La libertad de prensa en Serbia bajo asedio: una alarma que Europa no puede seguir ignorando
Entre ataques a periodistas, vigilancia estatal y represión de manifestaciones, el régimen de Vucic pone en jaque los pilares democráticos en medio del proceso de adhesión a la UE
“La situación de la libertad de prensa en Serbia ha alcanzado un punto crítico.” Con estas palabras contundentes, Jasmijn de Zeeuw, representante de la organización Free Press Unlimited, resumió el estado actual del periodismo en el país balcánico. La afirmación fue hecha en una conferencia de prensa celebrada en Belgrado esta semana, como parte de una misión de la delegación medioambiental Media Freedom Rapid Response (MFRR). Lo que se expuso allí fue un diagnóstico alarmante que retrata un conflicto creciente entre el autoritarismo estatal y las libertades democráticas fundamentales.
Una creciente represión en medio del camino hacia Europa
Serbia, bajo el liderazgo del presidente populista Aleksandar Vucic, lleva años intentando adherirse a la Unión Europea. Sin embargo, desde Bruselas se multiplican las voces que cuestionan si un país que sofoca sistemáticamente a sus periodistas y reprime protestas puede integrarse en el bloque democrático europeo sin antes dar un giro profundo en su política interna.
De acuerdo con los datos recogidos por MFRR, los ataques contra periodistas en el país se han duplicado en comparación con el año pasado. Tan solo en el marco de la cobertura del trágico accidente ferroviario del 1 de noviembre, que dejó 16 muertos en el norte de Serbia, se registraron 56 incidentes dirigidos contra medios y reporteros. Los métodos son variados: desde agresiones físicas, amenazas de muerte y campañas de difamación en redes, hasta allanamientos ilegales y bloqueos durante coberturas.
Criminalización del periodismo y uso de spyware
El ambiente hostil es alimentado desde las más altas esferas del poder. Durante una visita a París, el propio Vucic acusó al grupo mediático privado United Media, que posee los canales N1 y Nova, de ser una “plataforma para conducir violencia” en el país. Los medios independientes, particularmente los que han fortalecido su cobertura de las actuales protestas antigubernamentales lideradas por jóvenes universitarios, son sistemáticamente estigmatizados.
Jamie Wiseman, portavoz del Instituto Internacional de Prensa, advirtió que Serbia se encuentra entre los países europeos con mayor confirmación del uso de spyware contra periodistas, una herramienta de vigilancia estatal que priva al periodismo de toda privacidad. "Estos casos buscan claramente suprimir el periodismo legítimo de interés público sobre asuntos importantes", sostuvo Wiseman.
Protestas etiquetadas como terrorismo
Mientras la prensa intenta informar, el gobierno reacciona endureciendo aún más su postura. Las protestas lideradas por estudiantes han sido desestimadas por el presidente como actos propios de "terroristas" y se han emitido órdenes de expulsión contra al menos dos ciudadanos extranjeros simplemente por apoyar las movilizaciones. Esta criminalización del disenso no es nueva, pero se ha intensificado en los últimos meses al calor de la crisis política y social.
Como indica el informe de MFRR, las amenazas no se limitan al ámbito digital o judicial. Periodistas han sido víctimas de agresiones físicas en las calles, sus oficinas allanadas sin órdenes judiciales válidas, y sus carriles informativos bloqueados durante eventos de alto interés público.
Reacciones internacionales: entre la condena y el silencio
Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras ya se pronunciaron sobre esta tendencia represiva al afirmar: "El periodismo serbio está siendo sistemáticamente reprimido, y los líderes políticos europeos permanecen en un estado de inacción culpable".
A esta crítica se sumó David Diaz-Jogeix, director de programas de la organización Article 19, quien urgió a la Unión Europea a congelar inmediatamente el proceso de adhesión con Serbia y emitir una condena pública contra la violencia hacia periodistas. Diaz-Jogeix fue enfático: “No puede ser todo como siempre. La UE necesita alzar la voz”.
El silencio del gobierno serbio y su narrativa de victimización
Ante estas denuncias, el gobierno serbio ha mostrado una actitud defensiva. El Ministerio de Información criticó la visita de MFRR acusándola de parcialidad y de reunirse selectivamente con voces críticas del régimen. Esta estrategia de deslegitimación forma parte de una narrativa de victimización en la que se acusa a potencias extranjeras y ONGs de intentar desestabilizar al país.
Curiosamente, este discurso coexiste con una ferviente voluntad de ingreso a la Unión Europea, una comunidad basada precisamente en los valores de la democracia, el pluralismo y el respeto a los derechos humanos. Un evidente doble estándar que las instituciones europeas ya no pueden seguir ignorando sin comprometer su propia credibilidad.
Una crisis con precedentes
La represión a la prensa no es un fenómeno nuevo en Serbia. Durante la década de los 90, en plena guerra de los Balcanes, los medios estatales fueron utilizados como herramientas de propaganda bajo el mando del entonces dictador Slobodan Milošević. Lo que parecía haber quedado atrás con los procesos de democratización en los años 2000, parece ahora resurgir bajo un nuevo ropaje.
Según el ranking de libertad de prensa 2024 elaborado por Reporteros Sin Fronteras, Serbia ocupa el puesto 91 de los 180 países evaluados. Una posición preocupante si se tiene en cuenta su estatus de país candidato a la UE. Más aún, en la región balcánica solo Macedonia del Norte y Albania presentan índices similares. Esto crea una disonancia alarmante entre las aspiraciones institucionales y la realidad en las calles y redacciones del país.
¿Puede Europa seguir mirando hacia otro lado?
La discusión sobre los valores fundacionales europeos nunca ha sido más urgente. El caso de Serbia se une a una lista creciente de países en Europa Central y del Este donde el autoritarismo ha capitalizado el escepticismo popular, la propaganda interna y la débil intervención desde Bruselas. Hungría y Polonia son los ejemplos más conocidos, pero Serbia está escalando rápidamente como un caso simbólico de retroceso democrático.
El periodista serbio Slavko Ćuruvija, asesinado en 1999, se ha convertido en un símbolo de la lucha por la libertad de prensa en el país. En 2019, dos agentes de inteligencia fueron condenados por su asesinato, pero la sentencia fue anulada en 2022, reavivando las sospechas sobre la protección judicial a quienes persiguen informadores incómodos. Este patrón de impunidad mina la confianza ciudadana en las instituciones y contribuye al escepticismo generalizado.
El rol de la sociedad civil y la comunidad internacional
Pese al sombrío panorama, tanto dentro como fuera de Serbia hay voces decididas a enfrentar esta deriva autoritaria. Las organizaciones de la sociedad civil, colectivos de estudiantes y asociaciones de periodistas mantienen viva la llama de la resistencia democrática. En el ámbito internacional, la presión debería tomar forma concreta: cambios en la política de ampliación de la UE, condicionamientos más severos en el acceso a fondos europeos, e involucramiento de parlamentos nacionales en el escrutinio del respeto de derechos fundamentales.
La comunidad internacional tiene en sus manos la posibilidad de evitar que Serbia siga el camino de la democracia iliberal que Viktor Orbán ha enarbolado en Hungría con tan poca oposición formal desde Bruselas. Si la prensa libre muere en Serbia, morirá un vital trozo del sueño europeo en la región de los Balcanes.