Grecia en pie de lucha: el retorno esperado de los derechos laborales y el fin de la austeridad

Una huelga general paraliza el país mientras los trabajadores reclaman justicia social, aumentos salariales y el restablecimiento de la negociación colectiva, tras más de una década de políticas de austeridad

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Por las calles de Atenas retumbaban los pasos de miles de manifestantes. Mientras los ferries permanecían amarrados, los vuelos detenidos y los servicios públicos reducidos al mínimo, el pueblo griego alzaba la voz este miércoles en una huelga nacional que paralizó al país entero. El eco de sus reclamos remite a una herida que sigue abierta: la austeridad impuesta por los rescates financieros internacionales que marcó la última década.

La jornada fue organizada por los dos principales sindicatos de Grecia, la Confederación General de Trabajadores (GSEE, del sector privado) y el sindicato estatal ADEDY, y tuvo como principales demandas:

  • Aumentos salariales reales que compensen la pérdida del poder adquisitivo.
  • Restitución de los derechos de negociación colectiva, anulados durante los años más duros de la crisis.
  • Recuperación de los bonos navideños y de Semana Santa para empleados públicos, eliminados como parte de las condiciones de los rescates.

Una década de ajustes impuesta por la Troika

Para comprender el trasfondo de esta protesta masiva hay que mirar atrás, a 2009, cuando la deuda pública de Grecia alcanzó el 126% del PIB, desencadenando una crisis financiera que puso al país al borde de la quiebra. La respuesta fue dura y externa: la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo —la conocida "troika"—implantaron sucesivos paquetes de rescate a cambio de graves recortes sociales.

Durante estos años, los salarios fueron reducidos hasta en un 30%, decenas de miles de empleados públicos perdieron sus trabajos y se privatizaron numerosos activos estatales. El salario mínimo cayó de 751 euros a 586 en 2012 (y a apenas 510 euros para jóvenes menores de 25 años).

En palabras de Yiannis Panagopoulos, ex presidente del sindicato GSEE: “Lo que vivimos durante esos años fue una descomposición social. El contrato social se rompió totalmente”.

“La vida es demasiado cara”: el clamor en las calles

Ahora, aunque las cifras macroeconómicas parecen mostrar cierta recuperación (el FMI estimó un crecimiento del 2.5% para 2024), la inflación y la carestía de vida siguen golpeando al pueblo. Según GSEE, más del 40% de los ingresos de los hogares se destina solo a vivienda y calefacción.

“El alto costo de vida está devorando los salarios”, denunció la GSEE en su convocatoria a la huelga. Mientras tanto, el gobierno del primer ministro Kyriakos Mitsotakis ha sido criticado por mantener “una pasividad total ante las necesidades de los trabajadores”.

El pasado invierno fue uno de los más duros para muchas familias: la factura media de electricidad subió un 30% en comparación con el año anterior, y las protestas por los precios del gas y la calefacción se multiplicaron en barrios periféricos.

Una huelga que paralizó a Grecia

La magnitud del paro general mostró el amplio respaldo ciudadano.

En Atenas, más de 20.000 personas marcharon desde la plaza Syntagma hasta la sede del parlamento, según estimaciones de prensa nacional.

Los aeropuertos cesaron operaciones desde las 00:00 del miércoles hasta la medianoche del jueves. En total, se cancelaron más de 200 vuelos entre nacionales e internacionales. Los turistas quedaron sorprendidos en el aeropuerto de Eleftherios Venizelos, donde muchos optaron por pasar la noche ante la falta de información clara.

El transporte urbano operó a medias: metros, tranvías y trenes circularon solo durante ciertas horas del día para facilitar la llegada de manifestantes al centro. Las escuelas y servicios médicos no urgentes también cerraron. Incluso algunos muelles de ferris en el Pireo amanecieron bloqueados por piquetes.

Volver a negociar: el eje de la batalla sindical

Uno de los reclamos más insistentes es la reactivación plena de la negociación colectiva, un derecho que fue suspendido en medio de las reformas laborales impuestas por los memorandos del FMI y la UE.

Desde 2012, muchas de las condiciones laborales pasaron a definirse de forma unilateral por parte de las empresas, lo que provocó:

  • Reducción de horas sin compensación económica.
  • Aumentos marginales o nulos incluso en años de crecimiento.
  • Aumento de los contratos temporales y a tiempo parcial.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), "la negociación colectiva es un pilar esencial de la justicia social y el desarrollo sostenible". En Grecia, su ausencia ha fortalecido el poder empresarial y reducido la capacidad de los trabajadores para influir en sus condiciones laborales.

Una sociedad en transición, pero aún herida

A pesar de salir oficialmente del programa de vigilancia económica de la UE en 2022, las cifras sociales de Grecia siguen pintando un panorama complicado:

  • El salario mínimo griego (2024) es de 780 euros, aún por debajo de la media de la eurozona (1.159 euros).
  • El desempleo juvenil sigue superando el 25%, una de las tasas más altas del continente.
  • Más del 17% de la población vive en riesgo de pobreza, según Eurostat.

Esta huelga refleja que, aunque la macroeconomía señale estabilidad, para muchos griegos la vida sigue siendo una batalla diaria. Como Theodoros Kallis, maestro de una escuela secundaria declara frente al parlamento: “Nos pidieron sacrificios durante años. Ahora que se recuperan las cifras, ¿dónde están nuestros derechos?”.

La mirada del gobierno y el silencio de Bruselas

El ejecutivo de Mitsotakis ha defendido su gestión económica, destacando la reducción de la deuda al 160% del PIB y el aumento de las inversiones. Pero hasta ahora no ha presentado un plan concreto para restaurar totalmente los derechos perdidos durante la crisis.

Desde Bruselas, la Comisión Europea evita entrar en debates domésticos, aunque ha elogiado las reformas llevadas a cabo por Atenas. Sin embargo, el silencio frente a los reclamos sindicales alimenta la sensación de injusticia percibida por una gran parte de la ciudadanía griega.

¿Primer capítulo de un nuevo movimiento social europeo?

En un contexto europeo donde la inflación, el incremento del costo energético y los ajustes postpandemia afectan a otras naciones como España, Francia o Portugal, la lucha griega podría ser la chispa de una reactivación sindical de mayores dimensiones.

La historia reciente ya lo ha demostrado: las calles griegas son laboratorios del descontento popular. Y, si algo quedó claro en esta huelga, es que el pueblo heleno no está dispuesto a perder el terreno ganado a fuerza de décadas de lucha laboral.

Quizás es momento de volver a escuchar al antiguo líder sindical Christos Polyzogopoulos, fallecido en 2020, quien dijo: “No hay reconstrucción económica sin justicia para los trabajadores”.

De ser escuchados o ignorados, dependerá no solo el futuro de Grecia, sino el de un modelo socioeconómico europeo que, tras múltiples embates, necesita recomponer su alma social.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press