Zen, el héroe de los Alpes: cómo los perros de rescate salvan vidas entre avalanchas en Italia
Ante el aumento del riesgo en las montañas por el cambio climático, la labor de estos perros entrenados se vuelve más crucial que nunca
En Col Gallina, los Alpes Dolomitas, Italia, el aire es frío, la nieve cruje bajo los pies y el silencio reinante solo se rompe por los ladridos enérgicos de Zen, un Border Collie de cinco años. Pero no es un perro cualquiera: Zen es un perro de rescate especializado en avalanchas. En lo profundo de una ladera nevada, otro entrenamiento toma lugar, y para Zen es solo un día más de trabajo heroico.
Un oficio entre nieve y vida
Desde hace tres años, Zen forma parte del Cuerpo Nacional Alpino y Espeleológico de Rescate de Italia. Su trabajo consiste en lo imposible: encontrar señales de vida donde otros no podrían. En un reciente ejercicio de certificación en las montañas cercanas a Cortina D’Ampezzo —sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026— unos veinte perros más observaban atentos sus movimientos.
La habilidad de Zen para detectar una víctima sepultada por una avalancha no solo es impresionante, sino determinante. “Un perro bien entrenado puede encontrar a una persona enterrada varios metros bajo la nieve con más precisión que cualquier transpondedor”, explica Adriano Favre, director del programa de entrenamiento canino.
Y es que, en estas condiciones, el tiempo lo es todo. Cada segundo cuenta, y Zen lo sabe. Al detectar el aroma bajo un montón de nieve artificial, se abalanza entusiasta y extrae el juguete que simboliza una vida rescatada. Su adiestrador, Paolo Sbisa, lo recompensa con caricias y alegría. Ese lazo es irrompible: "Sin una relación intensa con el guía, no entenderíamos lo que el perro intenta decirnos", comenta Sbisa.
Detrás del adiestramiento: tragedias reales
Sólo nueve días antes, la misión de Zen fue trágicamente real. En el Paso de Giau, a 2.300 metros de altitud, una avalancha sepultó a tres esquiadores. Mientras el helicóptero despegaba desde la base a 10 minutos del lugar, Zen iba a bordo con su guía, listo para intervenir.
Allí, los resultados fueron duros. Un esquiador fue sacado por testigos, otro encontrado por transpondedor… y la tercera víctima, una mujer, fue encontrada por Zen. Pero estaba enterrada a una profundidad inusual: entre 3 y 4 metros. Aunque lograron localizarla gracias al olfato de Zen, fue demasiado tarde.
“Si necesitas un perro para que te encuentren, probablemente ya es demasiado tarde,” lamenta Sbisa. Una frase que resuena en la comunidad de rescate y que pone en evidencia la importancia de la prevención y el equipamiento personal.
El cambio climático agrava la amenaza
Los datos son alarmantes: según información del AINEVA (Asociación Italiana de Nieve y Avalanchas), en los últimos 25 años los incidentes por avalanchas han aumentado un 50%. Antes del nuevo milenio, se registraban un promedio anual de 30 avalanchas con personas implicadas. Hoy ese número ronda las 60. El promedio de excursionistas afectados pasó de 65 a 110 por año.
¿Por qué ha empeorado la situación? Las causas son claras: el cambio climático ha alterado los patrones de nevadas. En altitudes medias —entre 1.500 y 2.500 metros, justamente donde transitan la mayoría de los esquiadores y excursionistas— hoy cae una nieve más húmeda y pesada. Esta nieve compacta más rápido y deja menos bolsas de aire, haciendo mucho más difícil que una víctima atrapada pueda respirar.
La ciencia del olfato: ventaja canina
¿Por qué Zen puede hacer lo que ninguna máquina logra? La respuesta está en algo ancestral: el olfato canino. Los perros poseen hasta 300 millones de receptores olfativos (comparado con los 5 millones humanos), y la parte del cerebro que procesa los olores es proporcionalmente 40 veces más grande que la nuestra.
Para detectar a una persona bajo la nieve, el perro capta moléculas mínimas de sudor, dióxido de carbono, células muertas o incluso perfume atrapadas en las bolsas de aire que salen por mínimas grietas. No hay tecnología humana que iguale esta eficacia.
Según un estudio del International Journal of Avalanches and Alpine Rescue, un perro bien entrenado puede detectar personas enterradas hasta a 5 metros de profundidad, en un espacio de 100 m² en menos de 5 minutos. Comparado con la media humana de búsqueda (sin transpondedor), que puede tomar más de 30 minutos, la diferencia es evidente. Y, en esos casos, 30 minutos pueden significar la vida o la muerte.
Escuadrones de élite: perros de rescate en Italia
El Sistema Nacional de Rescate Alpino Italiano cuenta con más de 270 equipos caninos operativos en diferentes zonas montañosas del país. Todos pasan por entrenamientos rigurosos: simulan rescates reales, enfrentan cambios de clima extremos y desarrollan un vínculo profundo con sus guías. Solo 3 de cada 10 perros evaluados cada año logran lograr la certificación como perro de avalancha.
“Trabajan por afecto, no por orden”, explica otro adiestrador. “No buscan por obligación. Buscan porque saben que si lo hacen bien, juegan después y hacen feliz a su humano.”
No es solo un instinto, sino una devoción: estos perros viven para proteger. Cuando otros huyen de una avalancha, ellos corren hacia ella.
Una advertencia para los aventureros
Los rescatistas como Sbisa dejan un mensaje claro: más allá de los perros y los helicópteros, la primera línea de defensa es la prevención. Cada excursionista en montaña debe llevar un ARVA (transmisor-receptor de víctimas de avalanchas), sonda plegable y pala. Además, se recomienda entrenarse en técnicas básicas de rescate para actuar inmediatamente si alguien del grupo queda sepultado.
El tiempo promedio de supervivencia bajo la nieve sin acceso a aire es de sólo 15 minutos. Después, las probabilidades se reducen drásticamente. Por eso, los compañeros o testigos en el lugar son quienes más vidas pueden salvar.
El legado de Zen
En Italia, así como en otras regiones alpinas del mundo, la figura del perro de rescate es algo más que una herramienta de trabajo. Zen no solo representa esperanza para los accidentados, también se ha convertido en un símbolo del ingenio humano unido con la naturaleza.
En tiempos donde la tecnología intenta superar todas las barreras, hay situaciones en las que un corazón peludo, cuatro patas y una nariz hiperdesarrollada siguen siendo insustituibles.
“Si todo falla, siempre nos queda el perro,” resume Sbisa. Y en las alturas de los Dolomitas, Zen, el Border Collie, seguirá corriendo valiéndose de su olfato para marcar dónde excavar. Quizá, allí donde todos ven nieve, él encuentra vida.
Foto: Zen, un Border Collie de avalanchas, asiste a un entrenamiento con el Cuerpo Nacional de Rescate Alpino y Espeleológico de Italia en Col Gallina, cerca de Cortina D’Ampezzo. (Foto: Luca Bruno)