Ejecuciones por pelotón en EE. UU.: el retorno de un método que muchos creían extinto

El caso de Mikal Mahdi revive el debate sobre la pena de muerte y la polémica reintroducción del pelotón de fusilamiento en Carolina del Sur

Por décadas, la pena capital en Estados Unidos ha sido una fuente de intensos debates morales, legales e institucionales. Ahora, en pleno 2024, Carolina del Sur ha reactivado uno de los métodos de ejecución más controversiales y arcaicos de la historia: el pelotón de fusilamiento.

La próxima ejecución del prisionero Mikal Mahdi, condenado por el asesinato de un oficial de policía en 2004, coloca nuevamente bajo los reflectores a este sistema judicial cargado de contradicciones. Mahdi será el segundo ejecutado mediante esta técnica en menos de dos meses, y el primero desde la resolución judicial que permitió su restauración tras años de litigios.

Un regreso salpicado de sangre e historia

El pelotón de fusilamiento evoca imágenes de fusilamientos masivos en las guerras mundiales, justicia militar en la frontera estadounidense, y prácticas represivas de regímenes totalitarios. La misma naturaleza del acto —tres funcionarios disparando a corta distancia al corazón del condenado— convierte el procedimiento en un símbolo brutal de violencia institucionalizada.

Desde el retorno de la pena de muerte en 1976, EE. UU. ha ejecutado a más de 1,500 personas, pero solo tres por pelotón de fusilamiento antes de este año —todos en Utah, siendo Ronnie Lee Gardner el último en 2010.

Carolina del Sur: ¿vanguardia o retroceso?

Con la ejecución de Brad Sigmon en marzo y ahora la confirmación del caso Mahdi para el viernes 11 de abril de 2024, Carolina del Sur entra en una nueva era en la aplicación de la pena capital. Según el Departamento Correccional estatal, el protocolo establece que tres funcionarios voluntarios dispararán desde una distancia de 4.5 metros, apuntando al corazón del condenado.

La ejecución se realiza en una instalación rediseñada específicamente para albergar una silla especial, rodeada de cortinas y con una diana sobre el torso del recluso. El costo de adaptar este método superó los $50,000 dólares, lo que ha provocado cuestionamientos sobre prioridades de gasto en el sistema penitenciario.

¿Por qué regresa este método?

La inestabilidad en los suministros de drogas letales ha sido el detonante principal. Muchas compañías farmacéuticas, especialmente europeas, han restringido sus ventas cuando se trata del uso con fines de ejecución. Como resultado, varios estados de EE. UU. han buscado métodos alternativos: la silla eléctrica, el gas nitrógeno (como en Alabama), y ahora el pelotón de fusilamiento.

“No podemos permitir que la imposibilidad de obtener los fármacos necesarios frustre la justicia”, declaró el fiscal general de Carolina del Sur, Alan Wilson.

En 2021, el estado aprobó una ley permitiendo la ejecución por pelotón si no se podía obtener la inyección letal. Posteriormente, una corte estatal la declaró inconstitucional, pero en 2023, la Corte Suprema estatal la validó tras afirmar que se habían hecho mejoras para asegurar “la humanidad del procedimiento”.

El caso de Mikal Mahdi: culpable pero ¿ejecutable?

Mahdi, de 41 años, fue condenado por el asesinato del oficial James Myers en 2004. El crimen, cuya brutalidad no admite justificación —fue disparado al menos ocho veces y posteriormente quemado—, ha puesto a prueba los extremos del sistema judicial. Mahdi también confesó haber matado a otra persona en Carolina del Norte días antes. Sin embargo, los problemas en el juicio original y la corta duración de su defensa (menos de 30 minutos) han generado críticas.

En las apelaciones, sus abogados alegan que su representación legal fue inadecuada: no se llamó a ningún familiar o testigo de carácter, ni se abordaron los efectos del confinamiento solitario que sufrió en la adolescencia. A esto se suma su historial de comportamiento violento tras la condena, incluyendo intentos de escape y ataques a guardias.

“El carácter del hombre es la violencia”, escribió la fiscalía del estado.

A pesar de estos detalles, la Corte Suprema del estado rechazó por unanimidad su apelación final. Solo le queda una posibilidad: que el gobernador Henry McMaster conmute su pena por cadena perpetua sin libertad condicional. Pero ningún gobernador estatal ha concedido clemencia desde la reinstitución de la pena de muerte en 1976 en Carolina del Sur.

¿Justicia o espectáculo de muerte?

Mientras se acerca la fecha de ejecución, las organizaciones de derechos humanos vuelven a alzar la voz. Amnistía Internacional ha calificado el pelotón de fusilamiento como “una reliquia bárbara que no tiene cabida en el siglo XXI”. La American Civil Liberties Union (ACLU) denunció el método como una “forma pública de sadismo legalizado”.

Además, la falta de transparencia sobre quiénes conforman el pelotón, y el hecho de que todos los voluntarios usen armas con balas reales para evitar saber quién disparó el tiro mortal, alimenta el misterio y la controversia.

La pena de muerte en EE. UU.: datos duros

Desde 1976:

  • Se han ejecutado más de 1,500 personas en EE. UU.
  • 25 estados aún mantienen activa la pena de muerte.
  • Solo tres ejecuciones por pelotón de fusilamiento se realizaron antes de 2024, todas en Utah.
  • Más de 2,400 personas permanecen en corredor de la muerte.
  • 53% de los estadounidenses aún apoya la pena capital, según una encuesta de Pew Research en 2021.

¿Venganza o disuasión?

Una de las preguntas centrales en este debate es si la pena de muerte realmente disuade futuros crímenes. Estudios realizados por el National Research Council afirman que no existe evidencia creíble que confirme que la pena capital tenga este efecto. De hecho, muchos estados sin pena de muerte tienen índices de homicidios más bajos que los estados que la aplican.

El profesor Franklin Zimring, experto de la Universidad de California en Berkeley, sostiene que: “La pena de muerte en EE. UU. ha sido más un símbolo de cultura punitiva que una herramienta de política criminológica efectiva”.

Una elección agónica

Mikal Mahdi tuvo que elegir. ¿Muerte por inyección letal, silla eléctrica o pelotón de fusilamiento? Esta selección no es menor: cada método tiene su dosis de dolor, ilegalidad debatida y carga simbólica. El estado exige que los presos hagan esta elección si no hay disponibles drogas inyectables. Mahdi eligió el pelotón.

A las 6:00 p.m. del viernes 11 de abril, tres armas apuntarán a su pecho. Carolina del Sur hará historia —una historia que para algunos representa justicia, pero para muchos otros, representa el fracaso ético de un sistema judicial que anhela esconder su violencia detrás de la burocracia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press