El nuevo orden sanitario de EE. UU.: ¿Reinvención necesaria o debilitamiento estratégico de la salud pública?
El desmantelamiento del CDC y la creación de la Administración para una América Saludable marcan un cambio radical en la estrategia sanitaria federal, mientras crece la preocupación entre expertos y trabajadores.
Por más de 75 años, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han sido la piedra angular de la salud pública en Estados Unidos. Hoy, esa institución enfrenta una transformación radical que podría cambiar el rostro de la salud pública federal tal como la conocemos.
Reestructuración histórica: nace la "Administración para una América Saludable"
De acuerdo con fuentes internas confirmadas por altos funcionarios del CDC, sectores completos de la agencia —principalmente aquellos que no están directamente relacionados con enfermedades infecciosas— están siendo absorbidos por una nueva entidad: la Administración para una América Saludable (AHA, por sus siglas en inglés).
Este viraje estructural fue esbozado por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr.: "No solo estamos reduciendo la burocracia; estamos realineando la organización con su misión central y nuestras nuevas prioridades para revertir la epidemia de enfermedades crónicas".
¿Cuáles áreas serán absorbidas por la AHA?
La AHA incluirá, entre otros organismos:
- La Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA)
- La Administración de Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental (SAMHSA)
- La Oficina del Cirujano General de los EE. UU.
Asimismo, varias divisiones del CDC también pasarán a depender de la AHA, particularmente las relacionadas con:
- Condiciones crónicas
- Defectos de nacimiento
- Seguridad ambiental y en el lugar de trabajo
- Prevención de lesiones
La división dedicada al VIH, devastada por despidos, tendrá también un lugar en la nueva estructura organizativa.
¿Por qué ahora? El contexto político detrás de la reestructuración
Las acciones se suman a la ofensiva del nuevo gobierno liderado por la administración de Donald Trump, caracterizada por una política de reducción masiva del aparato estatal. Desde su regreso al poder en enero, la nueva administración ha promovido una agenda clara de "racionalización" del gobierno basada en las propuestas del controvertido Plan Proyecto 2025 de la Heritage Foundation.
En este plan, el CDC era visto como una de las agencias "más incompetentes y arrogantes del gobierno federal" y se propuso directamente su división. Hoy, esa propuesta parece cobrar vida.
Impacto laboral y desmantelamiento: un éxodo silencioso de expertos
La transición no ha sido meramente administrativa. Según reportes internos, entre 3,500 y 4,000 trabajadores del CDC fueron despedidos a través de jubilaciones anticipadas y ceses masivos desde enero.
Esto incluyó la eliminación completa de divisiones como la de Salud Dental y casi todo el personal de investigaciones sobre enfermedades ocupacionales, áreas críticas para la prevención estructural de enfermedades no infecciosas.
“Si los trabajos se trasladan a Washington D.C., ciertamente se perderán muchos de los expertos que tienen sus vidas y familias arraigadas en Atlanta,” explicó Jason Schwartz, investigador de políticas de salud de la Universidad de Yale. Esto no es una simple reorganización: es la reconstrucción desde cero.
CDC vs. AHA: una separación innecesaria o un enfoque más eficaz
El sector gubernamental asegura que segmentar la respuesta a enfermedades infecciosas de las enfermedades crónicas permitirá aumentar la especialización y mejorar la administración de recursos. Sin embargo, muchos expertos en salud pública consideran que este movimiento fragmentará aún más el ecosistema ya sobrecargado de salud federal.
“Puede que con esta restructuración se pierda la capacidad multidisciplinaria que ha distinguido al CDC,” advirtió el Dr. Scott Harris, presidente de la Asociación de Funcionarios de Salud Estatales y Territoriales.
Harris también se mostró preocupado por la posible interrupción del financiamiento que fluye desde los CDC hacia los departamentos de salud estatales: “Aún tenemos muchas más preguntas que respuestas.”
¿Qué queda del antiguo CDC?
Las áreas dedicadas puramente a enfermedades infecciosas —como vigilancia de virus respiratorios, brotes epidemiológicos globales y respuesta ante pandemias— permanecerán bajo la marca del CDC. Sin embargo, una buena parte de su personal ya no está, y muchas competencias técnicas han migrado a la AHA o a la periferia del sistema federal.
Esto puede representar un golpe directo a la vigilancia epidemiológica, argumentan críticos. Según cifras oficiales, el CDC tenía en enero de 2024 unos 13,000 empleados. Con los recortes, podría quedar con menos de 9,500, una cifra pareja con la de los años 80, antes de amenazas como el VIH, el H1N1 o el COVID-19.
¿Qué dice el personal que queda?
“Es como trabajar en una institución en pausa... sin certeza sobre si lo que hacemos seguirá existiendo la próxima semana”, confiesa un funcionario anónimo del CDC al diario Politico. Las decisiones de esta magnitud generan un clima tóxico donde la moral se desploma y los talentos comienzan a migrar hacia el sector privado o la academia.
¿Podría reproducirse este modelo en otros países?
La creación de una agencia federal somática (centrada en salud física no infecciosa y salud mental) como la AHA es una rareza incluso entre potencias del G7. En Europa, los sistemas nacionales salud como los de Alemania y Reino Unido integran sus centros de investigación y políticas de salud pública. La separación radical entre enfermedades infecciosas y salud crónica puede dificultar enfoques integrales y con visión sistémica.
Esto preocupa también a investigadores globales. Algunos se preguntan si Naciones Unidas debería intervenir en caso de que EE. UU., al romper la integralidad del CDC, ponga en riesgo la coordinación epidemiológica internacional.
La estrategia de salud como arma política
Si hay algo claro en este proceso es que la salud pública ha dejado de ser percibida como un pilar meramente técnico. Hoy más que nunca, se convierte en componente esencial del andamiaje político e ideológico.
Lo que sucede con el CDC no es un hecho aislado, sino parte de una visión ideológica más amplia que busca reducir el alcance del Estado y limitar su intervención en la vida ciudadana. Como reconocía uno de los fragmentos del Plan Proyecto 2025:
“Las luchas culturales del siglo XXI se darán en el campo del control sanitario.”
¿Un nuevo modelo de salud pública o una advertencia sombría?
Los próximos meses serán clave para evaluar los efectos reales de esta transición. La AHA aún no tiene una estructura completamente definida y enfrenta el escepticismo tanto de profesionales de la salud como de gobernadores estatales, que temen una pérdida de autonomía y recursos.
Lo que está en juego no es solo burocracia. Es la capacidad de respuesta sanitaria de la nación ante amenazas futuras, el vínculo con aliados globales y, sobre todo, la confianza del público en sus instituciones.
Como decía el epidemiólogo Paul Offit: “Toda nación que subestime su salud pública, tarde o temprano, enfrentará la factura del caos.”