Israel y Estados Unidos: ¿Fractura en la alianza histórica?

La reciente visita de Netanyahu a Washington reveló más desacuerdos que acuerdos con un Trump menos complaciente y más impredecible

Una visita inesperada con grandes expectativas

Cuando el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu emprendió esta semana su segundo viaje oficial a la Casa Blanca durante el segundo mandato de Donald Trump, las expectativas eran altas. El objetivo era claro: reforzar una relación históricamente sólida en un momento de profunda inestabilidad medio oriental. Sin embargo, el resultado distó mucho del idilio entre ambos líderes que vimos en tiempos pasados. Todo indica que la conexión Netanyahu-Trump atraviesa un proceso de redefinición.

Trump y Netanyahu: de alianza inquebrantable a relación pragmática

El primer mandato de Trump fue un regalo político para Netanyahu. Reconocimiento de Jerusalén como capital israelí, traslado de la embajada estadounidense, e incluso el retiro del acuerdo nuclear con Irán fueron señales claras del apoyo incondicional a Israel. Pero esa dinámica cambió. Esta reunión terminó sin grandes anuncios, con tensiones latentes y con un Trump menos dispuesto a complacer las demandas de su homólogo israelí.

El desacuerdo nuclear con Irán

Desde hace más de una década, Netanyahu ha construido su reputación internacional en torno al tema iraní. Considera que la única forma viable de evitar que Irán adquiera armas nucleares es mediante presión militar. En 2018, Trump —atendiendo estas presiones— retiró a EE. UU. del acuerdo nuclear negociado bajo la administración de Obama. No obstante, en este encuentro de 2025, algo cambió.

Trump anunció que iniciaría conversaciones con Irán, algo que sorprendentemente hizo frente a Netanyahu —dejando claro que EE. UU. no está alineado al 100% con la visión israelí. Netanyahu tuvo que moderar su postura, apoyando un “acuerdo a lo Libia” en 2003, donde se destruyeron instalaciones nucleares y se permitió acceso irrestricto a inspectores. Pero ni siquiera estaba claro si esto era viable.

¿Y los aranceles? Ningún alivio, solo recordatorios económicos

Otro punto de fricción fue el comercial. Trump ha impuesto tarifas globales bajo su “Día de la Liberación Económica”. Israel, anticipándose, había eliminado sus impuestos sobre productos estadounidenses. Aún así, Trump aplicó aranceles del 17% a productos israelíes, afectando significativamente la economía israelí.

Netanyahu viajó pensando en convencer a Trump de revertir esa decisión. Pero no lo logró. Trump recordó el paquete de asistencia militar anual de 4 mil millones de dólares que EE. UU. brinda a Israel. “Eso es mucho”, dijo, como justificando que no había espacio para más concesiones. Un gesto frío que contrastó con las cálidas reuniones anteriores.

Israel vs Turquía: tensiones regionales sin apoyo estadounidense

Desde la caída del régimen de Assad en Siria, Turquía ha tomado un rol protagónico en la región. Israel ve esto como una amenaza cercana y ha establecido una zona de amortiguamiento en Siria para “proteger sus fronteras”. Netanyahu esperaba que Trump condenara la presencia turca.

Pero Trump sorprendió nuevamente, alabando a Erdogan por “tomar control en Siria” y sugiriendo que podría actuar como mediador entre ambos países. “Sed razonables”, le aconsejó a Netanyahu. Una declaración que irritó a muchos en Israel, donde Erdogan es percibido como un enemigo directo.

Gaza en la sombra: un desacuerdo silencioso

Mientras la guerra en Gaza entraba en su mes número 18, su tratamiento en la Casa Blanca fue tangencial. Netanyahu habló de los rehenes y la “tiranía malvada de Hamas”. Trump mostró empatía, pero dejó en claro su deseo de terminar la guerra y liberar a los rehenes cuanto antes.

“Creo que la guerra terminará pronto”, dijo Trump, insinuando que podría estar perdiendo la paciencia. Netanyahu, en cambio, está bajo presión de su coalición derechista para continuar la ofensiva hasta eliminar a Hamas. Estas posturas, aunque no contrastaron en público, reflejan una posible futura divergencia estratégica.

Relaciones bilaterales bajo tensión

Si algo dejó claro esta visita es que Estados Unidos no entrega cheques en blanco. La relación con Israel ya no es automática ni completamente alineada. Udi Sommer, académico de la Universidad de Tel Aviv, lo resumió con claridad: “No hay amor incondicional. Todo está condicionado al comportamiento de Israel”.

Trump, aunque permanece fiel a ciertos intereses israelíes, ahora exige reciprocidad política, estratégica e incluso económica. El matiz de esta segunda etapa conjunta de liderazgos es uno de realismo, pragmatismo e intereses mutuos evaluados caso por caso.

La presión por redefinir el papel de Estados Unidos en la región

Este distanciamiento también podría leerse dentro de un proceso más amplio: la redefinición del papel estadounidense en Medio Oriente. Desde el repliegue militar progresivo hasta la preferencia por la diplomacia directa, Trump busca proyectar poder sin entrar en nuevos conflictos prolongados.

Por ejemplo, el giro hacia una estrategia negociadora con Irán y el uso táctico de la presión sobre los hutíes en Yemen son muestra de esto. La administración ha lanzado más de 200 ataques aéreos en Yemen desde marzo, según cifras de la Casa Blanca, en un intento de frenar los ataques al transporte marítimo relacionados con el conflicto israelí-palestino.

Netanyahu en terreno desconocido

A pesar de su aparente control sobre la narrativa doméstica, Netanyahu se encuentra en una situación geopolítica que ya no domina. Su capacidad de influir sobre las decisiones de la Casa Blanca parece disminuir, al menos en comparación con su alto grado de sintonía durante el primer mandato de Trump.

Los analistas israelíes fueron claros en su evaluación posterior a la reunión. Nadav Eyal, del diario Yediot Ahronot, lo expresó sin rodeos: “Netanyahu no oyó lo que quería oír, y se regresa a casa con muy poco”.

¿Qué pasará con Gaza, Irán y Turquía?

  • Gaza: EE. UU. parece cada vez menos dispuesto a respaldar una guerra sin fin. La presión crecerá para negociar y encontrar una salida.
  • Irán: Trump apuesta por una solución diplomática, incluso abriendo canales de diálogo. Esto podría debilitar la postura militarista israelí.
  • Turquía: Washington busca rebajar tensiones más que alinearse categóricamente con Tel Aviv. Podríamos ver una mediación directa.

El mensaje que queda: Estados Unidos escucha, pero no se supedita. La relación sigue viva, pero pasó de ser de obediencia a una de negociación.

Un nuevo capítulo en la política exterior israelí

Netanyahu probablemente necesitará reconfigurar sus expectativas de lo que el aliado norteamericano está dispuesto a proveer —no solo en asistencia militar, sino en respaldo diplomático y comercial. El margen de maniobra se reduce y las señales indican que la Casa Blanca, bajo Trump 2.0, empieza a alejarse de la postura del “todo vale” hacia una donde las relaciones son transaccionales e incluso sujetas a evaluación constante.

Para un líder que ha cimentado su poder en mostrar dominio sobre la política internacional, este tipo de encuentros pueden tener consecuencias más allá del terreno diplomático. El tablero político israelí verá esto como una advertencia: ni siquiera Netanyahu puede imponer siempre su visión a Trump.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press