¿Una Final Four conjunta? El ambicioso plan que podría revolucionar el baloncesto universitario

Comisionados, entrenadores y ejecutivos analizan la posibilidad de que hombres y mujeres compartan sede en los torneos NCAA. ¿Sueño o necesidad inevitable?

¿Y si la Final Four masculina y femenina de la NCAA se celebraran en la misma ciudad, el mismo fin de semana, y con igual atención mediática? Esta idea, que alguna vez sonó utópica, hoy retumba con intensidad en los pasillos del deporte universitario estadounidense. El crecimiento del baloncesto femenino y los llamados a la equidad de género han reavivado una propuesta que podría cambiar para siempre la forma en que el país vive la locura de marzo.

El auge imparable del baloncesto femenino

Kaitlyn Clark, Paige Bueckers, JuJu Watkins. Nombres que hoy se mencionan al lado de leyendas como Diana Taurasi o Sue Bird. La audiencia del baloncesto universitario femenino se ha disparado rápidamente en los últimos años.

En 2023, el partido final entre Carolina del Sur e Iowa superó en teleaudiencia al de los hombres por primera vez en la historia. 18.9 millones de espectadores vieron aquel duelo alucinante, frente a los 14.7 millones del campeonato masculino, según datos de Nielsen. Era un presagio de lo que vendría: más atención, más público, más inversiones.

La Final Four femenina ha sido increíblemente emocionante,” explicó Todd Golden, entrenador de Florida. “Sería una gran experiencia conjunta unir a ambas aficiones en una sola ciudad. Nunca hay demasiado baloncesto de calidad en un mismo sitio.”

Una vieja idea con nuevo impulso

La propuesta de celebrar ambas Final Fours en la misma ciudad no es nueva. Val Ackerman, comisionada de la Big East Conference desde 2013, lleva más de una década promoviendo el concepto. “Si la NCAA busca crecimiento económico y alcance, no hay una forma más significativa de lograrlo que combinando los dos torneos”, dijo recientemente.

Ackerman afirma que el modelo actual divide la atención institucional, dispersa recursos y limita el impacto del torneo femenino, cuyos eventos suelen quedarse a la sombra del masculino. Además, muchos administrativos y patrocinadores optan por asistir al torneo masculino, generando un vacío simbólico y representativo en el certamen femenino.

La desigualdad en escena: una historia que aún se cuenta

En 2021, una auditoría externa reveló escandalosas diferencias entre las Final Fours. Mientras los hombres contaban con gimnasios de última generación, estaciones de comida completas y alojamiento de lujo, las mujeres recibían instalaciones modestas y kits reducidos.

El informe fue arrollador. Fue redactado por la firma de abogados Kaplan Hecker & Fink a petición de la propia NCAA tras el escándalo viral que expuso las diferencias en TikTok e Instagram durante el torneo femenino.

“La inequidad era sistemática y había que tomar decisiones drásticas”, explicó Ed Desser, uno de los responsables del informe. Desde cambios en cómo se mercadea el torneo hasta la implementación de medidas logísticas más equitativas, el documento trajo una ola de reformas que al parecer podrían culminar —o al menos avanzar seriamente— con una Final Four conjunta.

Una cuestión de logística: ¿es viable?

Charlie Baker, presidente de la NCAA y exgobernador de Massachusetts, no está cerrado a la idea. Aunque reconoce retos prácticos. “Sería difícil encontrar una ciudad capaz de alojar equipos, patrocinadores, fanáticos y medios de ambas Final Fours en instalaciones adecuadas”, afirmó. Pero no lo considera imposible.

Ciudades como Las Vegas están en la mira. La capital del entretenimiento ya alberga el NBA Summer League, equipos de WNBA, NFL y NHL, además de contar con complejos hoteleros y deportivos que podrían acoger un megaevento de ese calibre.

El calendario actual de sedes complica la implementación inmediata del plan. Las ciudades anfitrionas están elegidas hasta 2031 para ambos torneos, por lo que un debut oficial de una Final Four conjunta no podría ocurrir antes de 2032.

¿Más ingresos… o más problemas?

Además de mayor visibilidad y simbolismo, unir las Final Fours traería nuevos ingresos. Desde derechos de televisión, activaciones de patrocinadores hasta venta de boletos, el potencial económico es inmenso.

Lo que parecía impensable hace diez años —llenar un domo para ver la final femenina— hoy es posible”, señaló Desser. “Eso genera eficiencias y abre oportunidades sustanciales adicionales de ingresos.”

Sin embargo, no todos están convencidos. Hay quienes temen que el torneo femenino se vea eclipsado por la vorágine del masculino. La entrenadora de LSU, Kim Mulkey, y Geno Auriemma, mítico técnico de UConn, se han mostrado críticos con ciertos cambios recientes como el sistema de Super Regiones, que agrupa varios partidos en distantes sedes que dificultan la logística para equipos y aficiones.

El experimento de las Súper Regiones: ¿modelo a seguir o error de cálculo?

Desde hace tres años, los torneos regionales femeninos se disputan en solo dos sedes, en lugar de las cuatro habituales. En 2025, se jugaron en Spokane y Birmingham. Esto provocó contratiempos brutales: el equipo de UConn viajó más de 4.800 km en solo 48 horas entre la fase Elite Eight y el Final Four en Tampa.

No deberíamos ahorrar dinero a costa de la experiencia de nuestras jugadoras”, lanzó Auriemma. “Nadie en el comité masculino piensa en términos de ahorro logístico, así que no deberíamos aplicar esa lógica al torneo femenino.”

Desde la NCAA se defendieron, señalando que la asistencia ha incrementado significativamente en esas rondas tras el cambio, y que se han invertido más de 15 millones de dólares en mejorar la experiencia femenina en los últimos años.

¿Y ahora qué? El tiempo apremia

La discusión está más viva que nunca. El baloncesto femenino vive un momento dorado, y la presión para alcanzar una equidad no solo financiera sino simbólica se intensifica.

¿Está la NCAA preparada para dar el paso? Las opiniones siguen divididas, pero si algo ha dejado claro este debate es que la idea de una Final Four compartida ya no suena como una locura. Suena como el siguiente gran paso hacia una realidad más justa.

¿Dónde estarás tú en marzo de 2032? Quizás en Las Vegas, animando a tu equipo mientras ves a las estrellas del mañana brillar, en una Final Four donde hombres y mujeres compartan el mismo escenario, bajo las mismas reglas del juego.

Y por primera vez, quizás, con las mismas oportunidades de trascender.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press