El pulso nuclear entre EE.UU. e Irán y sus profundas repercusiones globales
Entre sanciones, diplomacia indirecta y amenazas veladas, el programa nuclear iraní se posiciona nuevamente en el centro del tablero geopolítico
Un nuevo capítulo en la tensión nuclear
En una semana cargada de movimientos diplomáticos y decisiones ejecutivas, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas sanciones dirigidas al programa nuclear iraní. A pocos días de que altos funcionarios estadounidenses e iraníes se reúnan para conversar –de manera indirecta– en Omán, la presión diplomática y económica se redobla. Cinco entidades y un individuo vinculados al desarrollo nuclear de Irán han sido incluidos en la lista negra, una estrategia que busca obstaculizar el avance tecnológico nuclear del régimen de Teherán.
¿Quiénes son los sancionados?
Las entidades sancionadas incluyen a la Organización de Energía Atómica de Irán y sus filiales: la Iran Centrifuge Technology Company, Thorium Power Company, Pars Reactors Construction and Development Company y Azarab Industries Co.. Estas organizaciones han sido vinculadas con actividades de enriquecimiento de uranio e ingeniería nuclear con potencial militar.
"La peligrosa búsqueda del régimen iraní por armas nucleares sigue siendo una amenaza grave para los Estados Unidos y una amenaza para la estabilidad regional y la seguridad global", declaró Scott Bessent, secretario del Tesoro, al anunciar las medidas.
La amenaza del armamento nuclear iraní
Desde hace más de dos décadas, Irán ha desarrollado una infraestructura nuclear que ha generado escepticismo y alarma entre la comunidad internacional. Aunque Teherán insiste en que su programa tiene fines pacíficos, diversas agencias de inteligencia y expertos han advertido que el país ha estado cada vez más cerca de alcanzar la capacidad de producir una bomba atómica.
Según informes de la ONU, Irán cuenta con reservas de uranio enriquecido que exceden ampliamente los niveles acordados en el pacto nuclear de 2015, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA). Irán ha enriquecido uranio hasta niveles del 60%, un paso técnico cerca del 90% necesario para uso armamentístico.
El acuerdo nuclear de 2015: breves antecedentes
En 2015, el entonces presidente Barack Obama lideró una iniciativa internacional junto con China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania para establecer límites estrictos al programa nuclear iraní a cambio de levantar sanciones económicas. Este acuerdo fue aplaudido como un avance histórico hacia la estabilidad en Medio Oriente.
Sin embargo, en 2018, el presidente Donald Trump retiró unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo, calificándolo como "el peor tratado jamás firmado". Esta acción provocó una serie de reacciones: Irán comenzó a incumplir progresivamente sus compromisos y se reanudaron las sanciones unilaterales.
Desde entonces, la desconfianza se ha profundizado. Los intentos del gobierno de Joe Biden de reactivar las negociaciones en Viena (2021) resultaron infructuosos, y los contactos entre EE.UU. e Irán se han limitado a diálogos indirectos a través de terceros, como Omán o la Unión Europea.
El futuro de las negociaciones
Irán ha confirmado su disposición a participar en nuevas conversaciones, aunque ha insistido en que éstas se realizarán de forma indirecta por medio de un mediador. Teherán también exige que Washington levante las sanciones impuestas durante la era Trump como condición.
No obstante, la administración Biden enfrenta presiones políticas internas para no «debilitarse» frente a Irán. Con elecciones presidenciales en el horizonte, cualquier concesión puede resultar costosa políticamente.
El contexto del desplome petrolero y sus implicaciones
Simultáneamente a la escalada diplomática con Irán, los precios del petróleo han caído a niveles no vistos desde la pandemia, hundiéndose un 4.3% hasta los $56.98 por barril. Este desplome se produce en medio de una guerra comercial intensificada, liderada por una nueva ola de aranceles de Estados Unidos contra sus socios económicos, especialmente China.
La caída en los precios energéticos envía un mensaje alarmante: las expectativas de crecimiento económico global se han deteriorado. Las aerolíneas, empresas manufactureras y sectores turísticos recortan ya sus proyecciones. Delta Airlines, por ejemplo, canceló sus previsiones financieras para 2025 ante la incertidumbre comercial y la caída en reservas.
Lazos entre petróleo, presión geopolítica e Irán
El valor del crudo tiene implicaciones directas en la política exterior de Irán. El país persa es uno de los mayores productores de petróleo en el mundo, y las sanciones estadounidenses tienen como objetivo principal bloquear su capital obtenido vía exportaciones. La pérdida de ventas y la imposibilidad de acceder al sistema financiero global asfixia a la economía iraní.
Además, Irán ha usado históricamente su control sobre el Estrecho de Ormuz, por donde pasa cerca del 20% del comercio mundial de crudo, como herramienta de presión geopolítica. Cada escalada en la tensión nuclear alimenta temores de interrupciones en el suministro global, generando volatilidad en los mercados.
El frente interno en EE.UU.: Trump, el Departamento de Justicia y la ley contra firmas legales
Mientras esto sucede en el ámbito internacional, en suelo estadounidense el expresidente Donald Trump continúa impulsando una agenda crítica de las instituciones que considera adversas. Una orden ejecutiva firmada por él busca penalizar al prestigioso bufete Jenner & Block, antiguo empleador de Andrew Weissmann, uno de los fiscales que formó parte del equipo de Robert Mueller en la investigación sobre la posible colusión con Rusia en 2016.
Una juez federal bloqueó parcialmente dicha orden, calificando las medidas como represalias políticas que violan principios básicos de libertad de expresión. Sin embargo, el Departamento de Justicia, lejos de desistir, ha notificado a las agencias que mantienen la potestad de negar contratos y accesos a empresas según criterios discrecionales.
Este episodio, aparentemente desvinculado del conflicto con Irán, revela cómo las decisiones internas de política pueden tener impactos colaterales en la estrategia internacional. Por ejemplo, socavar la confianza en el sistema judicial estadounidense debilita los argumentos con los que Estados Unidos promueve el respeto al derecho internacional frente a Irán.
La sombra del año electoral estadounidense
Todo esto ocurre en un clima político enrarecido por la cercanía de las elecciones presidenciales de 2024. Cualquier tensión internacional puede ser usada como herramienta electoral. De hecho, los republicanos han acusado reiteradamente al presidente Biden de mostrarse débil ante adversarios como Irán, China y Rusia. Al mismo tiempo, los demócratas acusan a los republicanos de sabotear políticamente toda posibilidad de retorno al diálogo diplomático.
Con la campaña ya en marcha, cada movimiento en la política exterior se analiza no solo en términos estratégicos, sino electorales. Las sanciones anunciadas contra Irán pueden, por tanto, tener un doble objetivo: frenar su programa nuclear y enviar un mensaje de firmeza al electorado.
¿Se avecina una nueva escalada?
La vía diplomática aún permanece, pero es cada vez más estrecha. La combinación de amenazas, sanciones, bloqueos jurídicos, tensiones económicas y polarización política no crea el contexto más ideal para la negociación. Sin embargo, el costo de una confrontación abierta –militar o política– resulta demasiado alto para todas las partes.
El reloj sigue corriendo y la ventana para evitar una crisis más profunda parece acortarse. Desde las oficinas en Washington hasta los laboratorios en Natanz, el futuro del programa nuclear iraní y la estabilidad de Medio Oriente penden de un hilo demasiado fino e inestable.