Guerra comercial, aliados distantes y tensiones en América Latina: el legado de la diplomacia de Trump
Una mirada crítica al impacto de la política arancelaria estadounidense en mercados, alianzas regionales y nuevas retóricas en el sur del continente
Por años, el comercio ha sido una de las armas diplomáticas más poderosas de la geopolítica global. Recientemente, con la administración estadounidense de Donald Trump reactivando una narrativa proteccionista, el mundo ha experimentado una nueva ola de incertidumbre que sacude mercados, polariza gobiernos aliados y amenaza con desbordar viejos conflictos diplomáticos.
Desde la pausa de 90 días en los aranceles que Trump anunció en un giro inesperado, hasta las consecuencias en América Latina de sus tácticas intimidatorias, el tablero internacional se ha revolucionado. Este análisis pretende desenredar los efectos económicos, políticos y diplomáticos de esta nueva fase de la guerra comercial global bajo el mandato de Trump.
El efecto dominó de Wall Street al Nikkei: ¿un rebote o ilusión?
Cuando Trump publicó en redes sociales que daba una “PAUSA de 90 días” a la mayoría de sus aranceles, los mercados financieros reaccionaron con euforia.
- El S&P 500 saltó un 9,5%, su tercer mejor día desde 1940.
- El Dow Jones subió 2.962 puntos (7,9%).
- El Nasdaq registró un asombroso 12,2% de ganancia.
- En Asia, el Nikkei 225 escaló un 7,4% en sus primeros 15 minutos.
Sin embargo, estos repuntes fueron precedidos por días de caída, tanto por la frustración de los inversores como por el temor a una recesión global provocada por una guerra comercial fuera de control. En este contexto, la euforia parece más una corrección técnica que una recuperación sostenible.
Lo más inquietante es que la medida no fue universal: mientras que gran parte de los socios comerciales de Estados Unidos recibieron un respiro, China fue castigada con un arancel del 125%. Esto sugiere que el conflicto principal permanece intacto, afectando a los dos motores económicos del planeta.
China, el enemigo señalado: ¿estrategia o provocación?
Trump no dejó lugar a ambigüedades: China sigue en la mira. Las tarifas a sus productos se incrementaron dramáticamente, lo que implica nuevas retaliaciones desde Beijing.
Esta maniobra puede leerse como:
- Un intento de ganar ventaja táctica en la negociación comercial.
- Un movimiento electoral que busca apoyo nacionalista en sectores industriales estadounidenses.
- Una provocación que desestabiliza cadenas de suministro globales.
Históricamente, las guerras comerciales escalan con rapidez y pocas veces terminan con acuerdos beneficiosos para ambas partes. La relación EE.UU.-China tiene, además, ingredientes tecnológicos, militares y geoestratégicos que elevan el riesgo mucho más allá del ámbito económico.
México y Brasil: unidad estratégica ante el caos
En paralelo, los presidentes de México (Claudia Sheinbaum) y Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva) se reunieron en un cónclave latinoamericano en Honduras para reforzar un frente común regional.
“Hoy más que nunca es momento de reconocer que América Latina y el Caribe requieren unidad y solidaridad”, dijo Sheinbaum.
La decisión de ambos líderes de intensificar sus lazos comerciales, alejándose parcialmente del mercado estadounidense, representa un cambio tectónico en la diplomacia latinoamericana.
Lula afirmó en redes sociales:
“Decidimos fortalecer aún más las relaciones entre nuestros dos países promoviendo reuniones periódicas entre nuestros gobiernos y los sectores empresariales de Brasil y México”.
Los dos gigantes latinoamericanos ven en la inestabilidad de las políticas comerciales estadounidenses una oportunidad para liderar una reorganización del comercio hemisférico.
Deportaciones, drones y soberanía: más tensiones con EE.UU.
Trump no solo ha desatado tensiones comerciales. Su política migratoria ha generado fricciones diplomáticas adicionales:
- Escalada de deportaciones masivas.
- Propuestas del uso de drones contra cárteles mexicanos.
- Comentarios de altos funcionarios sobre la presencia china en América Latina como amenaza.
Sheinbaum fue tajante al rechazar cualquier intromisión:
“No estamos de acuerdo con ningún tipo de intervención o injerencia”, expresó en conferencia de prensa.
La tensión entre soberanía nacional y cooperación bilateral, especialmente entre países vecinos como México y EE.UU., se encuentra ahora en su punto más delicado en décadas.
Argentina e Irán: ecos de un pasado explosivo
Mientras tanto, al sur del continente, Argentina enfrenta una controversia diplomática distinta: la entrada del funcionario iraní Shahram Dabiri al país sudamericano con una visa de turista.
La visita de Dabiri, que incluyó un lujoso viaje a la Antártida, cayó como una bomba en el Congreso argentino. La diputada Florencia Carignano advirtió:
“La agencia de inteligencia permitió el ingreso de un vicepresidente de Irán a nuestro país, es terrible... ¡Irán!”.
Argentina acusa desde hace décadas a altos cargos iraníes de haber estado involucrados en:
- El atentado a la embajada de Israel (1992).
- El ataque a la AMIA (1994), que dejó más de 100 muertos.
La entrada de Dabiri sin declarar su cargo oficial genera sospechas, sobre todo en un país profundamente marcado por aquellos atentados.
¿Hacia un nuevo orden comercial regional?
La serie de eventos recientes —desde los altibajos en los mercados hasta la recomposición de alianzas regionales— pone sobre la mesa una pregunta clave: ¿asistimos al nacimiento de un nuevo orden comercial hemisférico?
Es posible. Mientras EE.UU. reimagina su posición en el mundo con medidas radicales, potencias emergentes de América Latina buscan mayor autonomía. Esto no significa cortar lazos con Washington, pero sí diversificar relaciones y disminuir la dependencia económica.
Analistas ya hablan de un posible Eje Sur que integre a México, Brasil, Argentina y otras economías, con conexiones estratégicas hacia Europa y Asia.
Los mercados, el telón de fondo de la política global
Es importante recordar que ninguna decisión comercial —por más técnica que parezca— está exenta de connotaciones políticas. La reacción de Wall Street puede tener reflejo en la vida cotidiana de millones de personas: desde el precio de la comida hasta el empleo en fábricas.
Las decisiones de Trump, si bien aplaudidas por ciertos sectores industriales, siguen generando volatilidad, malestar entre aliados y rupturas diplomáticas que puede tardar mucho más que 90 días en reparar.
En esta etapa convulsa del siglo XXI, el comercio ha vuelto a confirmar que es mucho más que economía: es poder, narrativa y, sobre todo, geopolítica pura.