La nueva guerra comercial de Trump: ¿medida estratégica o error global?

Aumentos arancelarios de EE. UU. generan caos en los mercados y tensan relaciones internacionales

Mientras los mercados financieros globales tambalean, las tarifas arancelarias impuestas por el expresidente estadounidense Donald Trump vuelven al centro del escenario internacional provocando reacciones de todo tipo: desde la indignación hasta la negociación diplomática.

El retorno del nacionalismo económico

Con el eslogan de “America First” como bandera, Trump ha reactivado una serie de aumentos arancelarios dirigidos a países como China, Corea del Sur, Indonesia, Alemania, Pakistán y muchos otros. Las nuevas medidas tarifarias afectan gravemente las exportaciones hacia Estados Unidos, desatando un efecto dominó en los índices bursátiles internacionales.

En su nueva oleada de medidas proteccionistas, la administración Trump elevó aranceles hasta un 47% a determinados países, con tarifas específicas como:

  • 34% a productos estadounidenses (China como represalia)
  • 25% a productos coreanos
  • 29% a exportaciones paquistaníes
  • 32% a productos procedentes de Indonesia
  • Más del 40% a Vietnam, Myanmar y Camboya

Mercados en caída libre

El impacto fue inmediato: el Hang Seng de Hong Kong cayó un 13.2% y el índice compuesto de Shanghái perdió un 7.3%, cifras que no se veían desde las turbulencias financieras de 2008.

China, uno de los blancos preferentes de las medidas, reaccionó con dureza: “Poner a ‘Estados Unidos Primero’ por encima de las reglas internacionales es un acto típico de unilateralismo, proteccionismo y acoso económico”, declaró Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.

En un comunicado publicado por The People’s Daily, el órgano del Partido Comunista chino, se lee: “El cielo no se caerá. Tenemos herramientas a nuestra disposición para enfrentar los golpes indiscriminados de los impuestos estadounidenses”.

Europa marca distancia

Desde Luxemburgo, el ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, calificó las tarifas como “un sinsentido absoluto” y defendió la unidad de la Unión Europea frente a decisiones unilaterales. “Intentar obtener exenciones individuales no ha funcionado antes. Debemos mantenernos juntos. Nosotros estamos en posición de fuerza, Estados Unidos en una de debilidad,” subrayó Habeck.

Los líderes europeos consideran que estas medidas amenazan no solo la economía global, sino el equilibrio geopolítico forjado durante décadas. Según Habeck, el nacionalismo económico de Trump erosiona las relaciones comerciales y los principios de la OMC, debilitando al sistema multilateral basado en reglas.

Asia busca el diálogo, no la retaliación

Los países asiáticos adoptaron distintas aproximaciones. Corea del Sur envió al negociador Inkyo Cheong a Washington para discutir las implicaciones de los aranceles del 25% que afectan particularmente al sector automotor y siderúrgico. Malasia, presidencia actual de la ASEAN, organizó una cumbre en Kuala Lumpur con las otras nueve naciones del bloque para tratar de formular una respuesta conjunta.

El ministro de comercio malasio, Zafrul Abdul Aziz, negó que su país hubiera impuesto tarifas del 47% como insinuaban algunos reportes. “Nuestro arancel promedio es del 5.6%, y hemos estado en conversaciones con el embajador estadounidense para entender los fundamentos detrás del arancel del 24% a las exportaciones malasias,” explicó.

En un movimiento audaz y aparentemente conciliador, Indonesia anunció que no tomará represalias frente al aumento del 32% en aranceles estadounidenses. “En vez de eso, incrementaremos nuestras importaciones de trigo, algodón, gas y petróleo estadounidenses para reducir el superávit comercial,” anunció el ministro Airlangga Hartarto. Su estrategia apunta a mantener la diplomacia abierta y aprovechar la vasta demanda del mercado estadounidense.

Pakistán, entre la espada y el FMI

Pakistán, cuya economía depende ampliamente de préstamos del Fondo Monetario Internacional, se encuentra en una posición más vulnerable. El primer ministro ordenó a su Ministro de Finanzas, Muhammad Aurangzeb, evaluar los daños generados por la tarifa del 29% sobre sus exportaciones, que suman unos $5 mil millones anuales a Estados Unidos.

En medio de una creciente tensión interna por atentados del grupo TTP, la economía paquistaní se enfrenta a una doble amenaza: sin amortiguadores financieros y con mercados externos en declive por los aranceles, el margen de maniobra queda peligrosamente reducido.

¿Error táctico o estrategia calculada?

Si bien Trump justifica sus decisiones como una defensa de los trabajadores estadounidenses, los datos sugieren que su impacto puede estar siendo contraproducente. Un informe del Centro Peterson para la Economía Internacional calculó que las tarifas anteriores bajo su gobierno costaron a hogares estadounidenses un promedio adicional de $831 anuales en bienes de consumo en 2019.

Además, múltiples estudios de la Brookings Institution y del MIT muestran que, lejos de fortalecer la manufactura local, muchas plantas trasladaron su producción a terceros países más allá de China —como Vietnam y México— eludiendo los aranceles sin que eso significara nuevos empleos en EE. UU.

¿Cómo afecta esto a América Latina?

Aunque la región no fue directamente mencionada en esta nueva ronda, las economías latinoamericanas podrían verse beneficiadas a corto plazo como proveedores alternativos —particularmente en los sectores agrícola, manufacturero y energético—. Sin embargo, una escalada descontrolada del conflicto comercial podría enfriar el comercio global entero, lo que impactaría negativamente a exportadores de materias primas.

Además, la inestabilidad cambiaria generada por mercados en caída y flujos de capital más volátiles puede depreciar monedas emergentes, lo que ya afecta a países en desarrollo altamente endeudados como Argentina o Colombia.

La visión desde China: resiliencia y desafío

China parece dispuesta a resistir, e incluso a convertir la crisis en una oportunidad. Según estudios del Banco Asiático de Desarrollo, China aumentó las exportaciones a Europa y Asia Central durante la guerra comercial anterior. Pequeñas empresas tecnológicas, en lugar de menguar su participación, ampliaron su apuesta por mercados como África, Oriente Medio y América Latina.

Las autoridades chinas también han reforzado sus lazos con corporaciones estadounidenses. Recientemente, el Ministerio de Comercio sostuvo una reunión con 20 compañías estadounidenses como Tesla y GE Healthcare, exhortándolas a ejercer presión sobre el gobierno de EE. UU. para resolver el conflicto. “Aún confiamos en el comercio bilateral,” dijo Ling Ji, viceministro de Comercio.

¿Qué sigue en el tablero geoeconómico?

La ambición de redefinir el comercio exterior estadounidense podría llevar a Washington a un aislamiento económico perjudicial en el largo plazo. Si aliados como Europa, socios asiáticos y potencias como China deciden tomarse en serio una estrategia conjunta de contención, Estados Unidos podría verse ante un nuevo orden comercial del cual quedó marginado no por fuerza, sino por elección política.

Las políticas arancelarias de Trump podrían haber recrudecido temporalmente ciertos desequilibrios, pero también han incentivado nuevas alianzas, rutas comerciales y marcos de cooperación. ¿Será ese el legado más duradero de esta guerra comercial 2.0?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press