Acero, crisis y soberanía: el futuro de la industria británica en la balanza
Con la planta de Scunthorpe al borde del cierre, el Reino Unido enfrenta una encrucijada entre privatización, seguridad nacional y empleo ante una guerra comercial global
Scunthorpe, Reino Unido – De un bastión del orgullo industrial británico a una posible víctima más de la desindustrialización europea. La planta de British Steel en Scunthorpe, último reducto del acero producido desde materias primas vírgenes en el Reino Unido, podría enfrentarse a un cierre inminente que amenaza con dejar a 2.700 trabajadores sin empleo y al país sin una capacidad estratégica crítica.
Más de un siglo de forja industrial
Scunthorpe no es solo una ciudad en el norte de Inglaterra. Es sinónimo de acero y de una historia que se remonta a más de 130 años de producción siderúrgica. Desde finales del siglo XIX, cuando el Reino Unido lideraba el mundo en innovaciones tecnológicas en acero durante la Revolución Industrial, las gigantescas instalaciones de Scunthorpe han fundido hierro, alimentado guerras, sostenido economías y construido imperios.
Pero hoy, ese legado pende de un hilo. Propiedad desde 2020 del conglomerado chino Jingye Group, la planta enfrenta una escasez inmediata de pellets de hierro —materia clave para los altos hornos—, situación que, según los sindicatos, podría colapsar la producción en cuestión de semanas si no llegan nuevos insumos.
Una inversión rechazada y negociaciones estancadas
En el contexto de fuertes tensiones globales ante la nueva ola de aranceles de importación impuestos por Estados Unidos —y la subsiguiente guerra comercial—, el gobierno británico ofreció a Jingye un paquete de ayuda de 500 millones de libras esterlinas (unos 640 millones de dólares). Esta inversión estaba destinada a modernizar las instalaciones y adaptarlas a los desafíos medioambientales actuales.
Pero Jingye rechazó la oferta, y según diversos representantes políticos como Martin Vickers, miembro del Parlamento por North Lincolnshire, la empresa china «no está negociando de buena fe». La preocupación es tal que Vickers incluso propuso la nacionalización temporal del complejo industrial.
La producción de acero, en caída libre
La situación de Scunthorpe revela una tendencia devastadora. El Reino Unido era el quinto mayor productor de acero a nivel global en 1970. Hoy, apenas contribuye con el 0,3% del acero mundial. En 2023, el país solo produjo 5,6 millones de toneladas de acero, mientras que China, que representa el 54% del mercado global, produjo más de 1.020 millones de toneladas.
Según datos de UK Steel, la producción siderúrgica británica ha caído en más del 80% desde los años 60, empujada por la competencia china de bajo costo, el encarecimiento de la energía y las crecientes regulaciones medioambientales.
El dilema ecológico: hornos vs. reciclaje
La presión de reducir las emisiones de carbono también ha reestructurado el paisaje siderúrgico. La mayoría de las plantas han migrado a hornos de arco eléctrico que funcionan con chatarra reciclada. Esta transformación es clave ante los compromisos de descarbonización suscritos por el Reino Unido.
Sin embargo, Scunthorpe continúa siendo la única planta con altos hornos capaz de transformar mineral de hierro en acero virgen. Esto no solo representa una capacidad diferenciada a nivel industrial, sino también una ventaja táctica frente a crisis del suministro global o conflictos comerciales. Como expresó el primer ministro, Keir Starmer: «Estamos absolutamente comprometidos con la producción de acero en Gran Bretaña. Todas las opciones están sobre la mesa».
Más allá del acero: lo que está en juego
Para entender lo que Scunthorpe representa para el Reino Unido, hay que ir más allá de los números de producción.
- Independencia económica: Contar con infraestructura propia para producir acero virgen es vital ante una economía mundial cada vez más volátil.
- Seguridad nacional: El acero es esencial para industrias clave como defensa, construcción, transporte e infraestructura energética.
- Empleo y tejido social: El cierre de la planta supondría un crimen económico para el norte industrial británico, aún golpeado por cierres de minas, fábricas y astilleros durante los últimos 40 años.
Sindicalistas en alerta
Thomas Smith, trabajador de la planta y portavoz del sindicato Community, advirtió esta semana a Sky News: «Estamos en una amenaza real de perder estos hornos. Si no llegan los pellets de hierro pronto, podrían apagarse, y eso sería catastrófico».
La necesidad es urgente: si los pellets no se solicitan esta misma semana, el proceso de entrega no llegaría antes de que se agoten las reservas a finales de mayo.
El debate parlamentario: ¿nacionalizar o privatizar con ayuda estatal?
El lunes, el Parlamento británico presenció un encendido debate sobre el futuro de Scunthorpe. Mientras algunos diputados del Partido Conservador y del Laborismo sugieren mantener a British Steel como una empresa comercial privada con inversión estatal estratégica, otros —como Martin Vickers— proponen una nacionalización temporal para evitar una crisis industrial irreversible.
La ministra de Industria, Sarah Jones, declaró que Jingye sigue en conversaciones con el gobierno, pero reiteró: «Hemos sido claros: creemos que el camino a seguir es mantener a Scunthorpe como una empresa gestionada comercialmente con inversión privada multiplicada por apoyo gubernamental. Pero no descartamos ninguna opción».
Historia y comparación internacional
El Reino Unido no sería el primer país europeo en plantear la nacionalización temporal de industrias estratégicas. Francia ha adoptado esta estrategia en sectores clave como energía y transporte, mientras que Alemania mantiene una participación sólida en compañías industriales importantes.
En 2019, Italia nacionalizó aceros Ilva, en Tarento, como intento de evitar la pérdida de miles de empleos. Este caso, así como la intervención en Lufthansa por parte del gobierno alemán durante la pandemia, aportan precedentes claros de cómo la inversión estatal puede salvar industrias críticas sin riesgo de estatismo permanente.
¿Qué sigue para Scunthorpe?
La decisión no puede postergarse más. Cada día de incertidumbre erosiona la moral de la plantilla, frena la llegada de nuevos pedidos y agrava la desconfianza empresarial generalizada en la gestión industrial británica. De no llegar a una solución inmediata con Jingye, la nacionalización parece inevitable.
Pero no basta con rescatar. El futuro de Scunthorpe y de toda la industria del acero en el Reino Unido dependerá de políticas industriales ambiciosas, inversión en tecnología verde (como hornos de hidrógeno o electrificación), normativas de compra pública que favorezcan el acero nacional y una estrategia coherente ante la competencia global desleal, sobre todo de China.
Como dijo el propio Starmer, “no hay soberanía económica si no puedes producir tu propio acero”. Quizás ha llegado el momento de traducir esa declaración en acción concreta. Porque en esa fundición no solo se cuecen toneladas de acero: también se forja el futuro industrial del Reino Unido.