Guardiola enciende el debate sobre el respeto en el fútbol tras el derby de Mánchester
Mientras Foden lucha por recuperar su forma, los insultos contra su madre exponen un problema grave en el deporte rey
Por qué el fútbol no puede seguir normalizando el abuso fuera del campo
Un derby que dejó un sabor amargo
El derby de Mánchester entre el City y el United, uno de los enfrentamientos más intensos del fútbol inglés, terminó sin goles. Sin embargo, el verdadero debate no lo generó el marcador, sino lo ocurrido al margen del juego. Phil Foden, estrella del City e internacional inglés, fue objeto de cánticos ofensivos provenientes de la grada local. Lo más grave: involucraron a su madre.
Pep Guardiola, técnico del Manchester City, no dudó en pronunciarse con dureza al respecto. "Es una falta de clase, de integridad. Deberían sentir vergüenza", dijo. "Pero pasa en todos lados, no solo en el Reino Unido".
Este episodio reabre un debate urgente y necesario: ¿hasta dónde debe permitirse a «la pasión del fútbol» justificar comportamiento reprobable? En este artículo hacemos un análisis profundo sobre la cultura del abuso en los estadios, sus consecuencias e implicaciones.
Phil Foden: de joven promesa a blanco de críticas
Foden, de 24 años, vive una temporada difícil. Tras ser elegido mejor jugador de la Premier League en 2023, su rendimiento ha bajado. Lleva 13 partidos sin anotar un gol y apenas suma 10 anotaciones en sus 40 apariciones esta temporada. Para los estándares de un jugador elite, es una caída significativa. Pero, ¿justifica eso convertirlo en un objetivo de agresiones personales?
Guardiola no cree que sí: "Lo veo entrenar con pasión y una sonrisa cada día. Su impacto fue increíble y volverá". No obstante, en un mundo donde las redes sociales y tribunas dan altavoz al juicio popular, el fútbol parece haber olvidado que detrás de cada jugador hay una persona.
El odio en los estadios: una constante global
Lo que ocurrió con Foden no es un caso aislado. En 2023, un estudio de la FIFPRO indicó que el 60% de los jugadores profesionales recibió abusos en redes tras partidos de alto enfrentamiento. De hecho, el informe remarca que los derbies y torneos internacionales son los mayores focos de toxicidad.
En estadios, los cánticos ofensivos, el racismo, la homofobia o los ataques personales a familiares de jugadores, entrenadores e incluso árbitros se han vuelto tan comunes que parecen parte del folclore. Pero ya no podemos hacernos los desentendidos. Pep lo dijo claro: "Estamos muy expuestos".
¿Qué puede hacer el fútbol para proteger a sus protagonistas?
Varias ligas han intentado tomar medidas:
- Premier League: campañas como #NoRoomForRacism y sanciones a clubes cuyos fans incurren en conducta abusiva. Sin embargo, muy pocas veces se expulsa o denuncia individualmente a los responsables.
- Liga española: intenta identificar a infractores mediante cámaras de seguridad, como en el caso del racismo contra Vinicius Jr. en Valencia.
- FIFA y UEFA: han implementado líneas éticas, multas y vetos a graderíos. Pero siguen siendo medidas reactivas, no preventivas.
Quizás el modelo más ejemplar sea el de Alemania, donde algunos estadios permiten expulsión inmediata de aficionados ofensivos gracias a vigilancia coordinada entre clubes, seguridad privada y policía, respaldados por código de conducta establecido.
Y sin embargo, como dice Guardiola: "No es un problema solo del fútbol, sino de la sociedad".
¿Por qué se ataca a las madres?
La violencia verbal en estadios muchas veces recurre a la figura materna como un recurso de deshumanización: es el insulto más común porque toca la fibra emocional más básica. Pero, además, denota cómo el machismo aún impregna profundamente la cultura del fútbol.
Foden fue señalado no por su rendimiento, sino a través de un ataque a su madre. No porque ella tenga relación directa con el deporte, sino como manifestación de poder, de humillar a través de lo íntimo.
Lo deportivo pierde foco: el derby fue pobre en juego
Más allá del escándalo en las gradas, el propio partido fue decepcionante. El empate sin goles reflejó un City sin chispa y un United sin ideas. Phil Foden estuvo apático, reflejo quizá del ambiente hostil o de su propia crisis deportiva.
No obstante, Guardiola protegió a su jugador y criticó el entorno antes que culparlo. Esa actitud contrasta con otros entrenadores que han echado leña al fuego en momentos similares. El respeto empieza desde el banquillo.
¿Y la afición? ¿Dónde está la autocrítica?
Quizás uno de los puntos más críticos sea la pasividad del resto de los aficionados. Los cánticos no fueron aislados. Miles escucharon y callaron. Ese silencio es cómplice. La cultura futbolera necesita urgentemente una conversación colectiva e introspectiva.
Como señaló una editorial reciente en The Guardian: "Hasta que los propios hinchas no reprueben estas acciones entre ellos, ningún protocolo surtirá efecto".
La batalla cultural en el fútbol continúa
No basta con sancionar a unos pocos o con declaraciones éticas. El problema es sistémico. Desde las escuelitas hasta las gradas de estadios élite, el fútbol necesita desaprender el odio como parte de su identidad. La pasión no puede ser escudo para el abuso verbal, psicológico y físico.
Como sociedad, tenemos que dejar de romantizar las rivalidades extremas y comenzar a exigir respeto en todos los niveles. La cancha es para competir; la tribuna, para alentar. Lo demás, sobra.
En palabras de Guardiola: "Esto no es ser aficionado, esto es ser bárbaro".