Lajas Blancas: Fantasma del Darién y Espejo de una Crisis Migratoria Silenciosa

Cómo la política migratoria de EE.UU. ha vaciado un punto crítico de tránsito en Panamá, reflejando el costo humano de un sistema en constante endurecimiento

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El auge del Darién: un canal de esperanza y dolor

Durante años, el Tapón del Darién, esa franja infranqueable de selva entre Colombia y Panamá, fue sinónimo de tragedia, resiliencia y esperanza para miles que buscaban el llamado "sueño americano". En 2023, más de 500,000 migrantes atravesaron este corredor natural, desafiando condiciones extremas, lluvias torrenciales, animales salvajes y bandas criminales, según cifras oficiales del gobierno panameño.

Muchos de ellos llegaban a Lajas Blancas, un modesto puerto fluvial convertido en centro de recepción para quienes emergían del infierno verde. Este campamento fue en su punto máximo un hervidero de humanidad: más de mil personas por día ingresaban a Panamá por este punto. Hoy, es un pueblo fantasma.

Del bullicio al silencio: el efecto Trump en la migración

Todo cambió drásticamente en 2025, con la llegada a la presidencia de Donald Trump y su renovado enfoque antiinmigrante. Tal como había prometido durante su campaña, su administración endureció el sistema de asilo al punto de prácticamente cerrar las puertas en la frontera con México. Esto, sumado a presiones diplomáticas a países de tránsito como Panamá, terminó por cambiar completamente el flujo migratorio.

El presidente panameño José Raúl Mulino fue tajante al respecto: “Efectivamente, la frontera con Darién está cerrada. El problema que teníamos en Lajas Blancas ha sido eliminado”. En efecto, el número de migrantes que pasaban por el Darién se redujo de medio millón a apenas 10 personas por semana en los primeros meses de 2025, una caída cercana al 98% según EE.UU..

Esta disminución radical ha dejado un paisaje desolador: tiendas improvisadas cerradas, infraestructuras abandonadas y carpas vacías. La vida comunitaria que existió brevemente en Lajas Blancas ha desaparecido como si nunca hubiera estado allí.

El “retorno inverso”: cuando el sur se convierte en la única opción

Para muchos migrantes varados, la única opción es el retorno hacia el sur. Sin alternativas, varios grupos de venezolanos comenzaron a navegar por la costa caribeña panameña con rumbo a casa. No es solo un giro físico del viaje: es un reflejo de desesperanza, de un sueño que se convirtió en pesadilla.

Uno de los casos más simbólicos es el de Hermanie Blanco, una venezolana de 33 años que tras cruzar el Darién decidió buscar asilo en Panamá al ver que ya no podría avanzar más al norte. Vive desde hace meses en el campamento vacío con la esperanza de que le concedan algún estatus legal. “Ya nadie viene —ni Médicos Sin Fronteras, ni la Cruz Roja—. Esto está desierto”, lamenta.

Silencio institucional y control férreo

Durante meses, el gobierno panameño mantuvo los focos mediáticos alejados. A los periodistas se les prohibió el acceso no solo a Lajas Blancas sino también a otros puntos clave de la ruta migratoria. Cuando un grupo logró ingresar, sus permisos fueron revocados alegando cuestiones de seguridad. Aun así, imágenes y testimonios consiguen filtrarse y retratan un escenario inquietante: silencio, abandono y un puñado de almas sin futuro definido.

“El Darién no es una ruta, es una selva”: la advertencia como política

Las autoridades panameñas adoptaron un discurso disuasivo como arma clave en su estrategia. En el corazón del poblado de Lajas Blancas, un cartel reza en español, inglés, criollo y árabe: “Darién no es una ruta, es una selva”.

Organizaciones como la Cruz Roja y UNICEF, que en algún momento brindaron ayuda médica, comida y albergue, cerraron sus operaciones en la zona. Ahora, el puerto está completamente bajo control de las fuerzas policiales, lo que da cuenta del viraje hacia un modelo más restrictivo y securitizado de la migración.

El lado olvidado de las cifras

Mientras los gobiernos celebran la caída de los flujos migratorios como si se tratase de una victoria logística, se olvida que cada número representa a un ser humano. Familias completas del Caribe, África Occidental e incluso Asia meridional siguen atrapadas en lugares como Lajas Blancas sin respuesta, sin ayuda y sin destino. Aquello que empezó como estadística, termina como tragedia humana.

Testimonios como el de Hermanie Blanco no son únicos. Desde niños jugando en charcos hasta adultos que mendigan por un pasaje de regreso, la humanidad de los migrantes atraviesa la indolencia de las políticas públicas.

¿Éxito político o fracaso humanitario?

El gobierno estadounidense ha sido claro con su discurso: reducir los flujos migratorios a toda costa. Panamá ha sido pieza clave en este engranaje, y por ello ha sido "reconocida por su cooperación". Pero, ¿a qué costo? ¿El cierre del Darién ha representado un éxito diplomático o un fracaso ético global?

Desde 2020, múltiples ONG han advertido sobre el auge de una normalización de la deshumanización de los migrantes. El vacío generado en Lajas Blancas no solo es territorial, también es moral. La imagen de un perro callejero recorriendo un campamento vacío, donde antes dormían cientos de familias con niños, se ha transformado en símbolo silente del abandono.

Panorama regional: la presión se esparce

Panamá no está sola en esto. México, Honduras, Costa Rica y Colombia también han reforzado sus controles fronterizos a petición de Washington. Su rol pasó de ruta de tránsito a barrera de contención. En ese proceso, se han violado derechos, perdido vidas, y derrumbado ilusiones.

¿Un futuro para Lajas Blancas?

Hoy, el futuro de poblaciones como Lajas Blancas está en pausa. Lo que fue un pilar esencial de un corredor migratorio continental, se ha convertido en una máquina detenida por decreto político. ¿Volverá la vida al Darién? Dependerá de si el mundo decide seguir viendo a la migración como un problema o como una realidad social inevitable que merece gestión con empatía.

Mientras tanto, el cartel sigue allí, recordando a quienes llegan —y a quienes ya no llegan más— que Darién no es un camino, es una advertencia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press