Dominicana endurece medidas contra migración haitiana: ¿crisis humanitaria o necesario control fronterizo?
Luis Abinader anuncia nuevas políticas que afectan a migrantes haitianos: deportaciones masivas, restricciones hospitalarias, y una frontera cada vez más militarizada
Un país en tensión entre solidaridad y soberanía
La República Dominicana, bajo la presidencia de Luis Abinader, se encuentra en medio de una controversia nacional e internacional por sus recientes medidas encaminadas a frenar la migración irregular, especialmente de ciudadanos haitianos que cruzan la frontera huyendo de la violencia y el colapso institucional en Haití.
En un discurso calificado de firme y sin concesiones, Abinader anunció más de una docena de medidas “dolorosas pero necesarias” que endurecen significativamente la política migratoria. Estos anuncios se realizaron días después de que un movimiento ultranacionalista organizara una protesta frente a asentamientos haitianos exigiendo acciones más contundentes por parte del gobierno.
Atención médica con requisitos: un cambio radical
Uno de los puntos más polémicos del anuncio fue la decisión de exigir identificación, permisos de trabajo y documentos de residencia para acceder a servicios hospitalarios. Aunque los pacientes recibirán atención inmediata, de no presentar los documentos requeridos serán expulsados del país inmediatamente tras el tratamiento. Se instalarán agentes migratorios en cada centro hospitalario para garantizar el cumplimiento de esta normativa.
Esta medida ha generado reacciones encontradas. Por un lado, voces conservadoras consideran que es una forma legítima de defender los recursos nacionales. Por el otro, activistas en derechos humanos e instituciones internacionales la ven como una violación a derechos fundamentales, como el acceso universal a la salud.
Una frontera militarizada y cada vez más hostil
Abinader también anunció el envío de 1,500 soldados adicionales a la frontera con Haití, elevando a 11,000 el contingente desplegado. A esto se suma la aceleración en la construcción de un muro fronterizo. Actualmente, se han construido casi 54 kilómetros y se planean añadir otros 13 kilómetros en los próximos meses.
El presidente justificó esto afirmando que “la violencia que está destruyendo Haití no cruzará a República Dominicana” y que la migración irregular supone una amenaza a la seguridad, economía y estabilidad social del país. Esta retórica ha sido ampliamente aplaudida por sectores nacionalistas y criticada por organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
El trasfondo haitiano: un país al borde del colapso
El endurecimiento de la política migratoria dominicana no puede entenderse sin observar la dramática situación en Haití. Más del 85% de la capital, Puerto Príncipe, está bajo el control de bandas armadas. La ONU reporta más de 4,200 muertos entre julio de 2023 y febrero de 2024. Más de 1,300 personas han resultado heridas y otros cientos han desaparecido, incluyendo periodistas como Israël Roger Claudy y Jean Christophe Collègue.
El colapso del sistema estatal haitiano ha forzado a miles a huir, muchos de ellos hacia la vecina República Dominicana, generando tensiones que han explotado tanto en el plano político como social. Abinader pidió ayuda a la comunidad internacional afirmando que es “una crisis que no nos corresponde cargar”.
180,000 deportados en seis meses
Desde octubre del año pasado, el gobierno dominicano se propuso deportar 10,000 migrantes ilegales por semana. Esa cifra se traduce hasta ahora en más de 180,000 personas deportadas, muchas de ellas sin un debido proceso legal. Hay múltiples reportes de operativos en los cuales las autoridades migratorias entran a viviendas sin orden judicial y realizan arrestos arbitrarios.
La medida también incluye castigos a dominicanos que alquilen propiedades o den empleo a personas indocumentadas. Según Abinader, sectores como la agricultura y la construcción han dependido por demasiado tiempo de mano de obra irregular. Como parte de la reforma se fomentará la contratación exclusiva de trabajadores dominicanos en ciertas industrias.
¿Legítima defensa nacional o xenofobia institucionalizada?
Aunque el presidente asegura que busca proteger la identidad del país y rechaza que su generosidad sea “explotada”, numerosos analistas advierten que las políticas pueden estar legitimando actos de discriminación y xenofobia.
“La República Dominicana tiene el derecho a establecer sus políticas migratorias, pero estos métodos rayan en la inhumanidad,” afirmó Juan Carlos Méndez, experto en relaciones caribeñas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también ha advertido sobre el riesgo de deportaciones colectivas sin garantías mínimas, lo cual viola el derecho internacional. En 2015, la CIDH ya había señalado a República Dominicana por prácticas similares durante otra ola de deportaciones masivas.
La política como reflejo de una narrativa nacionalista
El auge de los discursos nacionalistas no es exclusivo de República Dominicana. Sin embargo, en este caso tiene raíces profundas en la relación histórica con Haití, marcada por conflictos, ocupaciones y tensiones raciales. Esta nueva ola de políticas restrictivas del gobierno parece alimentarse del miedo colectivo a un colapso institucional en suelo haitiano que podría replicarse al otro lado de la isla.
Además, hay un componente político innegable. Abinader se prepara para elecciones futuras y su popularidad puede verse fortalecida al posicionarse como un defensor de la soberanía nacional. Esta estrategia se ha visto también en países como Hungría, Italia y, en menor grado, Chile, donde el endurecimiento de las políticas migratorias se ha vinculado con la búsqueda de respaldo electoral.
Reacciones internacionales discretas pero crecientes
Organizaciones como las Naciones Unidas han manifestado preocupación por estas políticas, aunque por ahora la presión internacional ha sido limitada. Parte de ello se debe a la falta de liderazgo global en la respuesta a la crisis haitiana. Estados Unidos y la Unión Europea han condenado retóricamente la situación, pero su intervención ha sido mínima.
Mientras tanto, Luis Abinader lanzó un mensaje directo a la comunidad internacional: “Hagan su deber”, en referencia a la necesidad apremiante de asistencia técnica, militar y humanitaria en Haití.
Una crisis que no admite soluciones fáciles
Sea cual sea la lectura, lo cierto es que tanto República Dominicana como Haití se enfrentan hoy a uno de los momentos más complejos y delicados de su historia compartida. Entre la defensa de la soberanía y el respeto por los derechos humanos, los márgenes de maniobra parecen estrecharse a cada paso.
¿Es posible una coexistencia pacífica y solidaria en esta isla compartida? ¿O estamos presenciando una etapa en que las fronteras se endurecen mientras los puentes se derrumban?
Solo el tiempo dirá si estas medidas resultan en un fortalecimiento de la seguridad nacional dominicana o en una nueva tragedia humanitaria en el Caribe.
Reportado y analizado desde Santo Domingo por nuestro equipo editorial.