Voces silenciadas: el poder, el abuso y la batalla por la justicia en las artes y comunidades indígenas

Del caso de Nathan Chasing Horse al juicio contra el Metropolitan Opera, las historias revelan una lucha sistemática por dignidad, reparación y verdad

Cuando el poder se disfraza de autoridad espiritual y artística

En las últimas semanas, dos casos independientes han sacudido el mundo del espectáculo y la cultura, revelando oscuros patrones comunes: el abuso de poder, la manipulación de figuras vulnerables y la lucha por justicia de las víctimas. Aunque diferentes en contexto y forma, las historias del exactor Nathan Chasing Horse y la mezzosoprano Anita Rachvelishvili evidencian cómo la fama, la espiritualidad y las instituciones pueden blindar comportamientos que anulan la dignidad humana.

Ambos casos también muestran cómo las mujeres, especialmente las procedentes de comunidades históricamente marginadas, son frecuentemente dejadas al margen, incluso en los entornos que deberían protegerlas.

Nathan Chasing Horse: de sanador a depredador

Nathan Chasing Horse se hizo conocido por su interpretación del personaje Smiles A Lot en la aclamada película Dances with Wolves de 1990. Pero fue después de esa aparición cuando adoptó el rol de líder espiritual Lakota, realizando supuestas ceremonias de sanación por toda América del Norte. Lo que parecía una vocación generosa, sin embargo, ocultaba décadas de presunto abuso sexual, manipulación y coerción.

Desde su arresto en 2023, Chasing Horse enfrenta 21 cargos de delitos graves—incluyendo abuso sexual a menores de 16 años, secuestro, y la creación, posesión y difusión de pornografía infantil—hechos que, de comprobarse, podrían condenarlo a cadena perpetua. El caso ha sido aplazado nuevamente, con un nuevo juicio programado para el 4 de agosto.

La explotación del liderazgo indígena

Lo que vuelve este caso particularmente alarmante es cómo Chasing Horse usó su herencia y posición como “sanador” para ganar la confianza de comunidades indígenas. En un contexto donde estas comunidades ya enfrentan pobreza, marginalización y crisis sanitarias, su rol fue tomado como guía espiritual legítimo. De acuerdo con las autoridades, esa confianza fue usada para aislar a mujeres jóvenes, tomando hasta cinco “esposas”, algunas de ellas menores de edad.

“Estamos viendo finalmente una respuesta institucional después de mucho silencio alrededor del abuso de mujeres indígenas”, dijo la activista y abogada indígena Mary Kathryn Nagle en una entrevista con NPR en 2023.

Este caso resuena en un país donde una de cada tres mujeres indígenas ha sido víctima de violación y más del 80% han experimentado violencia en algún momento de sus vidas, de acuerdo con estadísticas del National Congress of American Indians.

Impulsando la justicia para mujeres nativas

El caso de Chasing Horse se inserta en un contexto más amplio. Durante la última década, movimientos por la visibilización de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas (MMIWG, por sus siglas en inglés) han ganado visibilidad en EE.UU. y Canadá. Hay oficinas federales que trabajan exclusivamente estos casos, y estados como Nuevo México y Montana han aprobado leyes específicas para investigar estas desapariciones.

Sin embargo, la desconfianza comunitaria hacia autoridades judiciales aún es alta, lo cual hace que muchas víctimas no denuncien, especialmente cuando el agresor tiene una posición de liderazgo como Chasing Horse.

Anita Rachvelishvili: maternidad, discriminación y voz silenciada

Mientras tanto, en Nueva York, otra batalla por respeto y derechos se desata en los tribunales. La reconocida mezzosoprano georgiana Anita Rachvelishvili ha demandado al Metropolitan Opera y su sindicato por cancelar sus contratos tras haber desarrollado dificultades vocales derivadas del parto.

En la demanda, presentada en marzo de 2024, la artista de 40 años acusa a la institución de violación a la Ley de Equidad para las Trabajadoras Embarazadas (PWFA), así como la Ley de Estadounidenses con Discapacidades y legislación de derechos humanos del estado de Nueva York. También señala al sindicato AGMA por no defenderla en el proceso.

Rachvelishvili argumenta que la discapacidad temporal no fue excusa válida para que el Met cancelara sus participaciones en obras como Aida, Don Carlo, Carmen y La Gioconda, para las cuales ya existían contratos firmados.

“Ella continuó cantando con éxito roles protagónicos en Berlín, Atenas y otros escenarios, durante el mismo período de las funciones canceladas”, señaló su abogado Len Egert.

El eterno dilema de la maternidad y la carrera artística

El caso de Rachvelishvili subraya una tensión que muchas mujeres artistas enfrentan: la maternidad sigue siendo vista como una carga o una amenaza profesional. Aunque su problema vocal era temporal—y según su equipo legal, ya superado—el Met nunca volvió a contratarla.

No es la primera vez que el Metropolitan Opera es acusado de trato discriminatorio hacia artistas con condiciones médicas. En 2020, el sindicato AGMA se enfrentó a críticas por no proteger a trabajadores durante la pandemia. Hoy, muchos se preguntan si la cancelación de Rachvelishvili es solo la punta de un iceberg más profundo.

Cuando las instituciones fallan, ¿quién protege al artista?

La voz de Anita no es solo musical, sino también activista. Su valentía al enfrentarse a una institución tan poderosa como el Met ha sacado a la luz no solo un presunto abuso contractual, sino una falta estructural de respaldo a mujeres artistas que son madres.

En palabras de la socióloga Judith Stacey, “El trabajo emocional y físico de la maternidad no ha sido plenamente reconocido ni remunerado en la mayoría de las industrias. El arte no es la excepción”.

Más allá de las noticias individuales: un patrón sistémico

Ya sea a través del abuso espiritual en comunidades indígenas, o mediante discriminación en el escenario operístico, las estructuras de poder continúan mostrando fisuras cuando se trata de justicia para las mujeres. La visibilidad de estos casos contribuye a una transformación lenta pero inevitable en los discursos culturales.

No estamos frente a un par de titulares aislados, sino >a ejemplos nítidos de cómo las voces femeninas, sean espirituales o líricas, pueden ser silenciadas por estructuras aún dominadas por patrones patriarcales.

¿Qué podemos aprender de estas historias?

  • Revisar críticamente las figuras de liderazgo, sin importar su contexto cultural o espiritual.
  • Fortalecer las protecciones legales hacia mujeres en el arte, asegurando que la maternidad no sea causa de discriminación.
  • Invertir en educación comunitaria para prevenir el grooming y detectar señales de manipulación encubierta en entornos religiosos o artísticos.

La justicia no será inmediata. Pero el coraje de las víctimas y su disposición a hablar son catalizadores esenciales de cambio.

El silencio ha protegido a muchos durante demasiado tiempo. Ha llegado la hora de escuchar —y amplificar— esas voces calladas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press