China vs. EE.UU.: La Nueva Guerra Comercial Amenaza el Orden Económico Global

Entre aranceles, acusaciones de chantaje y tensiones estratégicas, el conflicto comercial entre China y EE.UU. alcanza un punto crítico en pleno 2025

Mientras el mundo observa con creciente preocupación, China y Estados Unidos escalan una nueva etapa en su guerra comercial. El conflicto, marcado por el aumento de aranceles, amenazas de represalias y declaraciones incendiarias, no solo amenaza con alterar el equilibrio económico global, sino que también podría redibujar las alianzas geoeconómicas del siglo XXI.

Un conflicto con raíces profundas

Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos no son nuevas. Desde 2018, durante el primer mandato de Donald Trump, ambos países han estado enfrascados en una serie de disputas tarifarias. Aquel año, Trump impuso aranceles a productos chinos valorados en cientos de miles de millones de dólares, argumentando prácticas comerciales desleales por parte de Pekín como el robo de propiedad intelectual y subsidios estatales a industrias estratégicas.

China respondió de inmediato con aranceles propios. Este ciclo de represalias mutuas condujo a una desaceleración en el comercio bilateral y generó incertidumbre económica generalizada. Aunque se alcanzaron treguas temporales, el distanciamiento nunca se resolvió por completo.

Trump redobla la apuesta: amenazas del 2025

En pleno 2025, el expresidente Donald Trump volvió a encabezar los titulares. Desde su plataforma Truth Social, amenazó con imponer un nuevo 50% de aranceles sobre las importaciones chinas, además de los ya existentes: un 20% como castigo por el tráfico de fentanilo y un 34% adicional anunciado previamente. Si estas medidas se implementan, los productos chinos enfrentarían un arancel combinado del 104%.

“Si China no retira su aumento del 34% a más tardar el 8 de abril, Estados Unidos impondrá aranceles adicionales a partir del 9”, escribió Trump. Agregó que todas las negociaciones en curso serían canceladas de inmediato.

Trump afirma que está corrigiendo abusos históricos. “No me importa atravesar el dolor porque veo una imagen hermosa al final”, dijo ante la prensa, refiriéndose a su visión de una economía estadounidense fortalecida y menos dependiente de China.

La respuesta china: “Lucharemos hasta el final”

China no tardó en responder. A través de su Ministerio de Comercio, el gobierno calificó las amenazas estadounidenses de "infundadas" y propias de una "práctica intimidatoria unilateral".

La república popular defendió sus medidas anteriores como legítimas y prometió contraataques estratégicos: “Si Estados Unidos insiste en su camino, China luchará hasta el final”, sentenció el comunicado oficial.

Este lenguaje fuerte no solo refleja la determinación del gobierno chino, sino también su deseo de presentar su respuesta como un acto de defensa legítima frente al que consideran un acto de agresión económica.

Los mercados tiemblan: impacto bursátil global

Las palabras duras y las medidas recíprocas tienen un impacto tangible en los mercados financieros. Tras el anuncio de Trump, las bolsas de valores desde Tokio hasta Nueva York comenzaron a mostrar signos de inestabilidad.

Por ejemplo, el índice Nikkei 225 de Japón experimentó una volatilidad extrema, subiendo un 6.5% un día y cayendo abruptamente al siguiente. En Wall Street, el S&P 500 ha reflejado el nerviosismo de los inversionistas, especialmente aquellos con exposición significativa al comercio internacional.

Un reporte falso sobre una supuesta intención de Trump de pausar algunos aranceles provocó un breve repunte en los mercados, que luego volvió a caer cuando la Casa Blanca negó la veracidad del informe, confirmando la tensión emocional y especulativa del momento.

¿Quién paga la cuenta? El impacto sobre los consumidores

Es importante recordar que los aranceles no son pagados por el país exportador, sino por el importador. En este caso, las empresas estadounidenses que importan productos chinos son las primeras afectadas, y trasladan esos costos adicionales al consumidor final.

En sectores como la electrónica, los juguetes, el mobiliario y el vestuario —todos ellos altamente dependientes de la fabricación china— ya se anticipan aumentos de precios significativos.

De acuerdo con un estudio de Oxford Economics, los aranceles existentes antes de 2025 ya habían costado al consumidor estadounidense un promedio de $800 adicionales al año. Con una tarifa total combinada de 104%, esta cifra podría duplicarse, especialmente si China contraataca con sus propios aranceles sobre productos agrícolas o vehículos estadounidenses.

El papel estratégico del Canal de Panamá

En paralelo a las tensiones comerciales directas, ha surgido un punto de fricción geopolítica en el prisma Panamá-China-EE.UU.

Un reporte de la Contraloría de Panamá reveló irregularidades en el proceso de renovación de concesión del Puerto de Balboa —ubicado en la entrada del Canal de Panamá—, operado por una empresa hongkonesa, Panama Ports Company, subsidiaria del conglomerado chino CK Hutchison Holdings.

El daño estimado para Panamá ronda los $300 millones. Este hallazgo alimentó las suspicacias de Estados Unidos, donde la administración Trump ha manifestado preocupación por la creciente presencia china en infraestructuras estratégicas fuera de Asia.

La venta del control accionario de la empresa a un consorcio liderado por BlackRock Inc. —estadounidense— sugiere una maniobra para contrarrestar dichas preocupaciones. Sin embargo, afirma el gobierno panameño, los puertos y el canal permanecen bajo control total panameño.

Una Europa más distante

La Unión Europea, por su parte, ha optado por observar desde la distancia. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tajante: ante las inestabilidades provocadas por EE.UU., el bloque comunitario centrará sus esfuerzos en diversificar sus relaciones comerciales y aprovechar "vastas oportunidades en otros lugares".

Esto podría abrir la puerta a China para fortalecer sus vínculos con Europa o con regiones como América Latina y África, enmarcado en proyectos como La Nueva Ruta de la Seda. En contraste, EE.UU. corre el riesgo de autoaislarse en un momento en el que las cadenas de suministro globales aún no terminan de recuperarse del efecto pandémico.

¿Se avecina una nueva Guerra Fría económica?

Los expertos ya comienzan a hablar de una nueva Guerra Fría económica. A diferencia de la del siglo XX, no se libra con armas nucleares o ideologías contrapuestas, sino con chips, litio, tecnología 5G y aranceles estratégicos.

En este tablero de ajedrez, empresas como TSMC, BYD, Apple y Tesla pueden verse atrapadas en medio de políticas que buscan contener —o propulsar— el ascenso de potencias tecnológicas. Lo que está en juego no es solo el comercio bilateral, sino el liderazgo en sectores clave de la economía global en las próximas décadas.

¿Qué sigue?

Todo apunta a una radicalización del discurso económico en los meses por venir. Trump parece estar determinado a diferenciarse de su sucesor actual (o potencial oponente electoral) con políticas proteccionistas agresivas. Por su parte, China se mantiene firme en su ambición de resistir cualquier forma de presión externa.

Los mayores riesgos recaen en los países que se encuentran en la intersección de ambos intereses. Panamá, por ejemplo, podría volverse un nuevo frente de disputa si las tensiones escalan más allá de los aranceles y pasan a una batalla por controlar nodos logísticos clave.

Mientras tanto, los consumidores, inversionistas y empresas del mundo siguen navegando en aguas turbulentas e impredecibles. La guerra comercial entre China y Estados Unidos ya no es una competencia entre dos modelos económicos. Es una lucha por definir el nuevo orden global del siglo XXI.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press