Trump, poder y vigilancia: la nueva ofensiva sobre las agencias de inteligencia y derechos civiles
Un nuevo grupo de trabajo, despidos polémicos y la promesa de máxima transparencia sacuden los cimientos de los servicios secretos estadounidenses
Una sacudida institucional bajo el mando de Tulsi Gabbard
La comunidad de inteligencia de Estados Unidos afronta una nueva era bajo el liderazgo de Tulsi Gabbard, quien ahora funge como Directora de Inteligencia Nacional. Entre sus primeras medidas se encuentra la creación del Director’s Initiatives Group, una fuerza especial cuya función será analizar y rediseñar vastas áreas de las agencias de inteligencia. ¿El objetivo? Hacerlas más eficientes, menos politizadas y más transparentes, según afirma la directora.
Este anuncio se inscribe en el marco de una ofensiva más amplia lanzada desde la Casa Blanca por el presidente Donald Trump. En su segundo mandato, Trump ha intensificado su intención de reformular por completo las agencias de inteligencia, instituciones que, históricamente, considera hostiles o poco leales a su gobierno.
“Transparencia máxima”: la nueva consigna presidencial
En palabras de Gabbard, el nuevo grupo de trabajo buscará ofrecer una inteligencia “apolítica, objetiva y relevante” que ayude al presidente a tomar decisiones cruciales. Para ello, se analizará el posible levantamiento del velo de secretismo que cubre ciertos temas polémicos como:
- Los orígenes de la pandemia de COVID-19
- La interferencia del gobierno federal en la regulación del discurso en línea
- Las investigaciones sobre el llamado “síndrome de La Habana”
Esta transparencia, sin embargo, levanta alarmas en sectores que temen que la desclasificación se utilice como herramienta política.
Trump y la purga en los servicios de inteligencia
El anuncio del Director’s Initiatives Group no es un hecho aislado. Se produce tras una semana agitada en el ámbito de la seguridad nacional, durante la cual Trump despidió abruptamente al director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), un cuatro estrellas con años de carrera.
A ello se le suma el ofrecimiento de renuncias voluntarias a algunos empleados de la CIA, y la supresión de puestos asociados con programas de diversidad e inclusión, que afectaron directamente a miembros recientemente contratados.
Estos cambios han sido interpretados como parte del intento de Trump por reformar ideológicamente el aparato de inteligencia para alinearlo con su visión política y eliminar estructuras que considera “enemigas internas”.
La polémica cadena de mensajes... con un periodista
La confianza en Gabbard se ha visto, no obstante, ligeramente afectada tras revelarse que varios funcionarios de alto rango, incluida ella, usaron la app Signal — conocida por su encriptación — para trabajar sobre planes militares confidenciales. ¿El problema? Que un periodista estaba incluido en el grupo de mensajes.
La directora calificó el incidente como “un error”, pero el hecho alimentó el debate sobre la falta de protocolos internos de seguridad y la posible erosión del profesionalismo dentro de las agencias.
¿Despolitizar o tomar control?
El grupo promovido por Gabbard también tiene como misión estudiar si las agencias “han sido politizadas o utilizadas como herramientas ideológicas” en el pasado reciente, un claro reflejo de la retórica de Trump que apunta a “el Estado profundo”.
Según el mandatario, instituciones como el FBI o la CIA han actuado como órganos de oposición al durante su primer mandato. De ahí que intenta reestructurarlas asegurando lealtad, pero sin que eso signifique renunciar — al menos en discurso — a la autonomía institucional.
¿Estamos ante una purga o una reforma legítima? Para muchos, ambas cosas a la vez.
El caso Samuels: demandas por despidos arbitrarios
Paralelamente, la campaña del gobierno para reestructurar organismos clave ha generado enfrentamientos legales. El caso más relevante es el de Jocelyn Samuels, excomisionada demócrata del Comité de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC).
Samuels fue destituida a inicios del presente año, antes de concluir su mandato, junto con otra comisionada demócrata. Esta medida sentó un preocupante precedente: fue la primera vez en los 61 años del organismo que un presidente despide comisionados sin esperar el fin de sus periodos.
Su demanda, presentada con el respaldo de la organización Democracy Forward, argumenta que dicha remoción:
- Viola la independencia política exigida al EEOC
- Trasgrede el espíritu de la Ley de Derechos Civiles de 1964
- Podría dejar al organismo sin quorum para tomar decisiones críticas
En palabras de Samuels: “Esta terminación abrupta e ilegal antes del fin de mi mandato no solo es contraria a la ley federal, sino que eviscera la estructura independiente del EEOC.”
¿Desmantelando los programas de diversidad?
La remoción de Samuels y otros ha facilitado al gobierno avanzar con su campaña contra políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Andrea Lucas, republicana y actual presidenta interina del EEOC, ya ha iniciado investigaciones contra 20 importantes despachos legales en EE. UU., exigiendo documentación detallada sobre sus prácticas en materia de diversidad laboral.
Asimismo, Lucas ha promovido la eliminación de, al menos, siete demandas relacionadas con despidos o acoso por motivos de identidad de género, alineándose con una orden ejecutiva que sólo reconoce dos géneros: masculino y femenino. Este viraje ultraconservador en la política pública laboral marca, sin duda, una ruptura ideológica sin precedentes.
El efecto dominó institucional
Todo este proceso ocurre mientras la administración trabaja con una comisión incompleta: tres de los cinco asientos del EEOC están vacantes. Legalmente, el presidente debe nominar al menos un miembro del partido opositor, lo que obliga a Trump a designar un demócrata, aunque aún no ha presentado ninguna candidatura.
Esta falta de quorum compromete seriamente la capacidad operativa del EEOC en su misión de hacer cumplir leyes que protegen a trabajadores frente a discriminación laboral por motivos de raza, género o religión.
¿Una limpieza institucional o autoritarismo velado?
Analistas se debaten sobre el verdadero propósito de estos movimientos. Mientras sectores pro-Trump ven una necesaria reestructuración del “Estado profundo”, sus detractores denuncian un proceso de captura institucional destinado a consolidar el poder del Ejecutivo.
“Limpieza ideológica encubierta” vs. “restauración de funciones esenciales del Estado”: una vez más, la narrativa política en EE. UU. se polariza según la lente ideológica utilizada.
Y mientras tanto, el nuevo grupo de trabajo se prepara para entregar recomendaciones que, muy probablemente, marcarán el futuro inmediato —y el legado político— de Trump en el sector de inteligencia estadounidense.