Golpe fallido en Congo: ¿Qué hacían tres estadounidenses conspirando contra un gobierno africano?
El intento de establecer una nueva nación en África con apoyo desde Estados Unidos revive los fantasmas del intervencionismo occidental
Por: Redacción Internacional
Una historia que parece sacada de una novela geopolítica
Una historia casi increíble salió a la luz en junio de 2024 cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a tres ciudadanos estadounidenses de participar en un intento de golpe de Estado en la República Democrática del Congo (RDC). Los acusados fueron repatriados recientemente tras haber sido condenados a muerte en el país africano, aunque sus penas luego fueron conmutadas a cadena perpetua.
El caso ha generado indignación internacional no sólo por la gravedad del crimen, sino también por su dimensión geopolítica y por reavivar antiguos fantasmas del intervencionismo extranjero en África. ¿Qué hacían jóvenes y adultos estadounidenses operando con armamento en Kinshasa, liderados por un opositor autoproclamado presidente de lo que quería hacer llamar "El Nuevo Zaire"? Este artículo hace un análisis de esta historia de conspiración internacional tan perturbadora como real.
¿Quiénes son los principales involucrados?
Los tres estadounidenses acusados son:
- Marcel Malanga, de 22 años, hijo de Christian Malanga, figura de oposición y líder del fallido golpe.
- Tyler Thompson Jr., también de 22 años, quien al parecer cumplía funciones de logística.
- Benjamin Zalman-Polun, de 37 años, y señalado como colaborador directo en las operaciones del grupo rebelde.
A estos se les suma Joseph Peter Moesser, de 67 años, quien según la acusación federal en Estados Unidos, se dedicaba a la fabricación de explosivos. Moesser será juzgado por separado en Salt Lake City, mientras que los otros tres comparecerán en Nueva York.
Un complot para instaurar una "nueva nación": El Nuevo Zaire
De acuerdo con la denuncia federal, los acusados proporcionaron entrenamiento militar, armas y equipo a un grupo rebelde con el objetivo de derrocar al actual gobierno congoleño. Querían establecer un régimen paralelo llamado "Nuevo Zaire" con Christian Malanga como presidente. Este último, que lideró el ataque y se filmó en directo desde el palacio presidencial durante el asalto, fue abatido poco después por las fuerzas de seguridad congoleñas.
Su hijo, Marcel, se refería a sí mismo como el “Jefe del Estado Mayor del Ejército del Zaire”, un título que recuerda la nomenclatura del viejo régimen de Mobutu Sese Seko, quien gobernó Zaire (hoy RDC) con puño de hierro durante décadas hasta su caída en 1997. Esta referencia no es casual: los Malanga querían revivir símbolos autoritarios como herramienta de legitimación.
Un golpe improvisado, pero letal
El intento de golpe, que tuvo lugar en mayo de 2024, no fue tan inofensivo como algunos pensaban. Seis personas murieron, incluido un policía y varios miembros de la guardia presidencial. Las autoridades congoleñas fueron capaces de reprimir el ataque rápidamente, pero la conmoción internacional no tardó en llegar.
El gobierno congoleño emitió un comunicado advirtiendo sobre "interferencia extranjera inaceptable" y denunció en foros multilaterales lo que consideraron un acto de terrorismo internacional patrocinado por ciudadanos de una potencia mundial.
Estados Unidos, ¿ignorancia o complicidad?
El Departamento de Estado aseguró no haber tenido conocimiento previo del complot, y la repatriación de los acusados se realizó luego de intensos diálogos diplomáticos. La pregunta que muchos analistas se hacen es: ¿cómo pudieron organizar un plan tan complejo sin levantar sospechas?
Según revelaron autoridades estadounidenses, la investigación del FBI comenzó mucho antes del golpe, pero no fue posible actuar a tiempo. De hecho, los tres estadounidenses fueron capturados en Congo durante o poco después del intento de tomar el Palacio de la Nación de Kinshasa.
Las raíces de la locura: ¿quién era Christian Malanga?
Poco conocido fuera de su círculo, Christian Malanga era un empresario y político con doble nacionalidad (congoleña y, según fuentes, estadounidense). Había formado un grupo opositor llamado "Gobierno de Transición del Zaire", que, aunque marginal, tenía presencia digital y había hecho llamados a la insurrección. Su historial está lleno de ideas conspirativas, incluyendo la creencia de que Congo debía ser salvado del caos por una milicia patriótica con apoyo internacional.
Malanga fue criado, al menos en parte, en Estados Unidos, lo que explica por qué reclutó a su hijo y a otros jóvenes estadounidenses para su causa. Varias de sus publicaciones en redes sociales apelaban a una narrativa mesiánica: "Estamos destinados a restaurar al Zaire, a liberar a nuestro pueblo del cautiverio".
¿Un caso aislado o parte de un fenómeno más grande?
La historia de este intento de golpe recuerda momentos oscuros de la historia africana durante la Guerra Fría, cuando potencias como Estados Unidos y la URSS apoyaban regímenes o movimientos insurgentes según sus intereses estratégicos. Sin embargo, este caso parece ser distinto en un sentido fundamental: no hay evidencias de que el gobierno estadounidense estuviera detrás.
Lo que se ve aquí es una especie de milicia privada improvisada al estilo de las "aventuras africanas" de mercenarios como Bob Denard (Francia) o Simon Mann (Reino Unido), que intentaron derrocar gobiernos en el continente durante los años 70 y 80. En este caso, la operación parece haber sido motivada por delirios ideológicos más que por una lógica de Estado.
Repercusiones para la política internacional
Este episodio complica aún más las relaciones entre Estados Unidos y África en un contexto donde potencias como China y Rusia buscan ejercer mayor influencia. La administración de Joe Biden había prometido una nueva era de respeto y cooperación mutua con África, algo que ahora se ve empañado por la imagen de ciudadanos estadounidenses conspirando para instalar un régimen títere.
“Esto es exactamente lo que África ya no necesita: interferencias extranjeras disfrazadas de libertadores”, escribió en Twitter la periodista keniana Betty Maina. El embajador estadounidense en Congo tuvo que comparecer ante el Ministerio de Asuntos Exteriores en Kinshasa para excusar lo sucedido y reafirmar el compromiso de EE.UU. con la estabilidad democrática del país.
Mirando hacia adelante: ¿jusgo o justicia?
Si bien los tres principales acusados están ahora en territorio estadounidense, su destino dependerá de cómo avance el caso federal. Han sido imputados por múltiples cargos, incluyendo conspiración para proveer apoyo material al terrorismo internacional y uso de armas en conflictos armados extranjeros.
Con base en la legislación de EE.UU., podrían enfrentar penas de hasta cadena perpetua. No obstante, hay interrogantes sobre si el juicio servirá realmente como medida ejemplar para evitar futuras intervenciones o si se convertirá en un mero espectáculo mediático.
Una advertencia al borde del absurdo
Este incidente nos recuerda, en pleno siglo XXI, que la vieja tendencia de actuar como salvadores en tierras ajenas sigue viva, incluso en individuos sin ninguna función oficial. También muestra cómo la mezcla de ideologías extremas, delirios personales y armamento accesible puede derivar en misiones suicidas con consecuencias trágicas.
Más allá del castigo que reciban estos hombres, el reto diplomático, ético y comunicacional para Estados Unidos es profundo. Reconstruir la confianza con RDC, y con África en general, tomará más que comunicados oficiales: requerirá acciones tangibles, compromisos reales y, sobre todo, controlar mejor a quienes dentro de sus fronteras sueñan con cambiar gobiernos ajenos a punta de rifles y banderas inventadas.
Esta es una historia en desarrollo y seguiremos informando conforme surjan más datos en los próximos meses.