Juicio histórico en Denver: Gambianos torturados exponen los crímenes del régimen de Yahya Jammeh

La justicia estadounidense abre la puerta a las víctimas del régimen de Gambia con un juicio sin precedentes por tortura, bajo una ley rara vez usada

En un tribunal federal de Denver, Colorado, se está llevando a cabo un juicio histórico que podría sentar un precedente sobre cómo se juzgan crímenes de tortura cometidos en el extranjero. El acusado, Michael Sang Correa, ex miembro de una temida unidad militar en Gambia conocida como los Junglers, enfrenta cargos por tortura cometida hace casi dos décadas en su país natal bajo la dirección del dictador Yahya Jammeh.

Una ley poco utilizada que busca justicia internacional

Correa fue imputado en 2020 bajo una ley estadounidense rara vez invocada: la ley federal de tortura extraterritorial, que permite juzgar en tribunales estadounidenses a personas acusadas de cometer tortura fuera del país. Desde su promulgación en 1994 como parte de un esfuerzo legal para cumplir con la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas, solo ha sido aplicada en contadas ocasiones.

Este juicio reafirma el principio de jurisdicción universal: la idea de que ciertos crímenes –como la tortura, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad– pueden ser juzgados independientemente del lugar donde ocurrieron o quiénes fueron las víctimas.

Testimonios devastadores: las cicatrices no solo físicas

Pharing Sanyang, un exoficial militar gambiano sometido a violentas torturas, subió al estrado para relatar los horrores que vivió en 2006 tras ser acusado falsamente de participar en un intento de golpe contra Jammeh. Según su testimonio, fue golpeado con tubos, ramas de palmera y un martillo, y sometido a descargas eléctricas. Una de esas sesiones de tortura lo dejó con daño ocular permanente que requirió múltiples cirugías.

Tuve que salvar mi cuerpo”, dijo Sanyang al explicar por qué, tras intensas palizas, firmó una confesión falsa con su propia sangre como señal de que había sido torturado. Cuando se negó a confesar frente a cámaras de televisión, fue agredido de nuevo y electrocutado con cables conectados directamente a una toma de corriente.

Una unidad militar al servicio del terror

El acusado, Michael Sang Correa, formaba parte de los "Junglers", una unidad de élite directamente subordinada al dictador Yahya Jammeh. Este grupo fue señalado por numerosos actos de represión, asesinatos extrajudiciales, desapariciones forzadas y tortura contra opositores reales o percibidos del régimen.

Sanyang y otros testigos –algunos de los cuales viajaron desde Gambia, Europa y distintos puntos de EE.UU.– han mostrado al jurado imágenes de sus cicatrices visibles. Uno de ellos, Demba Dem, narró su experiencia con una resignación sombría: fue colgado cabeza abajo, azotado con una varilla mientras tenía una bolsa negra sobre la cabeza, y forzado a cargar un saco de arena sobre la espalda mientras una barra de metal caliente se acercaba peligrosamente a su rostro.

Fue muy malo”, indicó escuetamente Dem, quien más tarde emigró a los Países Bajos, donde fue diagnosticado con trastorno de estrés postraumático. Pese a su renuencia, consideró importante testificar: “Tengo que hacerlo, pero me siento satisfecho”.

¿Soldado obediente o cómplice de crímenes?

Los abogados defensores de Correa no niegan completamente su participación en las torturas; en cambio, argumentan que él era un soldado de bajo rango que actuaba bajo coacción, temiendo convertirse en víctima si desobedecía órdenes directas del régimen de Jammeh.

Sin embargo, los testigos han sido consistentes al identificarlo. Aunque los Junglers usaban máscaras durante los interrogatorios, Sanyang afirmó reconocer a Correa por su forma de caminar y su complexión física, habiendo trabajado con él en la residencia oficial del presidente.

Del poder absoluto al exilio

Yahya Jammeh gobernó Gambia con puño de hierro desde 1994 hasta 2017, cuando fue finalmente derrocado tras perder unas elecciones y afrontar presión internacional, especialmente del bloque regional africano ECOWAS. Durante su mandato, miles de gambianos sufrieron persecución, censura, arrestos arbitrarios e incluso ejecuciones extrajudiciales.

“Este juicio no es solo contra Correa; es parte del proceso de justicia que los gambianos buscan desde que cayó el régimen de Jammeh”, comentó Reed Brody, abogado internacional de derechos humanos, conocido por su trabajo en el caso contra Hissène Habré en Chad.

Verdad, reconciliación y justicia

En 2021, la Comisión de Verdad, Reconciliación y Reparaciones de Gambia concluyó su investigación de tres años sobre los abusos bajo el régimen de Jammeh. El informe recomendó procesar a más de 70 personas, incluidos altos oficiales del ejército, ministros y el propio Jammeh.

Algunas condenas ya se han concretado en el extranjero:

  • En 2022, un tribunal suizo sentenció a Ousman Sonko, exministro del Interior, a 20 años de prisión por crímenes contra la humanidad.
  • En 2023, en Alemania, se condenó a Bai Lowe, otro miembro de los Junglers, por asesinato y complicidad en crímenes contra la humanidad.

La cooperación internacional jurídica ha sido clave. Gracias a mecanismos como la jurisdicción universal, los procesos contra criminales de guerra y dictadores se están trasladando a países con instituciones judiciales independientes, como Suiza, Alemania o Estados Unidos.

Denver como punto focal para la memoria y la justicia

Michael Sang Correa llegó a EE.UU. en 2016 para integrar el equipo de seguridad de Yahya Jammeh. Permaneció en el país incluso después de que el dictador fuera obligado a exiliarse en Guinea Ecuatorial tras perder las elecciones. Correa vivía en Denver y trabajaba como jornalero hasta que fue arrestado e imputado formalmente en 2020.

Varios activistas de derechos humanos en EE.UU., especialmente de la diáspora africana, consideran que este juicio abre una nueva etapa en la rendición de cuentas para crímenes cometidos en dictaduras extranjeras.

“El hecho de que alguien escondido en un país libre enfrente juicio es un logro simbólico y moral, no solo para Gambia, sino para todas las víctimas de regímenes opresores”, afirmó Fatou Jagne Senghore, reconocida defensora de los derechos humanos en África Occidental.

Un espejo para otras dictaduras en juicio

Este caso se suma a una incipiente tendencia global de responsabilidad penal internacional desde los tribunales nacionales, especialmente cuando las cortes internacionales, como la Corte Penal Internacional (CPI), carecen de jurisdicción o se enfrentan a trabas políticas.

Así como se juzgó a torturadores del régimen sirio en Alemania y a antiguos represores latinoamericanos en España y Argentina, el caso Correa en Denver coloca a Estados Unidos en el centro de una cruzada judicial ética, bajo un marco legal cimentado hace décadas pero poco activado hasta ahora.

¿Y Jammeh?

El dictador Yahya Jammeh vive en un cómodo exilio en Guinea Ecuatorial, pese a varias solicitudes para su extradición. Aunque la CPI no tiene jurisdicción automática sobre sus crímenes, muchas organizaciones y víctimas siguen presionando para que enfrente la justicia, sea en África o fuera de ella.

En Gambia, la lucha por la justicia continúa. La implementación de las recomendaciones de la comisión de verdad ha sido lenta, en parte por tensiones políticas y reticencias internas. Sin embargo, este juicio en EE.UU. representa una válvula de esperanza para muchas víctimas que, tras décadas de silencio e impunidad, ahora son escuchadas.

La historia que se escribe en un tribunal de Denver no es solo la de un país pequeño en África Occidental. Es la historia de la resistencia contra el olvido, la validación del sufrimiento, y la posibilidad de que los perpetradores, no importa cuán lejos se escondan, algún día enfrenten las consecuencias de sus actos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press