Keystone: el oleoducto que se convirtió en símbolo de los peligros ambientales de la industria petrolera

Con más de un millón de galones vertidos en múltiples fugas desde 2010, el oleoducto Keystone arrastra una historia de fallas estructurales, daños ambientales y controversia política

Un proyecto multimillonario con grietas desde su nacimiento

Construido en 2010 con una inversión de 5.2 mil millones de dólares, el oleoducto Keystone fue concebido como un ambicioso canal de transporte de petróleo pesado desde las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, hacia refinerías en Illinois y la costa del Golfo de EE. UU. Con 2,700 millas de longitud (4,350 kilómetros), este sistema prometía seguridad energética y beneficios económicos. Pero lo que comenzó como un proyecto estratégico ha terminado convertido en un ejemplo del costo ecológico y humano de depender del crudo.

Operado inicialmente por TC Energy y, desde 2024, por South Bow, el oleoducto ha dado más titulares por sus múltiples fugas que por sus supuestos beneficios. El 2024 presenció un nuevo derrame en Dakota del Norte, reavivando una historia crítica: el Keystone ha registrado al menos 23 fugas desde su puesta en marcha.

Una historia manchada por millones de galones de crudo

Desde 2010, el oleoducto Keystone ha vertido más de 1 millón de galones de petróleo crudo al medio ambiente. De esas fugas, cuatro ocurrieron en Dakota del Norte, incluyendo la más reciente en 2024, cuyo volumen aún no ha sido determinado oficialmente. No obstante, una de las fugas más desastrosas tuvo lugar en 2022 en Kansas, donde se liberaron 14,000 barriles (aproximadamente 588,000 galones) en un arroyo que cruzaba una zona rural de pastizales.

Ese derrame fue registrado como el más grande en tierra firme en Estados Unidos en nueve años. Lo más alarmante es que muchos de estos derrames pudieron prevenirse, según informes oficiales.

Fallos estructurales y errores de construcción: causas evitables

Un informe de 2021 de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE. UU. (GAO) concluyó que las fugas del Keystone fueron desencadenadas principalmente por “fallas evitables en la construcción”. Este informe determinó que las fugas más graves se produjeron por factores como:

  • Diseño original defectuoso
  • Problemas en la fabricación del tubo
  • Errores en la construcción del oleoducto

La fuga de Kansas, por ejemplo, fue ocasionada por la ruptura de una soldadura proveniente de una instalación de fabricación, según hallazgos de la Administración de Seguridad de Materiales Peligrosos y Oleoductos (PHMSA).

“El historial de incidentes del Keystone ilustra los problemas sistémicos de este oleoducto problemático”, afirmó Bill Caram, director ejecutivo de Pipeline Safety Trust, una organización dedicada a la vigilancia en seguridad de infraestructuras petroleras.

Un símbolo político y ambiental: ¿qué pasó con Keystone XL?

Mientras el Keystone original avanzó con relativa calma, el intento de su expansión, llamado Keystone XL, desató una tormenta política y ambiental. Este proyecto paralelo proponía un nuevo trazado más directo desde Alberta hasta Nebraska, y con mayor capacidad de transporte.

Sin embargo, a partir de 2015, el Keystone XL se volvió el centro de protestas masivas en Estados Unidos. Activistas por el clima, comunidades indígenas y propietarios de tierras se aliaron para denunciar el impacto de la industria petrolera en el medio ambiente y la soberanía territorial. En protestas masivas en Washington D.C., Nebraska y Montana, se volvió símbolo de resistencia ecológica.

Durante la presidencia de Donald Trump, el proyecto fue brevemente reactivado tras haber sido estancado bajo Barack Obama. No obstante, en 2021, Joe Biden revocó la autorización federal, lo que llevó a TC Energy a abandonar oficialmente el proyecto.

Impacto en comunidades locales e indígenas

Muchas de las áreas por donde cruza el Keystone y su planificado Keystone XL son territorios de importancia espiritual y ecológica para pueblos indígenas de EE. UU. y Canadá. Las tribus Sioux, Cheyenne y Blackfeet han alzado la voz en múltiples ocasiones, argumentando que un derrame en sus regiones podría devastar fuentes sagradas de agua y dañar ecosistemas frágiles.

Además, las decisiones tomadas sin consultar adecuadamente a estos pueblos contravienen varios acuerdos y tratados históricos. Para los pueblos originarios, este oleoducto no sólo amenaza el planeta, sino también su cultura e identidad.

El dilema energético de Estados Unidos

Estados Unidos sigue dependiendo en gran parte del petróleo, pero ha habido un cambio gradual hacia fuentes renovables. Aun así, oleoductos como el Keystone siguen siendo columna vertebral para el transporte de crudo. La paradoja radica en que, mientras se firma el Acuerdo de París y se busca la neutralidad de carbono para 2050, se mantienen operativas estructuras que precisamente lo impiden.

El Keystone transporta crudo de arenas bituminosas; este tipo de petróleo es más caro y contaminante de procesar, lo que contribuye directamente al cambio climático.

¿Y ahora qué? Incertidumbre ambiental y legal

Con la más reciente fuga aún sin cuantificar y nuevas investigaciones en curso, el futuro del Keystone se debate entre restricciones cada vez más estrictas y resistencia política. Si bien algunos sectores defienden su valor económico y geoestratégico, su creciente historial de accidentes es una señal irrefutable de que no es seguro.

Los grupos ecologistas exigen una suspensión preventiva del funcionamiento del oleoducto hasta que se realice una auditoría técnica completa. Otros exigen su clausura definitiva.

Por su parte, la administración Biden se encuentra entre dos fuegos: continuar promoviendo empleo e infraestructura energética o cumplir su promesa de tomar medidas drásticas contra el cambio climático. Hasta hoy, el Keystone sigue fluyendo, aunque con confianza pública en declive.

En palabras de Jane Kleeb, presidenta de Bold Alliance —una organización que lideró la oposición a Keystone XL—:

“El Keystone debía ser una herramienta para el progreso económico, pero terminó convirtiéndose en un recordatorio de cuánto daño estamos dispuestos a tolerar por comodidad energética.”
Este artículo fue redactado con información de Associated Press