Indonesia y la paradoja del biocombustible: ¿puede haber sostenibilidad sin conservación?

El megaproyecto agrícola y energético de Indonesia promete autosuficiencia, pero amenaza selvas vírgenes, biodiversidad única y culturas indígenas milenarias

Un paraíso en riesgo: el mega plan de Indonesia para producir bioetanol a costa de la selva

Indonesia, una nación insular reconocida por su deslumbrante biodiversidad, se encuentra en una encrucijada. Su ambición por alcanzar la autosuficiencia alimentaria y energética la ha llevado a plantear uno de los mayores proyectos de deforestación del mundo en pleno siglo XXI.

El plan, respaldado por el gobierno del presidente Prabowo Subianto, prevé la transformación de más de 4,3 millones de hectáreas de bosques tropicales en plantaciones destinadas a la producción de alimentos básicos y biocombustibles como el bioetanol derivado de la caña de azúcar. El proyecto más grande, ubicado en la región de Merauke (Papúa), afectará directamente más de 3 millones de hectáreas de selva virgen en una de las zonas más biodiversas del planeta.

¿Qué es el bioetanol y por qué importa?

El bioetanol es un tipo de biocombustible renovable producido a partir de materias primas vegetales como la caña de azúcar o el maíz. Tiene un rol clave en la transición hacia transportes con menos emisiones de carbono, especialmente en sectores difíciles de electrificar como el marítimo, el aéreo y el transporte de carga.

De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los biocombustibles representan una alternativa viable a los carburantes fósiles, pero su expansión debe realizarse de forma sostenible para evitar impactos negativos en los ecosistemas y comunidades locales.

Indonesia, a pesar de su evidente potencial agrícola, no ha logrado consolidar una producción estable de bioetanol. Un intento similar en 2007 fracasó por la falta de suministro confiable de materias primas.

El precio de la autosuficiencia: biodiversidad y culturas indígenas en peligro

Pocas regiones del mundo albergan tanta riqueza natural y diversidad cultural como Papúa. Allí conviven varias comunidades indígenas que, desde tiempos ancestrales, dependen de la selva para su alimentación, cultura y medicina. Pero hoy, ven cómo su territorio ancestral se convierte en viveros y plantaciones vigiladas.

“Sabemos que los bosques de Papúa son uno de los pulmones más grandes del mundo, y aun así los destruimos”, lamenta Vincen Kwipalo, un líder tribal local de 63 años. “¿Dónde vamos a cazar, pescar y vivir?”

La región afectada forma parte de la ecorregión del Trans-Fly, hogar de especies endémicas como el Canguro arborícola de Papúa, la Cacatúa palmada y la flor Rafflesia, algunas de ellas en peligro crítico de extinción.

Impacto global: emisiones masivas y retroceso en los compromisos climáticos

El desarrollo del proyecto en su actual escala podría liberar al menos 315 millones de toneladas de CO2 equivalente, según un informe del gobierno indonesio filtrado y revisado por medios. Estudios independientes mencionan cifras incluso superiores: hasta el doble de esa cantidad.

Esto supondría un retroceso colosal en los compromisos adquiridos por Indonesia en el Acuerdo de París y su esperanza de alcanzar las cero emisiones netas, además de intensificar fenómenos como la erosión, la alteración de ciclos hídricos y mayor vulnerabilidad a eventos climáticos extremos.

Glenn Horowitz, director ejecutivo de la organización medioambiental Mighty Earth, lo resume así:

“Es un homicidio ecológico a gran escala. Imagina erradicar cada árbol y criatura de un ecosistema entero para reemplazarlo por caña de azúcar. Se está creando una zona de muerte en uno de los lugares más vibrantes de la Tierra.”

Reforestación: ¿una solución real o una excusa climática?

El gobierno, consciente de las críticas, ha prometido medidas de mitigación. El enviado Presidencial para Energía y Medio Ambiente, Hashim Djojohadikusumo, aseguró que se reforestarán 6,5 millones de hectáreas de tierras degradadas.

Pero expertos advierten que ni la reforestación más ambiciosa puede replicar la complejidad y el capital natural almacenado en bosques vírgenes. Los bosques primarios regulan el agua, almacenan carbono y fomentan una biodiversidad única que toma siglos o milenios en desarrollarse.

Contexto internacional: la paradoja del desarrollo "verde"

Indonesia no está sola en esta encrucijada. La expansión de los combustibles “verdes” en países como Brasil, India y Colombia ha desatado preocupaciones similares sobre su coste ambiental y social. Mientras muchos gobiernos abrazan la transición energética, la falta de planificación territorial y sostenibilidad verdadera puede generar enormes contradicciones.

¿Tiene sentido impulsar energías renovables a costa de destruir ecosistemas irremplazables?

¿Un sacrificio inevitable o una elección negligente?

El dilema del food estate y la producción de bioetanol en Indonesia plantea profundas interrogantes éticas y políticas. Aunque el país tiene una legítima necesidad de garantizar seguridad alimentaria y energética, insistir en caminos que devoran selvas tropicales y comunidades indígenas cuestiona seriamente sus políticas de sostenibilidad.

El programa aún no ha respondido a muchas denuncias, y las empresas involucradas —entre ellas Merauke Sugar Group y Jhonlin Group— han evitado pronunciarse públicamente. Esto erosiona la transparencia necesaria para proyectos con impacto ambiental global.

Un llamado desde los márgenes de la selva

Las voces que claman en defensa de Papúa no provienen solo de ONG internacionales. Son los habitantes de la selva quienes resisten su transformación en campos industriales. Su mensaje es claro:

“Indonesia debería sentirse orgullosa de proteger Papúa, no destruirla.”

Avanzar hacia un futuro energético más limpio no puede convertirse en una excusa para sacrificar la justicia ambiental, las culturas originarias y los tesoros naturales irremplazables. La autosuficiencia no debería implicar despojo, y el progreso no puede medirse solo en hectáreas cultivadas ni en litros de bioetanol, sino en nuestra capacidad de preservar lo que nos hace humanos y parte de este planeta.

El futuro no solo necesita energía renovable; necesita ética renovada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press