El regreso de los carros fúnebres con caballos al Cementerio Nacional de Arlington: entre el respeto y la controversia

Tras años de negligencia y muertes de caballos, el Ejército intenta revivir una de sus más solemnes tradiciones militares

El Cementerio Nacional de Arlington, lugar de reposo eterno para miles de veteranos y héroes de guerra en Estados Unidos, recuperará una de sus más solemnes tradiciones: el uso de caissons o carros fúnebres tirados por caballos. A partir del 2 de junio, el Ejército reintegrará de forma limitada este ritual que durante años ha sido símbolo de honor y respeto a quienes dieron su vida al servicio.

Esta decisión llega tras casi dos años de suspensión, seguidos de un escándalo que expuso graves negligencias en el cuidado de los animales encargados de esta delicada labor. Caballos desnutridos, campos llenos de escombros, falta de agua potable y deficiencias en infraestructura obligaron a poner fin temporal a este rito fúnebre. Pero, ¿es adecuado su regreso?, ¿se ha hecho lo suficiente para garantizar el bienestar animal?, y ¿por qué esta tradición sigue siendo tan relevante hoy? A continuación, analizamos a fondo este complejo y simbólico regreso.

Un símbolo histórico bajo la lupa

Los caissons tienen una profunda carga simbólica en Estados Unidos y su origen se remonta a las guerras del siglo XIX. Inicialmente utilizados para transportar munición durante los conflictos, a partir de la Guerra Civil fueron adaptados para transportar los cuerpos de los soldados fallecidos. Desde entonces, son parte fundamental de los funerales militares en Arlington.

Con caballos tradicionalmente grises y negros, el desfile del carro fúnebre representa un último tributo solemne, sobrio y elegante. Sin embargo, la tradición sufrió un fuerte revés en 2022 cuando dos caballos —Mickey y Tony— murieron con días de diferencia debido a una impactación del colon, atribuida a la ingesta de arena y grava, alimento de mala calidad y deficiente infraestructura veterinaria. La indignación pública no se hizo esperar.

Los hallazgos de una investigación vergonzosa

La investigación posterior reveló que los campos donde los caballos pasaban tiempo al aire libre apenas tenían pasto. Los animales comían del suelo contaminado con desechos de construcción y estiércol, y estaban hacinados en un espacio que apenas podría albergar seis o siete equinos, cuando en realidad había hasta 64 caballos amontonados en esas tierras.

Además, el heno que se les ofrecía era de baja calidad, lo cual, combinado con la falta de alimento adecuado, llevó a que consumieran tierra, provocando severos problemas intestinales. Esta negligencia culminó con la suspensión temporal de todas las ceremonias con carros fúnebres en mayo de 2023.

Una reestructuración de más de 10 millones de dólares

El Ejército ha intentado recuperar la credibilidad a través de una inversión considerable. Según el mayor general Trevor Bredenkamp, comandante del Distrito Militar del Ejército en Washington, se han gastado alrededor de 10 millones de dólares anuales para operar y mantener el programa, además de 900,000 dólares por escuadrón de caballos, incluyendo la compra, entrenamiento y equipamiento.

Actualmente, el Ejército ha adquirido 46 nuevos caballos, de los cuales 33 están repartidos en tres escuadrones. Solo dos están plenamente certificados y comenzarán a operar desde junio. Los caballos utilizados en el pasado fueron jubilados y reemplazados por ejemplares más jóvenes, en su mayoría Percherones o cruces Percherón, de edades entre 6 y 14 años, de color oscuro.

Aumento escalonado de servicios

Al reintroducir los caissons, se realizarán sólo dos funerales diarios, lo que da un total de hasta 10 por semana —una reducción importante respecto a los 30 semanales que se realizaban antes del escándalo. La meta es eventualmente alcanzar esa cifra anterior, pero dependerá de la adquisición y entrenamiento de más animales y de mejoras en las instalaciones del cuartel de Fort Myer.

Después de una cuidadosa consideración y coordinación, nos complace reintegrar la conducción de caissons a los servicios funerarios en el Cementerio Nacional de Arlington”, expresó Karen Durham-Aguilera, directora ejecutiva de la Oficina de Cementerios del Ejército.

Por su parte, Renea Yates, la superintendente interina del cementerio, reconoció que el reenfoque gradual puede no satisfacer a todas las familias, pero “permite reintegrar a nuestros caballos al trabajo de manera segura y continuar con la sagrada labor de escoltar a nuestros héroes nacionales”.

¿Quiénes pueden recibir este honor?

La ceremonia con caisson no se realiza para todos los funerales militares, sino que está reservada a casos muy especiales. Se incluirán:

  • Miembros de las fuerzas armadas fallecidos en combate
  • Condecorados con la Medalla de Honor o la Medalla de Prisionero de Guerra
  • Altos oficiales comisionados y suboficiales superiores
  • Veteranos cuyos familiares solicitaron posponer el funeral hasta el regreso de los carros tirados por caballos (aproximadamente 25 casos)

¿Tradición o crueldad maquillada?

El regreso limitado ha sido recibido con sentimientos encontrados. Para muchas familias y veteranos, el caisson es un tributo visualmente poderoso y profundamente emotivo: un caballo sin jinete, la marcha solemne sobre el camino de piedras blancas, la última caminata hacia el descanso eterno.

Pero críticos y activistas por los derechos de los animales cuestionan si es ético someter a caballos a este tipo de trabajos ceremoniales en condiciones urbanas, especialmente a la luz del historial reciente de negligencia. “¿Vale la pena arriesgar la vida de estos animales por mantener una tradición?”, preguntó en redes sociales PETA, organización que ha exigido la eliminación definitiva de este protocolo.

El desafío de la memoria

La pregunta de fondo es más profunda: ¿qué significa rendir homenaje? ¿Cómo logramos equilibrar el deber de recordar y honrar sacrificios sin perpetuar prácticas obsoletas o perjudiciales para otros seres vivos?

El Ejército ha tratado de posicionarse como institución moderna y sensible, si bien la presión de familiares, veteranos y sectores patrióticos ha sido determinante en la decisión de reactivar el ritual, aunque sea en una forma inicial, acotada y técnicamente mejorada.

Al final, lo que está en juego no es solo un espectáculo solemne, sino la capacidad de una nación de reflejar su respeto con coherencia: honrar a sus muertos sin traicionar los valores de cuidado, ética y responsabilidad que esos mismos soldados defendieron en vida.

¿Qué sigue?

Durante las próximas semanas, los visitantes del cementerio notarán la presencia de los caballos y los soldados realizando entrenamientos, adaptándose al entorno entre tumbas y lápidas sagradas. Aún falta por entrenar un cuarto escuadrón y mejorar sectores logísticos críticos. Todo indica que la implementación total aún podría tomar al menos un año.

Mientras tanto, la mirada de miles de familias y activistas seguirá atenta. Esta vez, el Ejército no puede permitirse otro error. La memoria de héroes y el respeto por los animales exigen algo más que solemnidad: requieren integridad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press