Diego Maradona: ¿víctima de negligencia médica o de un sistema que nunca supo protegerlo?
El juicio que busca justicia en la muerte de una leyenda revive los dilemas de salud mental, adicciones e idolatría en el fútbol
Un ídolo atrapado en su leyenda
La muerte de Diego Armando Maradona el 25 de noviembre de 2020, conmovió al mundo del deporte y dejó un vacío imposible de llenar en el corazón del fútbol mundial. Pero a más de cuatro años de aquel fatídico día, las preguntas siguen ardiendo: ¿murió por causas naturales o fue una cadena de negligencias médicas la que terminó de apagar la llama del Pelusa?
En un caso que ya es seguido con atención mediática global, siete profesionales de la salud —entre ellos un neurocirujano, un psiquiatra, una psicóloga, médicos y enfermeros— enfrentan cargos de homicidio culposo. Lo que está en juego no es solo la justicia para una leyenda, sino también el cuestionamiento del sistema sanitario argentino cuando se trata de figuras públicas con múltiples problemáticas.
El testimonio clave: “Nunca debió haber ido a su casa”
Durante el juicio, uno de los testimonios más relevantes fue el de Mario Alejandro Schiter, médico que trató a Maradona durante dos décadas y lo acompañó durante sus peores momentos, particularmente en su lucha contra la adicción a las drogas. En su declaración, Schiter fue tajante: “Él debió ser internado en una clínica de rehabilitación. No estaba en condiciones de estar en casa.”
La afirmación no es menor: resultó que Maradona fue trasladado directamente a un régimen de internación domiciliaria tras su operación cerebral por un hematoma subdural, decisión que, según el médico, no formaba parte de sus recomendaciones profesionales y que terminó siendo impuesta por la dirección médica de la clínica.
“El domicilio donde lo llevaron no estaba preparado, no había equipamiento médico adecuado. Fue un desenlace evitable”, añadió Schiter, quien también participó en la autopsia del astro y recalcó lo más doloroso: “Faltó atención médica básica modificable que podría haber evitado el paro cardíaco.”
El dilema entre la medicina y el mito
Uno de los puntos clave del juicio es el debate no dicho, pero latente: ¿cómo se maneja el tratamiento de un paciente célebre, rebelde y adicto como Maradona? En palabras del propio Schiter: “No era fácil de manejar. Yo lo conocía desde sus peores momentos”.
Esta declaración abre otra puerta: la famosa “zona gris” entre la ética médica y las presiones del entorno —familia, representantes, amigos, fanáticos— que muchas veces impiden la toma de decisiones objetivas. Maradona no solo era un paciente. Era un ídolo nacional, mundial, un tótem cultural que cargaba con una historia de excesos y una fragilidad que pocos veían detrás del aura de campeón.
¿Hogar o trampa mortal?: las condiciones de su internación
De acuerdo con testimonios presentados en el juicio, el hogar de Tigre donde Maradona pasó sus últimos días carecía de lo mínimo necesario. No había desfibrilador. No había monitoreo constante. Los enfermeros trataban sus dolencias muchas veces sin una supervisión directa, y la coordinación entre los diversos profesionales era, en el mejor de los casos, errática.
Un informe forense señaló que existieron más de 12 horas sin control médico formal antes de su fallecimiento. En un paciente cardíaco, con historial severo de adicciones y convalecencia postquirúrgica, este lapso puede resultar letal. Y lo fue.
El peso de la fama: ¿apología del descuido?
No es la primera vez que una figura de renombre muere en circunstancias confusas. Elvis Presley, Whitney Houston, Michael Jackson… Todos íconos globales que en sus últimos días fueron abandonados, ocultos tras muros de privacidad y decisiones médicas permeadas por las expectativas de fama y consumo.
En Argentina, Maradona fue mucho más que un futbolista. Fue una religión. De hecho, el movimiento conocido como “Iglesia Maradoniana” cuenta con miles de seguidores en todo el mundo y celebra el 30 de octubre, fecha de nacimiento del “Diez”, como un día sagrado. En ese contexto, decirle “no” a Maradona nunca fue fácil —ni para sus médicos, ni para sus allegados, mucho menos para sus fanáticos.
Cifras, datos y responsabilidades
El juicio ha estado fuertemente mediatizado, y no es para menos. La justicia argentina podría sentar un precedente histórico si condena a los médicos por el delito de homicidio culposo agravado, cuya pena puede ir de 8 a 25 años de prisión.
Según Fiscalía, los profesionales acusados no cumplieron con el deber médico de cuidado, y tuvieron una participación activa u omisiva que posibilitó el agravamiento del cuadro de salud del paciente.
- Falta de monitoreo cardíaco en un paciente con antecedentes severos.
- Internación domiciliaria sin condiciones mínimas recomendadas por medicina clínica.
- Ausencia de coordinación médica y nulo protocolo de actuación en emergencia.
“No hubo intención homicida, pero sí una cadena de conductas negligentes, imprudentes e inobservantes del deber”, dijo uno de los fiscales del caso.
El espejismo del control: ¿por qué no se frenó la tragedia?
Una de las preguntas más incómodas que la audiencia y el público no pueden dejar de hacerse es: ¿Dónde estuvo la supervisión institucional? ¿Por qué nadie dijo basta?
Según los mensajes de WhatsApp que salieron a la luz en el expediente, muchos de los profesionales discutían internamente la precariedad del operativo de salud, pero ninguno se animó a plantearlo formalmente o detener el proceso. “Si alguien de arriba decía que había que llevarlo a su casa, no había mucha opción”, confiesa un enfermero en uno de los mensajes presentados como prueba.
La figura trágica del genio argentino
El caso Maradona no solo expone la vulnerabilidad de los pacientes famosos, sino que descifra el mito nacional de un hombre que pasó de la pobreza en Villa Fiorito a tocar el cielo con las manos en México '86, para luego caer en una red de excesos e idolatría inmanejable.
Su muerte, lejos de ser un capítulo final predecible, es la síntesis brutal de una vida compleja: amado, perseguido, aprovechado, exaltado y marginado por igual.
¿Era evitable este final? Técnicamente sí. Según los expertos, una atención clínica protocolar podría haber prevenido los riesgos que lo llevaron al paro cardiorrespiratorio. Pero emocional y culturalmente, ¿estaba Maradona dispuesto —o el país— a someterlo a un régimen médico impersonal cuando era “el Diego”?
¿Justicia o expiación?
El veredicto aún falta. Pero el juicio ya ha expuesto algo profundamente perturbador: nadie en el entorno de Maradona —ni médico ni familiar— se atrevió a ejercer autoridad sobre él. Y quizás, en eso radica la verdadera tragedia del “Diez”: que nadie pudo salvarlo de sí mismo.
Hoy, ante el tribunal de San Isidro, donde pancartas gritan “Justicia por D10S”, queda claro que el juicio no es solo jurídico, sino social, cultural e incluso espiritual. Argentina no solo está juzgando a siete profesionales, sino revisando su propia relación con uno de sus íconos más brillantes y contradictorios.