU.
Este brote, que comenzó oficialmente en West Texas, se ha expandido a Nuevo México, Oklahoma y Kansas. Incluso se reportaron casos relacionados en México, según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre el 28 de marzo y el 4 de abril, los casos en Texas aumentaron en 81, y otras 16 personas fueron hospitalizadas. Todo esto ocurre en un contexto en el que el país ya ha más que duplicado el número de casos registrados en todo 2024.
¿Por qué está resurgiendo el sarampión?
Los expertos coinciden en que el principal factor del resurgimiento del sarampión es la disminución en las tasas de vacunación infantil. Aunque en algunas zonas se ha observado un leve repunte en las solicitudes de vacunas este año, la cifra sigue por debajo del umbral necesario para mantener la inmunidad colectiva.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el sarampión es “uno de los virus más contagiosos en el mundo”. Se transmite por el aire, puede vivir suspendido hasta dos horas y afecta a 9 de cada 10 personas susceptibles expuestas.
La vacuna combinada MMR (sarampión, paperas y rubéola), introducida en 1963 y actualizada con el paso del tiempo, es segura y eficaz al 97% tras las dos dosis recomendadas. A pesar de eso, movimientos anti vacunas y líderes políticos promueven dudas sobre su seguridad.
Una respuesta oficial tibia y contaminada por la política
Uno de los nombres más controversiales en medio de esta crisis es el de Robert F. Kennedy Jr., actual Secretario de Salud estadounidense y activista opositor a las vacunas. En lugar de liderar una campaña de vacunación robusta, su mensaje ha sido ambiguo.
En sus declaraciones ha dicho que la vacunación debería ser “motivada, no obligatoria”, al mismo tiempo que promueve informaciones erróneas sobre el uso de suplementos como la vitamina A para prevenir y tratar el sarampión.
Este discurso ha tenido consecuencias. En el Hospital Infantil Covenant en Lubbock, se han tratado casos de toxicidad hepática por vitamina A en niños no vacunados, cuyos padres recurrieron a este suplemento para combatir la enfermedad. El Dr. Lara Johnson, directora médica del centro, afirmó que hallaron daño hepático en varias analíticas rutinarias.
Consecuencias sanitarias y regreso de enfermedades eliminadas
Una de las grandes preocupaciones de los expertos es que, si el brote no se contiene eficazmente, Estados Unidos podría perder su estatus oficial de país libre de sarampión, logrado en el año 2000 y considerado un hito mundial en salud pública.
El Dr. Peter Marks, exjefe de vacunas de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), fue claro al afirmar: “Este es el epítome de una muerte absolutamente innecesaria”. Acusó directamente a Kennedy y su personal de obstaculizar el esfuerzo de salud pública.
Marks también advirtió recientemente al Senado que habrá más muertes si no se lanza una respuesta gubernamental más sólida y coherente. Kennedy deberá testificar ante el Comité de Salud del Senado esta misma semana, en medio de una gira que él mismo ha denominado “Make America Healthy Again”.
La ciencia detrás de las vacunas contra el sarampión
El sistema de inmunización contra el sarampión es seguro y efectivo. Según el CDC:
- La primera dosis se recomienda entre los 12 y 15 meses de edad.
- La segunda dosis entre los 4 y 6 años.
- Después de las dos dosis, la efectividad alcanza el 97%.
- Los brotes se pueden prevenir si más del 95% de la población está vacunada.
El regreso de esta enfermedad evidencia también el impacto de las redes sociales y la desinformación médica: blogs, influencers y pseudoexpertos fomentan ideas erróneas sobre la vacunación, lo que afecta directamente el comportamiento de los padres en decisiones cruciales para la salud de sus hijos.
¿Y ahora qué? El futuro del brote de sarampión en EE.UU.
Los funcionarios de salud pública esperan que el brote se extienda por varios meses más, o incluso hasta 2026. El reto ahora es doble: detener la propagación inmediata y reconstruir la confianza en el sistema de vacunación infantil.
El CDC ha enviado ya equipos de respuesta de emergencia a Texas, pero su trabajo se ve dificultado por un clima político polarizado y una población con creciente escepticismo hacia la medicina preventiva moderna.
El objetivo inmediato es controlar la infección en niños menores de 17 años, especialmente aquellos que aún no han recibido la primera o segunda dosis de la vacuna.
Estados Unidos enfrenta un dilema sanitario que debería haberse erradicado hace tiempo. La solución requiere liderazgo, evidencia científica clara y campañas de educación pública contundentes que devuelvan a la vacunación infantil su papel central en la prevención de enfermedades graves y muertes evitables.