Trump, mercados y el abuso del poder: un vistazo crítico a su nueva era de retribución

Desde investigados exfuncionarios hasta consejos ‘financieros’ en redes sociales, Donald Trump intensifica su cruzada de poder político y económico con implicaciones preocupantes para la democracia estadounidense

Un presidente en modo revancha

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha cruzado una nueva frontera en su retorno al poder ejecutando una serie de acciones que combinan elementos de represalia política, manipulación mediática y cuestionables consejos financieros. Desde ordenar investigaciones contra sus antiguos colaboradores hasta publicar mensajes que disparan los mercados, Trump se presenta no sólo como el líder de un país, sino como un actor que entiende —y explota— los mecanismos del poder en América.

En un ambiente político cada vez más tenso, su reciente decisión de investigar a Miles Taylor y Chris Krebs, dos exfuncionarios de su primera administración, marca una escalada peligrosa. Al calificar a Taylor de "traidor" y acusarlo de "traición" simplemente por emitir críticas, y al atacar a Krebs por afirmar que las elecciones de 2020 fueron seguras, Trump refuerza una narrativa de persecución hacia quienes se atrevan a cuestionar su liderazgo o relatar hechos inconvenientes.

Un caldo de cultivo para la intimidación

Los actos de Trump no se limitan a la retórica. Ha tomado acciones concretas para castigar a firmas legales que han estado relacionadas con casos en su contra. Por ejemplo, el bufete Susman Godfrey, que representó a Dominion Voting Systems en su demanda contra Fox News, fue excluido del uso de recursos públicos por orden del mandatario. Fox News, recordemos, pagó 787.5 millones de dólares para evitar un juicio que podría haber profundizado el papel de la cadena en diseminar teorías conspirativas sobre las elecciones presidenciales.

Este uso del poder ejecutivo para castigar a adversarios, que además evoca a regímenes autoritarios, tiene consecuencias claras para la democracia y la libertad de expresión. Pamela Spees, abogada del Center for Constitutional Rights, ya ha argumentado anteriormente ante acciones similares: “Es una batalla por el alma institucional del país”.

Un tuit, miles de millones

Tal vez el acto más desconcertante —y peligroso para los mercados financieros— ocurrió cuando Trump publicó en su red Truth Social: “¡ES UN GRAN MOMENTO PARA COMPRAR!!! DJT”. Apenas unas horas después, anunció una pausa de 90 días en casi todos los aranceles, lo cual provocó un repunte del 9.5% en el mercado S&P 500. Esto se tradujo en alrededor de 4 billones de dólares recuperados por los mercados en un solo día. Fue, sin dudas, una jugada magistral… o demasiado conveniente.

La rápida subida también benefició significativamente a su propia empresa: Trump Media & Technology Group (DJT), cuyo valor se disparó más de un 22% el mismo día. Con una participación del 53% en la firma (en fideicomiso bajo el control de su hijo Donald Jr.), Trump ganó teóricamente 415 millones de dólares de un plumazo. ¿Casualidad o manipulación directa del presidente?

¿Manipulación de mercado o coincidencia?

Expertos legales han levantado la voz. Richard Painter, exasesor de ética de la Casa Blanca durante la administración Bush, declaró:

“Está disfrutando este control sobre los mercados, pero debería tener cuidado. La ley de valores prohíbe el comercio con información privilegiada o ayudar a otros a hacerlo.”

¿Estaba Trump al tanto de su decisión sobre los aranceles cuando publicó su mensaje? Su respuesta fue vaga: "Yo diría que esta mañana... En los últimos días lo he estado pensando." El portavoz de la Casa Blanca sólo añadió que "el Presidente tiene la responsabilidad de asegurar a los mercados".

Kathleen Clark, profesora de derecho en la Universidad de Washington, fue aún más directa:

“Está enviando el mensaje de que puede manipular eficazmente el mercado con impunidad. Como diciendo: 'Miren esta plataforma para mis próximos consejos de inversión'.”

Trump Media: ¿una empresa viable o un vehículo para ganar dinero?

Esta no es una empresa cualquiera. A pesar de haber perdido 400 millones de dólares el año pasado, el valor de las acciones de Trump Media rebotó con una fuerza impresionante tras el post. ¿Tiene alguna relación con los aranceles? Ninguna. Pero el simple hecho de que el símbolo bursátil sea “DJT” basta para que, en un entorno de histeria financiera impulsada por redes sociales, se dispare el precio con sólo una publicación del expresidente.

Es el tipo de comportamiento que causa preocupación en analistas y reguladores, aunque hasta ahora, no parece haber consecuencias concretas. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) no ha comentado sobre el incidente y no hay indicios de una investigación en curso, a pesar de que en administraciones anteriores incluso la mera apariencia de conflicto habría desencadenado una revisión.

De elecciones y traiciones: la venganza continúa

La campaña de Trump contra Chris Krebs y Miles Taylor es emblemática de este patrón de represalia. Krebs, designado por el propio Trump como director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), fue despedido tras afirmar públicamente que las elecciones de 2020 fueron "las más seguras en la historia de Estados Unidos". Un informe posterior de The Washington Post y otras fuentes confirmaron que no hubo fraude a gran escala.

Miles Taylor, por su parte, se convirtió en figura pública tras revelar que fue autor del artículo de opinión "Anonymous" publicado por el New York Times, donde describía un movimiento interno de resistencia para moderar los impulsos del presidente. Luego, publicó un libro en el que detallaba aún más sus preocupaciones. Trump lo acusó de "espía" y "traidor".

Es claro que en la nueva era Trump, la revancha es una prioridad política. Y más preocupante aún, parece estar institucionalizada.

¿Estamos ante una erosión institucional?

La pregunta que se plantean muchos observadores es si este nuevo estilo de gobernanza, que mezcla intereses personales, empresariales y políticos, no está minando fatalmente la institucionalidad estadounidense. David Becker, exfuncionario del Departamento de Justicia, lo plantea de forma directa:

“Es extraño ver a un presidente ordenar investigaciones contra antiguos funcionarios nombrados por él mismo. El hecho de que hoy pueda ocupar la Casa Blanca se lo debe al sistema electoral que ahora critica.”

El hecho de que estas acciones no generen un mayor número de voces críticas desde las propias instituciones, como el Congreso o los órganos reguladores, revela una preocupante complicidad —o al menos indolencia— frente al autoritarismo emergente.

La doble amenaza: erosión democrática e inestabilidad financiera

Lo más inquietante del presente escenario político estadounidense no es sólo la amenaza al sistema democrático y sus valores, sino que esta se ve acompañada de un potencial daño sistémico a la economía global. En un mundo donde cada palabra presidencial puede mover mercados, la ambivalencia entre gobernante y empresario se vuelve peligrosa y potencialmente devastadora.

El economista Joseph Stiglitz advirtió en una conferencia en 2023 sobre los riesgos de manipulación política de los mercados:

“Cuando los mercados interpretan declaraciones presidenciales como señales de inversión, y no hay separación entre poder político y ganancia personal, el resultado es inseguridad financiera y pérdida de credibilidad.”

Un panorama incierto para una democracia a prueba

El accionar de Trump se vuelve una señal para otras figuras políticas populistas en ascenso alrededor del mundo. Si funciona en EE.UU., ¿por qué no en Hungría, Brasil o Turquía? Y más allá de ello, ofrece un mensaje desalentador a los ciudadanos: que las reglas del juego sólo importan si no se tiene poder.

La democracia estadounidense enfrenta uno de sus mayores retos: un líder que conoce a fondo sus debilidades y que está dispuesto a explotar cada una de ellas en aras de su beneficio personal y político.

Las elecciones futuras y la habilidad de las instituciones en resistir esta embestida serán determinantes no sólo para Estados Unidos, sino para el destino de las democracias liberales alrededor del mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press