N’Gola, el legendario gorila de Zúrich: una vida de fuerza, amor y conciencia ambiental
El fallecimiento de uno de los gorilas más longevos de Europa nos invita a reflexionar sobre la conservación animal y el papel de los zoológicos modernos
N’Gola, el icónico gorila espalda plateada del Zoológico de Zúrich, ha muerto a los 47 años debido a problemas crónicos de salud. Esta pérdida no solo remueve emociones entre sus cuidadores y visitantes, sino que reaviva el debate sobre la conservación de especies en peligro crítico de extinción y el rol que desempeñan los zoológicos en este importante frente.
Una vida ejemplar en cautiverio
Nacido en cautiverio, N’Gola pasó más de cuatro décadas en el Zoológico de Zúrich, convirtiéndose en uno de los gorilas occidentales de tierras bajas más longevos de Europa. Durante ese tiempo, no solo fue un símbolo del zoológico, sino que también dejó un profundo legado genético al haber sido padre de 34 crías, muchas de las cuales ahora viven en otras instalaciones de conservación en el continente.
Una especie en peligro crítico
El gorila occidental de tierras bajas (Gorilla gorilla gorilla) está catalogado como en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Durante las últimas tres generaciones, se ha registrado un descenso de más del 80% en su población salvaje debido a la deforestación, la caza furtiva y las enfermedades como el ébola.
El director del zoológico, Severin Dressen, declaró que “hemos visto una caída en la población silvestre de gorilas del 80% en tan solo tres generaciones”. Las palabras de Dressen apuntan directamente a la urgencia por proteger lo que queda de estas comunidades de grandes simios en libertad.
El ocaso de un líder
En los últimos años, N’Gola padeció una serie de dolencias que fueron deteriorando su salud. Entre ellas, sufría de artritis, una condición cardíaca crónica y una infección por tenias. A pesar de estar medicado con analgésicos, su apetito disminuyó notablemente, causando una pérdida importante de peso y masa muscular.
“Es una decisión muy difícil tener que sacrificar a un gorila espalda plateada”, agregó Dressen, claramente conmocionado por la pérdida del gran macho que lideró su grupo por más de 40 años.
El lado sensible de un gigante
Aunque era un líder imponente, N’Gola también se destacó por mostrar un comportamiento poco habitual en machos de su especie: una sensibilidad y cuidado excepcionales hacia los suyos.
En 2012, tras la muerte de una de sus hembras, Nache, que sufrió un apendicitis agudo durante un avanzado embarazo, N’Gola fue visto por semanas deambulando por su recinto, gimiendo y buscándola. Este acto, reportado por medios suizos como el Neue Zürcher Zeitung, marcó profundamente a los cuidadores y a los visitantes frecuentes del zoológico.
También asumió un rol maternal inesperado cuando la madre de una cría desapareció temporalmente. “Eso no es un comportamiento típico de un espalda plateada”, afirmó Dressen sobre el episodio en el que N’Gola se ocupó del bebé gorila.
Más que un animal, un emblema de conciencia
La historia de N’Gola trasciende la biología. Su rol en el zoológico fue clave para generar conciencia sobre la conservación ambiental. Miles de personas, incluyendo estudiantes y turistas, aprendieron de él año tras año.
Los zoológicos modernos no son simplemente espacios de observación animal. Su función ha evolucionado hacia la educación, conservación e investigación científica. Gracias a ejemplares como N’Gola, se han desarrollado programas de reproducción asistida, investigaciones genéticas y campañas de concienciación que llegan a millones de personas.
La ética de los zoológicos en el siglo XXI
La muerte de N’Gola también reactiva un debate ético inevitable: ¿deberían los animales estar en cautiverio? Mientras los críticos argumentan que ningún recinto puede reemplazar el hábitat natural de un gorila, otros defienden que la crisis de biodiversidad que enfrenta el planeta requiere instalaciones de conservación responsables.
La realidad es que, ante la acelerada pérdida de hábitats naturales y el crecimiento exponencial del tráfico de fauna silvestre, muchos expertos consideran que los zoológicos éticamente administrados son una última línea de defensa para muchas especies.
Dentro de esas líneas éticas se destacan prácticas como:
- Recintos amplios y enriquecidos para simular el hábitat natural.
- Programas de reproducción controlada para asegurar diversidad genética.
- Esfuerzos internacionales para reintroducción en la naturaleza.
- Colaboración entre zoológicos e instituciones científicas.
N’Gola en cifras
- Edad al fallecer: 47 años (promedio de vida en libertad para un gorila macho: 35-40 años).
- Descendencia: 34 crías.
- Enfermedades: artritis, insuficiencia cardiaca, infección parasitaria.
- Años en Zúrich: más de 40.
Legado educativo
Durante cuatro décadas, N’Gola fue una ventana hacia la selva africana para miles de niños y adultos en Suiza y Europa. Existen registros de familias que visitaron el zoológico durante generaciones para conocer al “rey” del recinto. Incluso se han iniciado campañas escolares y exposiciones educativas centradas en su figura como símbolo de los gorilas en peligro.
Según datos del Zoológico de Zúrich, más de 1.200.000 visitantes al año acudieron al parque durante la última década, siendo el área de primates una de las más visitadas.
¿Qué sigue para su grupo?
Con la pérdida de N’Gola, el zoológico se enfrenta al reto de rediseñar la dinámica social del grupo de gorilas. Estos animales viven en grupos liderados por un macho dominante, por lo que, muchas veces, la llegada de un nuevo espalda plateada supone riesgos y tensiones.
Sin embargo, los zoológicos europeos cuentan con redes y planes para evitar el estrés animal, apoyados por organizaciones como la Asociación Europea de Zoológicos y Acuarios (EAZA). No se descarta la llegada de un nuevo líder o el desarrollo de estrategias para permitir un grupo más horizontal.
El gorila como espejo humano
N’Gola no solo mostró cuán parecidos pueden ser los vínculos entre gorilas y humanos, sino que también representó las consecuencias del accionar humano en el mundo natural. Su vida, aunque en cautiverio, fue testimonio de una lucha por la supervivencia de su especie.
“Ignoró a los bípedos al otro lado del vidrio”, comentaba Dressen con delicadeza, recordando la indiferencia de N’Gola hacia los humanos fuera de su recinto. Sin embargo, podría decirse también que su indiferencia fue un espejo hacia nuestra indiferencia como especie frente al destino de los seres vivos que compartieron, comparten y compartirán el planeta con nosotros.
Hoy N’Gola ya no está, pero su huella queda impresa en la memoria de quienes lo conocieron y en los esfuerzos por preservar a los suyos en la naturaleza que los vio nacer.