Fano y la rebelión armada en Amhara: ¿Una lucha por justicia o un nuevo ciclo de violencia en Etiopía?

La milicia nacionalista Amhara desafía al gobierno etíope en una guerra invisible que cobra miles de vidas y sumerge a millones en el caos

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Una guerra civil no declarada sacude Etiopía. Mientras el mundo aún digiere las consecuencias del devastador conflicto de Tigray, otra lucha se ha encendido en las montañas de Amhara, la segunda región más poblada del país africano. El protagonista: Fano, una milicia étnica que ha pasado de fuerza auxiliar del ejército a ser su feroz opositora. Del otro lado, el gobierno federal de Addis Abeba, liderado por el primer ministro Abiy Ahmed, busca retener el control sobre una nación cada vez más fragmentada por tensiones étnicas e históricas.

¿Quiénes son los Fano y por qué luchan?

Fano es más que una agrupación armada; representa un sentimiento de resistencia étnica y deseo de autonomía dentro de la comunidad amhara. Surgieron con fuerza en 2016 durante protestas antigubernamentales, y su participación fue decisiva en la guerra de Tigray (2020-2022), cuando lucharon junto al ejército federal contra las fuerzas del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF).

Sin embargo, tras el cese de hostilidades con el TPLF y un proceso de paz que excluyó las demandas del pueblo amhara, los Fano consideraron traicionado el acuerdo. Particularmente, el futuro del oeste de Tigray —reclamado históricamente por los amhara— encendió la mecha. El plan de someterlo a referéndum es visto por los Fano como la negación de su derecho histórico sobre el territorio.

Asres Mare Damte: del despacho al monte

Asres Mare Damte es el rostro de esta transformación en curso. Abogado de formación, coordinó protestas pacíficas por la violencia contra amharas antes de ser perseguido, arrestado y forzado al exilio. Hoy funge como líder militar y portavoz de una facción clave de Fano.

Hemos luchado miles de batallas”, declaró recientemente desde Gojjam, una zona ardiente del conflicto. Asegura que los Fano tienen el control del 80% de la región de Amhara, declara haber capturado numerosos soldados y acusa al ejército etíope de golpear indiscriminadamente a civiles con drones.

La guerra silenciosa: decapitaciones, desplazamientos y el colapso de la vida civil

Los combates no son aislados ni esporádicos. De octubre de 2023 a enero de 2024, el Observatorio de Conflictos ACLED documentó 270 enfrentamientos directos entre Fano y fuerzas federales. Lo más alarmante: ataques a instalaciones médicas y asesinatos sistemáticos de civiles en al menos 13 localidades, según lo documentado por Human Rights Watch y Amnistía Internacional.

Un caso estremecedor tuvo lugar en Merawi, donde tropas etíopes asesinaron ejecutando puerta a puerta a al menos 45 personas tras un ataque de Fano. Otro incidente en marzo en Brakat dejó 28 cadáveres en las calles, entre ellos cuatro mujeres asesinadas de rodillas, según testigos presenciales.

Las consecuencias humanitarias son desgarradoras:

  • 3,600 escuelas cerradas, muchas saqueadas o bombardeadas.
  • 4.5 millones de niños sin acceso a educación.
  • 2.3 millones de personas necesitan ayuda alimentaria en 2024, especialmente en zonas inaccesibles.
  • Oficiales locales han abandonado sus cargos por miedo a represalias.

Un Estado fallido en construcción

“Una semana nos gobierna un grupo, la siguiente otro”, dice una madre de tres hijos en Debre Markos. Esa frase resume perfectamente la realidad de muchas localidades en Amhara: total ausencia de un gobierno unificado, presencia fluctuante de los actores armados, y un tejido social al borde del colapso.

El gobierno de Abiy Ahmed insiste en que ha “liberado” más de 2,000 subdistritos, aunque no aclara cuántos siguen en manos de Fano. En tanto, la violencia se intensificó desde marzo, cuando Fano lanzó una ofensiva sostenida que, aunque contenida según las autoridades, dejó cientos de muertos.

¿Terroristas o patriotas?: La narrativa dividida

Desde Addis Abeba, el discurso oficial demoniza a los Fano, acusándolos de “sembrar el terror”. Pero estos aún reciben el apoyo de una porción significativa del pueblo amhara, especialmente jóvenes y desertores del ejército. Se sienten marginados por un gobierno que consideran dominado por intereses opuestos a los suyos.

“El ejército ya no sirve al pueblo, sirve al partido gobernante”, afirma Andrag Challe, un exsoldado de 25 años que se unió a los Fano. Para él, la resistencia es la única vía para proteger la identidad amhara y forzar un cambio político.

¿Por qué fracasan las negociaciones?

El primer ministro ha admitido estar en contacto con Fano “desde hace tiempo”, pero sin avances. La razón, según él, es la estructura descentralizada y difusa del grupo. “Fano no tiene una jerarquía clara ni un liderazgo unificado”, dicen desde el gobierno, lo que complica cualquier proceso de paz formal.

No obstante, los analistas políticos etíopes y observadores internacionales coinciden en que la falta de voluntad y el uso excesivo de la fuerza han dinamitado la confianza necesaria para un diálogo genuino.

Un pueblo engrilletado por la identidad

La raíz del conflicto va más allá de reclamos actuales: Amhara fue durante décadas el grupo dominante del país, especialmente durante el régimen imperial y del Derg (1974-1991). Su pérdida de influencia ha provocado resentimiento, y su exclusión de las decisiones tras la guerra de Tigray reforzó la idea de que hay una persecución étnica en curso contra ellos.

No es casualidad que Fano se nutra de jóvenes desilusionados que no ven futuro en la estructura estatal. En una región donde el Estado ha colapsado, las armas se convierten en herramienta de identidad.

¿Qué sigue para Etiopía?

Etiopía enfrenta su mayor prueba de cohesión desde la guerra civil de los años 80. Las tensiones étnicas, la debilidad del Estado y las respuestas represivas están empujando al país a un espiral sin retorno si no se inicia un proceso de reconciliación urgente con todos los actores involucrados.

Por ahora, Fano ha demostrado que no se trata de un grupo marginal. Es la manifestación violenta de un profundo descontento estructural. Ignorarlo, minimizarlo o aplastarlo sólo garantiza que nuevas generaciones tomen las armas bajo otros nombres, pero impulsadas por las mismas heridas.

"No podemos construir una paz verdadera sin justicia, y no podemos tener justicia si seguimos negando la identidad y los agravios de los pueblos que componen esta nación", escribió en su informe Haimanot Bejiga, de Amnistía Internacional.

Fano no desaparecerá de Etiopía mañana, ni quizás dentro de un año. Pero su existencia debe ser una alerta grave para el gobierno de Abiy Ahmed: la unidad de Etiopía no puede lograrse utilizando drones o nombrando consejos de paz simbólicos. Se requiere coraje político y una voluntad real de escuchar lo que gritan las montañas de Amhara.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press