El regreso del lobo terrible: ¿resurrección científica o ilusión genética?
Una mirada crítica al ambicioso proyecto de Colossal Biosciences para devolver a la vida especies extintas, empezando por los lobos terribles
La ciencia moderna ha llegado a un punto donde la biotecnología y la genética se entrelazan con sueños de ciencia ficción. Y es que Colossal Biosciences, una startup con grandes ambiciones y polémicos planes, está captando la atención del mundo científico y del público por intentar lo imposible: revivir especies extintas. Esta vez, los protagonistas son unos cachorros que asegurarían el primer paso hacia el regreso del lobo terrible (Canis dirus), un depredador gigantesco que desapareció hace más de 10.000 años.
¿Quién fue el lobo terrible?
El lobo terrible es un animal que ha ganado fama gracias a la cultura popular, en especial por la serie Game of Thrones, aunque existió mucho antes de que los escritores lo resucitaran en una pantalla. Esta especie de cánido caminó por las praderas y bosques de América del Norte durante la era del Pleistoceno, coexistiendo con mamuts, dientes de sable y megaterios.
A diferencia del lobo gris que hoy conocemos, el lobo terrible era más robusto y pesado: podía alcanzar los 140 kilogramos de peso y poseía una mandíbula especialmente poderosa, diseñada para triturar huesos.
Sin embargo, se extinguió aproximadamente hace 10.000 años, probablemente debido a una combinación de cambios climáticos, pérdida de presas y competencia con otros depredadores como el propio lobo gris y los humanos.
¿Cómo podría resucitar una especie extinta?
Colossal Biosciences ha desarrollado una estrategia que muchos científicos llaman "des-extinción". El proceso básico consiste en modificar genéticamente especies vivas emparentadas con el animal extinto, en este caso, el lobo gris. A partir del análisis de ADN extraído de fósiles de lobos terribles hallados en Ohio e Idaho (de entre 13.000 y 72.000 años de antigüedad), la empresa ha identificado 20 rasgos genéticos clave que diferencian a estos animales de sus descendientes actuales.
Luego, utilizando la herramienta CRISPR-Cas9, realizaron modificaciones en células de lobos grises. Estas células alteradas fueron fusionadas con óvulos de perro doméstico y gestadas en madres sustitutas también caninas.
El resultado no es "un verdadero lobo terrible", sino una quimera genética que podría parecerse mucho al animal extinto. Actualmente, tres cachorros de entre tres y seis meses de edad han sido presentados como el avance más prometedor en este campo.
Un proyecto que despierta pasiones y críticas
La comunidad científica está dividida. Por un lado, algunos aplauden el avance técnico y las posibles aplicaciones en bioconservación. Por otro, muchos cuestionan la utilidad real del experimento y el dilema ético que plantea.
El biólogo Vincent Lynch, de la Universidad de Buffalo, fue tajante: “Todo lo que puedes hacer ahora es crear algo que se parezca superficialmente a otra cosa, pero no puedes revivir completamente una especie extinta”.
Y no está solo en su escepticismo. Muchos investigadores señalan que estos animales, aunque genéticamente afines, carecerán de las conductas adquiridas claves de sus ancestros salvajes. Matt James, jefe de bienestar animal de Colossal, admite que estos lobos modificados “nunca aprenderán la técnica final para derribar a un alce gigante o un ciervo”, ya que no tendrán modelos parentales reales que los enseñen.
Un experimento con impactos más allá del lobo terrible
Además de este proyecto, Colossal también ha clonado cuatro lobos rojos (Canis rufus), una subespecie en peligro crítico de extinción en el sureste de EE. UU. Utilizando muestras de sangre de ejemplares salvajes, buscan aumentar la diversidad genética de las pequeñas poblaciones cautivas.
Christopher Preston, experto en vida silvestre de la Universidad de Montana, cree que ese es un uso más práctico y defendible del potencial técnico: “La tecnología tiene aplicaciones reales para conservación, y este método es menos invasivo que otras opciones” – aunque también aclaró que extraer sangre a lobos salvajes es una tarea difícil y peligrosa.
No obstante, la empresa ha captado atención en los niveles más altos de gobierno. El secretario del Interior, Doug Burgum, calificó el anuncio como parte de una “nueva era de maravillas científicas” en su cuenta de X (antes Twitter).
Fantasía biotecnológica o salvación técnica
Colossal ha prometido otros proyectos similares: versiones resucitadas del mamut lanudo, los dodos de Mauricio y más especies desaparecidas. Esto eleva la pregunta: ¿Queremos un Parque Jurásico o una Arca de Noé digital?
Los críticos alertan que estas aventuras tienen más de espectacularidad que de utilidad. Restaurar una especie en un ecosistema completamente diferente al de hace 10.000 años podría traer consecuencias catastróficas o simplemente inútiles. “Sean lo que sean estos nuevos lobos, no cumplirán exactamente la misma función ecológica”, apunta Lynch.
Además, se estima que el costo de resurrectar una sola especie puede alcanzar los $15 millones de dólares o más. En un planeta donde casi un millón de especies están en peligro de extinción (según la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad), surge una duda legítima: ¿no sería mejor invertir esos fondos en proteger lo que aún nos queda?
Más allá de la genética: consideraciones éticas y ecológicas
La bióloga Francisca Santos, especializada en bioética ambiental, comenta que los animales modificados genéticamente podrían plantear dilemas legales y morales: “¿Quién es responsable de estos seres? ¿Se les reconocen derechos? ¿Qué pasa si sufren comportamientos anormales o enfermedades impredecibles?”.
Y es que, mientras los laboratorios celebran el éxito biológico, otros urgen a recordar los límites del poder humano. Aunque podamos, ¿debemos hacerlo?
En paralelo, grupos de derechos animales elevan sus inquietudes: pues aunque los experimentos se realicen con perros domésticos como madres sustitutas, estas siguen siendo sometidas a avanzados procedimientos reproductivos con sus riesgos asociados.
Un futuro de posibilidades e incertidumbres
La biotecnología avanza cada vez más rápido, y proyectos como el de Colossal ofrecen una tentadora mezcla de salvación y espectáculo. Nos brindan herramientas que podrían fortalecernos frente a la pérdida masiva de biodiversidad, pero también podrían distraernos con soluciones “de Hollywood”.
Por ahora, los cachorros modificados trotando en un laboratorio siguen siendo más símbolo que revolución. Si servirán como modelo de conservación, si desembocarán en una era de “bestias revividas”, o si quedarán como curiosidades experimentales, aún está por verse. Pero sin duda, abren un nuevo capítulo en la relación entre la humanidad, la genética y la vida salvaje perdida del pasado.
Lo que alguna vez fue imposible hoy es factible, pero el mayor desafío no está en el laboratorio, sino en la ética, la ecología y las prioridades globales.