Renacer entre las cenizas: el fuego, la fe y la resiliencia de una comunidad judía en California
Tras el devastador incendio que arrasó su templo centenario, una congregación judía encuentra consuelo, reconstrucción y esperanza en plena celebración de la Pascua
El humo aún no se ha disipado del todo en los corazones de cientos de familias judías de Pasadena, California. Un incendio arrasó no solo sus casas, sino también su lugar de culto y su legado espiritual. En medio del duelo, la comunidad rescata lo intangible: la memoria, la solidaridad y el ritual compartido que toda fiesta judía representa. Este artículo es un viaje entre pérdidas y milagros, una reflexión sobre cómo el fuego también puede reavivar la llama de una comunidad dispersa pero resiliente. Acompáñanos en esta crónica de fe y reconstrucción.
Un templo centenario reducido a cenizas
El 104º aniversario del Templo y Centro Judío de Pasadena no será recordado por una celebración. En enero de 2025, un feroz incendio forestal consumió más de 54 kilómetros cuadrados del condado de Los Ángeles, destruyendo viviendas a su paso, incluyendo el edificio histórico que había servido como faro espiritual para más de 400 familias.
Entre ellas, Aty Rotter, cuya casa también fue reducida a cenizas, perdió todos sus recuerdos materiales: menorás, seder plates, y reliquias traídas de Europa por su familia al huir del nazismo. “Solo queda su espíritu y la memoria de esas cosas”, compartió emocionada.
Una Pascua de duelo y resistencia
El pueblo judío ha forjado su identidad sobre el recuerdo de la persecución, el exilio y la supervivencia. Esta narrativa se hace vívida en la fiesta de Pésaj (Pascua judía), que conmemora la liberación de la esclavitud en Egipto y los 40 años de deambular en el desierto. Esta vez, la comunidad de Pasadena se convirtió, literalmente, en un pueblo errante que busca recomponerse espiritualmente.
La directora ejecutiva del templo, Melissa Levy, describió cómo las familias dispersas encuentran eco en el relato bíblico. “Nuestro pueblo está haciendo mucho 'deambular' hoy en día”, dijo. “Pero también hemos visto la solidaridad del mundo que nos rodea”.
Hospitalidad ecuménica: la Iglesia abre sus puertas
El fuego destruyó el edificio, pero no la fe. Mientras se organizan para reconstruir, la Primera Iglesia Metodista Unida de Pasadena abrió sus puertas para que puedan celebrar los Shabat y los Seder de Pésaj. Además, el Pasadena City College hospedó cenas pascuales y otros eventos comunitarios. “No estamos solos ni deambulamos solos”, afirmó Levy.
Salvar lo sagrado del fuego
Entre la devastación hay relatos milagrosos. Contra todo pronóstico, se rescataron los 13 rollos de la Torá del templo. Algunos miembros de la comunidad, sintiéndose guiados por sus ancestros sobrevivientes del Holocausto, arriesgaron sus vidas para salvarlos.
La cantora Ruth Berman Harris, de origen polaco, lideró la proeza. “Cuando supe que el fuego se acercaba, no era momento para sentir, sino para actuar”, recordó. En su reloj Apple ya no hay fuego de fondo, sino agua. “Necesitaba un símbolo de renovación”.
Judaica quemadas, memorias vivas
La pérdida de reliquias no es solo nostálgica, es profunda. El judaísmo vive profundamente conectado con sus objetos rituales —del Kiddush al matzá— porque cada uno cuenta una historia, una raíz, un hogar.
Para paliar la pérdida de Judaica (objetos devocionales), templos de Los Ángeles organizaron ferias solidarias. Uno de estos eventos, en el Templo Leo Baeck, reunió miles de objetos donados por personas o empresas dedicadas a la creación de artículos rituales.
Nacimiento de 'Heart and Hamsa': una respuesta con propósito
Entre aquellas que lo perdieron todo está Emily Kane Miller, miembro del templo Kehillat Israel en Pacific Palisades, quien perdió su vivienda pero no su fe. Fundó, junto a la actriz y activista Noa Tishby, la iniciativa 'Heart and Hamsa': un mercado en línea gratuito donde las familias judías pueden recuperar lo perdido.
“Cada objeto donado es un milagro”, afirmó Miller. “Es como sembrar una historia y verla crecer cada vez que una familia lo usa para celebrar”.
La plataforma ya ha distribuido cientos de objetos religiosos a familias como la de Alisa Bromberg, que decoró su nuevo hogar alquilado con los seder plates donados. “Elegí los más antiguos”, dijo, “porque las historias que llevan me representaban más que lo nuevo. Es como si hablaran. Me protegen”.
Una historia ancestral que se escribe con cenizas
La destrucción del templo y los hogares no solo activó la ayuda comunitaria, también abrió un nuevo capítulo en la historia de estas familias. Al igual que los relatos contenidos en cada Hagadá —el libro litúrgico de la Pascua—, este fuego será narrado por generaciones futuras como una prueba, una pérdida y una muestra de la antigua resiliencia del pueblo judío.
“Nuestros antepasados cargaron estos objetos huyendo del horror”, reflexionó Rotter. “Yo ahora los vuelvo a reunir para mis nietas. Así como ellos lo hicieron por mí”.
Los tres pilares de la reconstrucción: espiritualidad, memoria y comunidad
Hoy, la congregación de Pasadena sigue fragmentada en tres lugares distintos: uno para rezar, otro para la administración y otro más como escuela. Pero no se detienen. Ya están planificando una recaudación de fondos ambiciosa para reconstruir el templo, incluyendo nuevos vitrales, una bimá (altar) y salas educativas.
“Vamos a reconstruir algo más fuerte, más abierto, más nuestro”, expresó Levy. Lo harán, como marca la tradición judía, recordando, contando historias, y encendiendo luces, esta vez metafóricas, para guiar el camino de regreso a casa.
En estos tiempos modernos, entre incendios y reconstrucción, la Pascua judía en Pasadena encuentra un significado aún más poderoso: la liberación no siempre ocurre de la opresión física, sino también del olvido, de la desconexión, del aislamiento.
Y esa libertad, aunque cueste, se celebra compartiendo el pan ácimo y el vino, aún con las manos cubiertas de ceniza.