La polémica de Karol G y J Balvin: ¿dónde termina el arte y comienza la responsabilidad?

El fallo judicial colombiano sobre la canción "+57" reabre el debate sobre la sexualización de menores en la música urbana

Medellín, Colombia – Lo que para muchos parecía otra colaboración entre dos de las estrellas más grandes del reguetón terminó convirtiéndose en un escándalo judicial y social sin precedentes en Colombia. La canción “+57”, grabada por Karol G y J Balvin junto a otros artistas en noviembre del año pasado, fue declarada por una alta corte colombiana como una obra que viola los derechos de los menores de edad.

El caso: ¿qué dice la sentencia?

En un fallo de 14 páginas, el tribunal colombiano no solo se pronunció contra los artistas directamente involucrados, sino que emitió una advertencia general a todos los reguetoneros que produzcan contenido que “sexualice” a menores. En un país donde la música urbana ha ganado protagonismo como expresión artística, la decisión ha generado una profunda controversia sobre los límites del arte y la responsabilidad social.

"Sexualizar a los menores los convierte en objetos de deseo y los expone a riesgos que pueden afectar su desarrollo", manifestó categóricamente la corte. Además de Karol G (Carolina Giraldo) y J Balvin (José Álvaro Osorio), también se menciona en el fallo a varios productores y colaboradores del sencillo.

"+57": un código que ahora significa debate

El nombre de la canción hace referencia al código telefónico internacional de Colombia, y el tema originalmente pretendía ser un tributo a la juventud y la fiesta en el país. Pero las letras encendieron alarmas desde su lanzamiento:

En uno de los versos más polémicos, se menciona a una joven que es "una mamacita desde los 14", aludiendo a una menor que acude a discotecas y toma alcohol sin restricciones. Para muchos sectores, esto no es más que una normalización de conductas inapropiadas y una clara muestra de la problemática de explotación y objetivación de menores en un contexto muy real en ciudades como Medellín.

Karol G y Balvin: disculpas públicas, pero con matices

Ante la intensa reacción pública, Karol G utilizó su cuenta de Instagram para disculparse. Reconoció que las letras habían sido tomadas “fuera de contexto”, pero también admitió con humildad que tiene mucho por aprender. Por su parte, J Balvin también emitió un comunicado pidiendo disculpas y señalando que se reorganizó la letra para eliminar ese fragmento. Una nueva versión del tema se colgó en YouTube, mencionando ahora que la joven en cuestión es mayor de edad.

Pero para muchos, el daño ya estaba hecho. Asociaciones de derechos infantiles, padres de familia y expertos en psicología infantil señalaron que el simple hecho de que la canción haya sido publicada en su forma original es ya un síntoma del problema de fondo.

Medellín: ciudad de estrellas, pero también de sombras

La polémica cobra mayor peso considerando que Medellín, ciudad natal de Karol G y epicentro del reguetón colombiano, ha sido fuertemente señalada como destino turístico sexual, especialmente por visitantes extranjeros que buscan menores de edad. De hecho, diversas ONG y reportajes periodísticos han subrayado el creciente peligro para niñas y adolescentes que habitan zonas populares y que están expuestas a redes de explotación.

En este contexto, la corte señaló que un contenido como “+57” no solo perpetúa estereotipos, sino que además, en lugar de combatir esta problemática, la romantiza y le da una plataforma masiva.

El reguetón y la sexualización: ¿un viejo debate con nuevos ingredientes?

No es la primera vez que el reguetón es acusado de ser ofensivo o de promover conductas machistas y de hipersexualización. Desde Héctor el Father en los 2000 hasta letras modernas de artistas como Tokischa, Bad Bunny (en sus inicios) y Anuel AA, la normalización de la mujer como objeto ha sido un tema recurrente de crítica.

Rolling Stone en su edición en español llegó a calificar “+57” como un “desastre” musical, no solo en términos éticos, sino también por contenido creativo. La frase que reza “aunque tiene dueño, ella sale a rumbear” también fue criticada por resaltar dinámicas de posesión y control sobre la mujer.

¿Regulación o censura? La delgada línea

La decisión del tribunal ha generado un encendido debate. Algunos la celebran como un precedente histórico que le pone freno a prácticas normalizadas. Otros, sin embargo, levantan la bandera de la libre expresión y el arte.

“Es una forma de censura peligrosa”, dicen algunos fans y académicos de la música desde universidades en Cali y Bogotá. En contraste, la Fundación Renacer, uno de los organismos más activos en la defensa de los derechos infantiles, argumenta que existe ya un exceso de permisividad en los contenidos masivos y que se requiere urgentemente supervisión y responsabilidades claras.

Un problema estructural en la industria musical

El verdadero problema, según diversos analistas, va más allá de Karol G y J Balvin. Se trata de una cadena de producción musical que incluye sellos discográficos, emisoras, portales de música y algoritmos de recomendación que premian lo controversial. El erotismo temprano, el consumo desmedido de alcohol, los lujos exagerados y el machismo suelen ser ingredientes comunes para “romper” en plataformas como TikTok o Spotify.

Según datos de IFPI (International Federation of the Phonographic Industry), el reguetón ocupó el segundo lugar a nivel global en consumo digital en 2023, solo por debajo del pop. Colombia y Puerto Rico lideran en términos de producción. Esto implica que lo que suena en Medellín también impacta en Madrid, Miami o Ciudad de México.

La paradoja del éxito

Karol G cierra el año como una de las artistas femeninas más premiadas, con una gira mundial sold out, participación en Rock in Rio y millones de oyentes en Spotify. J Balvin, por su parte, ha sido cabeza de cartel de festivales en Europa, a pesar de haber mantenido un perfil más bajo recientemente.

Ser famosos les da poder, pero también responsabilidad. No se puede hablarle a millones de adolescentes como si estuvieras en una fiesta privada”, comenta la socióloga Andrea Márquez, de la Universidad de los Andes.

¿Y ahora qué sigue?

El camino que viene será difícil: ¿autocensura o evolución artística? Algunos productores ya han comenzado a cambiar las letras antes de su lanzamiento para evitar controversias. Universal Music y Sony Latin han enviado a sus compositores a seminarios de perspectiva de género. Sin embargo, otros argumentan que el éxito sigue premiando lo que escandaliza.

Karol G ha señalado que su próximo álbum será “más consciente” y hablará de resiliencia, salud mental y empoderamiento femenino. J Balvin, por su parte, prepara documentales sobre su carrera y experiencias personales con la depresión y ansiedad.

La historia de “+57” quedará como una advertencia sonora de que el micrófono puede ser un arma de doble filo. Para bien o para mal, el reguetón —en su constante batalla entre ritmo y mensaje— seguirá siendo un espejo cultural del que no podemos despegarnos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press